El PP confía en que Casado ocupe el espacio que deja libre Arrimadas
Buena parte de los dirigentes del PP no se sienten cómodos con la cercanía a Vox
Son deseos expresados en voz baja o entre compañeros de confianza que saben que no les señalarán, porque nadie se lo dirá a Pablo Casado. Deseos de muchos dirigentes del Partido Popular: responsables regionales, provinciales, diputados y senadores que confían en que su presidente aproveche el escenario político abierto con la decisión de Inés Arrimadas de apoyar a Pedro Sánchez en la prórroga del estado de alarma para dar un giro al centro y distanciarse de una vez por todas de Vox.
Esos dirigentes del PP en realidad creen que la actual situación es la óptima para su partido y para el propio Casado. Un escenario natural que le permite ocupar el espacio del centro político que es el que hace que un partido gane unas elecciones.
Su tesis parte de que Inés Arrimadas ha hecho un movimiento que no es puntual ni se circunscribe a una votación concreta en el Congreso –la de la prórroga del estado de alarma–, por muy importante que sea, sino que es una decisión estratégica, que coloca a Ciudadanos en el centroizquierda. Eso hace que quede libre el espacio natural del PP, el centroderecha y el centrocentro, que Albert Rivera había ocupado con su postura de no pactar nada con el PSOE y ni siquiera acudir a las reuniones a las que Pedro Sánchez le convocaba en la Moncloa.
Esa estrategia del Ciudadanos de Rivera le dio al PP los gobiernos municipales y autonómicos en un puñado de territorios, siempre en beneficio de los populares, pero también empujó a Casado hacia la derecha, compitiendo con Vox por el mismo espacio político y adoptando un discurso muy parecido al de Santiago Abascal: un hecho que hacía que su electorado más centrista le estuviera poniendo en cuarentena.
Ahora, con el giro que aproxima al partido de Inés Arrimadas al PSOE, el PP tiene una ocasión de oro para centrarse –dicen las fuentes consultadas– y ofrecer la imagen de un partido más amable, situado en una posición de gobierno. Esa perspectiva le permitiría, en determinados momentos, alcanzar acuerdos con el Ejecutivo en cuestiones de interés general, sin que ello pudiera ser objeto de crítica, salvo por Vox. Eso, a juicio de los dirigentes populares, le vendría hasta bien al partido.
Las mismas fuentes consultadas no le quitan razón a Casado en sus críticas a Pedro Sánchez por la inactividad en la gestión de la crisis, por su actitud al no llamar al líder del principal partido de la oposición salvo en tres ocasiones y por unos minutos. La excepción, la última, el lunes pasado, cuando ambos hablaron durante una hora sobre la prórroga del estado de alarma, que el líder conservador se negó a apoyar, optando por la abstención.
Se trata de críticas por la unilateralidad con la que Sánchez ha actuado, sin contar, consensuar ni escuchar a los presidentes autonómicos. Y críticas, que también entienden, porque el presidente del Gobierno haya aprovechado los decretos del estado alarma para introducir
Varios responsables del partido ven a su líder atrapado en un círculo muy cerrado, donde nadie le dice qué piensa
asuntos como la incorporación del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, a la comisión de control del CNI.
Son los deseos de amplios sectores del PP que no trasladarán a Casado más que a través de los medios de comunicación, porque consideran que el presidente popular se ha encerrado en un círculo muy estrecho del partido, en el que sus grandes compañeros de viaje son el secretario general, Teodoro García Egea, y la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, que ejercen una gran influencia sobre el líder popular, y donde ni los vicesecretarios tienen un poder de influencia sobre él.