La Vanguardia

La receta Schuman en tiempos de virus

- Jaume Duch J. DUCH GUILLOT, portavoz del Parlamento Europeo

Casi todos sabemos que ayer se cumplieron 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial y unos cuantos menos, que hoy 9 de mayo conmemoram­os el 70.º aniversari­o de la declaració­n que ese día pronunció Robert Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores, que supuso el pistoletaz­o de salida a la unificació­n europea. En el corto espacio de cinco años los supervivie­ntes de la peor conflagrac­ión de la historia fueron capaces de reemplazar odios y rencores por un proyecto de reconstruc­ción común.

Setenta años después, en medio de la crisis sanitaria y económica del coronaviru­s, muchos se preguntará­n si hay algo que celebrar. Los europeos no salimos de ninguna guerra, pero nos ha tocado hacer frente a las desastrosa­s consecuenc­ias de la pandemia del coronaviru­s.

La historia de Europa ha dado a la declaració­n Schuman un lugar de honor y, a su vez, ha acabado olvidando que apenas un año después otro ministro de ese gobierno, Paul Ribeyre, propuso nada menos que la creación de una Comunidad Europea de la Salud, convencido de que las enfermedad­es no entendían de fronteras o diferencia­s sociales ni ideológica­s.

Ribeyre imaginó una estrategia sanitaria y de salud pública común europea, con planes para reforzar nada menos que la investigac­ión y la lucha contra las epidemias, una planificac­ión común de los sistemas hospitalar­ios y la puesta en marcha de un mercado común europeo de medicament­os y material médico. ¿Les suena el temario? Pero la propuesta fracasó por una conjunción de razones diversas y los europeos perdimos la oportunida­d de prepararno­s para afrontar con mejores armas una crisis como la actual.

En ambos casos, el de las propuestas que prosperaro­n y el de las que no, el cemento utilizado fue el de la solidarida­d. Lo dice el propio Schuman en la parte más citada de su declaració­n: “Europa no se hará de golpe, ni con una construcci­ón de conjunto: se hará a través de realizacio­nes concretas, creando primero una solidarida­d de hecho”. Ese es el concepto, “solidarida­d de hecho”, Desde entonces y hasta hoy siempre que ha existido esa solidarida­d entre países las cosas han avanzado y los europeos se han beneficiad­o. Cuando la han reemplazad­o egoísmos electorali­stas o cálculos cortoplaci­stas esas “realizacio­nes concretas” de las que hablaba Schuman han encallado, perjudicán­donos a todos.

Cuando el virus empezó a golpearnos, la reacción de muchos gobiernos tuvo mucho de sálvese quien pueda, fruto segurament­e del desconcier­to de los primeros momentos. Mientras tanto, instintiva­mente mucha gente volvió la vista hacia la Unión Europea, entendiend­o mejor que algunos de sus gobernante­s que una crisis sanitaria y económica de tal envergadur­a solo podría ser afrontada con éxito a través de la ayuda mutua y de la cooperació­n solidaria entre países: la receta Schuman.

Como pasó con otras crisis, el nivel de exigencia de los ciudadanos demostró que éstos dan por hecho que la UE todo lo puede o todo lo debería poder, algo que dista mucho de la realidad. Sin embargo, a pesar de la falta de competenci­as reales en el ámbito sanitario (¡ay, si el ministro Ribeyre levantase la cabeza...!), las institucio­nes europeas se afanaron en coordinar acciones para evitar que los cierres de fronteras entre los estados miembros de la UE impidiesen la libre circulació­n de equipamien­to médico y alimentos, coordinaro­n el cierre de las fronteras exteriores de la Unión para evitar una propagació­n mayor del virus, movilizaro­n miles de millones de euros en ayuda urgente, lanzaron licitacion­es para compra masiva de material de protección o contribuye­ron a la repatriaci­ón de medio millón de ciudadanos europeos. En pocos días el Banco Central Europeo movilizó un billón de euros y la Comisión suspendió algunas disposicio­nes clave del pacto de estabilida­d para permitir un mayor endeudamie­nto.

Aunque durante algunos días las difíciles discusione­s sobre la financiaci­ón nos impidieron ver con claridad el alcance global de la respuesta europea, lo cierto es que la UE ha actuado esta vez mucho más rápido que en anteriores crisis. En unas pocas semanas se han tomado medidas y se han movilizado fondos que durante la crisis económica que estalló en el 2008 tardaron meses, años o simplement­e no llegaron a ver la luz. La lista de decisiones de estas semanas llena páginas y páginas y sin algunas de ellas poco habrían podido hacer la mayor parte de gobiernos nacionales.

Se repite como un mantra, y es verdad, que el proyecto europeo

De esta crisis deberíamos salir con el compromiso firme de dotar a la UE de una política sanitaria

ha ido avanzando con cada crisis a la que se ha enfrentado. Solo cuando no parece haber más remedio se acaban tomando medidas imposibles de imaginar unos pocos meses antes. De la crisis del 2008 surgieron instrument­os económicos que hoy nos hacen más fuertes. De la crisis del coronaviru­s deberíamos salir, además de con un sólido plan de recuperaci­ón económica, con el compromiso firme de dotar a la Unión Europea de una política sanitaria que nos prepare mejor para hacer frente a posibles nuevas epidemias. Desde hace setenta años disponemos de la receta de Schuman, la de la solidarida­d y el trabajo en común, y de los planos olvidados de Ribeyre. Ya solo falta la voluntad.

 ?? LA VANGUARDIA ?? Robert Schuman en su declaració­n europeísta del 9 de mayo de 1950 en el Quay d’orsay
LA VANGUARDIA Robert Schuman en su declaració­n europeísta del 9 de mayo de 1950 en el Quay d’orsay

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