Jordi Ros
Ingeniero de telecomunicaciones
Jordi Ros es el fundador de la red social colaborativa Labdoo, que en el último mes y medio ha recogido unas 400 donaciones de dispositivos informáticos necesarios para que puedan dar clases a distancia jóvenes sin recursos.
Entre todos los retos que impone la interrupción de las clases a causa de la pandemia hay uno que preocupa especialmente a la comunidad educativa: que ningún alumno se quede rezagado a causa de la brecha digital. Tras la constatación que el curso escolar tendría que finalizar a través de la enseñanza online, las comunidades autónomas activaron planes logísticos para suministrar los recursos tecnológicos necesarios.
La Generalitat de Catalunya cifró en 52.000 las familias con carencias. Se diseñó un operativo para dotar a estos hogares de conexión a internet, paquetes de datos para seguir las clases y portátiles o tabletas. Ya se han repartido el 40% de los dispositivos y/o los datos de conectividad a los aproximadamente 31.000 alumnos catalanes necesitados. A partir de la semana que viene se distribuirán ordenadores sin conectividad a los que tienen internet en casa pero no dispositivos. El operativo es complejo: la Administración no llega a todos los rincones del país, o llega tarde.
Afortunadamente, cuentan con el apoyo de entidades como Labdoo, una red social colaborativa sin fines de lucro fundada en el 2005 por el ingeniero de telecomunicaciones Jordi Ros que distribuye portátiles reciclados y cargados con aplicaciones educativas a las escuelas de todo el mundo. Durante esta crisis sanitaria, Labdoo ha puesto su experiencia y su plataforma a disposición de la emergencia educativa a través de una campaña que tiene como objetivo recoger más de 1.000 portátiles y tabletas en desuso, “sanearlos” gracias a su red de colaboradores con conocimientos informáticos (unos 4.000 voluntarios en todo el mundo) y distribuirlos entre los alumnos sin recursos.
En el último mes y medio han recibido unas 400 donaciones de dispositivos. Un centenar ya han sido entregados en su destino final. Gran parte de los hubs (nodos) en los que se arreglan los ordenadores están formados por jóvenes estudiantes de informática que participan de forma solidaria en el proceso. Otras personas colaboran en el transporte, también de forma altruista. Es el caso de una red de taxistas pakistaníes de Barcelona. “Todo el proceso está diseñado para que no se incurra en ningún costo económico y sin generaremisionesdeco2 adicionales al planeta”, explica Jordi Ros.
Entre las entidades beneficiarias hay centros de refugiados y otros
Jóvenes estudiantes de informática sanean portátiles donados que se distribuyen entre alumnos necesitados
organismos vinculados a los servicios sociales. Júlia Verge, responsable de varios centros en los que residen jóvenes tutelados que participan en los itinerarios de protección individualizados (IPI) de la dirección general de Atenció a la Infància i la Adolescència (DGAIA) de la Generalitat, se muestra entusiasmada con los trece equipos informáticos que le han llegado de Labdoo. “Somos un proyecto de transición hacia la vida adulta de jóvenes con muchas carencias. Sin estas donaciones sería muy difícil para nosotros garantizar resultados en el ámbito académico”, explica.