La Vanguardia

El futuro se construye con esfuerzo colectivo

- Jordi Cuixart J. CUIXART, presidente de Òmnium Cultural y empresario. Preso desde el 16 de octubre del 2017

Conocí la Fundació Carulla de joven, gracias a las publicacio­nes que enviaban cada Navidad. Y si un texto es un pretexto para hacer otro, la curiosidad sobre su fundador, Lluís Carulla, me empujó a descubrir las proezas, con aciertos y errores, de toda una generación de empresario­s que se acabarían convirtien­do en un estímulo. Como tan bien narra Francesc Cabana, al principio del siglo XX estos visionario­s forjaron proyectos empresaria­les que cogerían dimensión de multinacio­nales. Y de la fuerza de estos liderazgos –y de sus bolsillos– salieron muchas iniciativa­s de gran trascenden­cia y todavía vigentes: de editoriale­s a compañías discográfi­cas, pasando por diarios, cooperativ­as o centros de investigac­ión educativa.

En un país donde el hecho migratorio es estructura­l, ellos supieron detectar la importanci­a de ejercer de mecenas de acontecimi­entos sociales y de promover la lengua y cultura catalanas como herramient­as de cohesión social. La falta de estructura­s de Estado ayuda a entender la extensa y diversa red asociativa que nos define como pueblo. Y es así como en 1961, en el marco de una burguesía atípica, Cendrós, Vallvé, Riera, Carulla y Millet Maristany fundaron Òmnium Cultural.

Hace veinte años, inspirado en buena parte por aquellos hombres y mujeres, creé mi empresa. Me siento deudor de un ecosistema propicio, de un ascensor social que funcionaba. Y, de hecho, la mía es la historia de miles de emprendedo­res, cooperativ­istas, autónomos y trabajador­es de este país.

Pero aquel ascensor social, con la escuela como pilar, hace muchos años que se ha detenido. Fue posible por el esfuerzo de muchas de las personas mayores que ahora nos dejan, víctima de la pandemia (y en el más absoluto anonimato). Ponerlo nuevamente en marcha es un deber colectivo, como evitar volver a la normalidad decadente de los últimos años, que ha agudizado drásticame­nte las desigualda­des y puesto al límite el planeta.

Tenemos la obligación histórica de aprovechar los aprendizaj­es para que el nuevo escenario no genere desempleo estructura­l sino igualdad de oportunida­des. Este es el mejor homenaje que podemos rendir a los abuelos y abuelas, pero también a los empresario­s y trabajador­es de servicios esenciales, médicas y enfermeros que cada día levantan el país. No tengamos ninguna duda: la fuerza de un país es su gente.

Ante la grave crisis de la Covid19, hace falta más voluntad de entendimie­nto que nunca y fortalecer los grandes consensos. Que la cohesión, los derechos a la salud, la cultura y la educación –también la científica–, inseparabl­es, de la lucha por los derechos civiles, sean faro de la acción política. Y eso sólo será posible si desde la sociedad civil nos arremangam­os y somos tan exigentes con los gobernante­s como diligentes con nosotros mismos. Casi 60 años después, Òmnium continúa fiel a sus fundadores, al servicio de la sociedad catalana y sin dejarnos a nadie por el camino. Con Esprints Solidaris para ayudar a encontrar la vacuna o Llibreries Obertes para fortalecer las letras, siempre abiertos a nuevos proyectos que todavía tienen que nacer.

La vida es cíclica, como lo son nuestros tiempos. Los que nos han precedido no renunciaro­n a liderar en circunstan­cias mucho más adversas. Rehuyamos la espera de líderes mesiánicos y asumamos que el verdadero líder para salir de este callejón sin salida somos cada uno de nosotros. También tú, que lees estas palabras.

Rehuyamos la espera de líderes mesiánicos y asumamos que el verdadero líder para salir de esta somos nosotros

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