Responsabilidad y libertad
Desde que el Gobierno español decretó el estado de alarma el 14 de marzo para hacer frente a la pandemia del coronavirus, los ciudadanos de este país nos hemos visto obligados, por nuestra salud y por nuestra seguridad, a cumplir una serie de normas y órdenes para lograr un confinamiento lo más estricto posible que evitara la extensión de la Covid-19.
La sociedad española ha aceptado dar un giro dramático e inimaginable a su vida, a su salud y a su economía, sabedora de la trascendencia de cumplir el “Quédate en casa”. Y lo ha hecho con responsabilidad, con sentido común, con respeto ciudadano, demostrando en una inmensa mayoría que, en aras de un bien común superior, aceptaba modificar sus pautas de vida y de relación. Nadie podrá decir que la ciudadanía de este país no ha sabido responder con creces a las instrucciones de un Gobierno que optó por centralizar, con aciertos y errores y quizá en exceso, las competencias para luchar contra la pandemia.
Ahora ese mismo Gobierno ha puesto en marcha un proceso de desescalada por fases que será complicado, complejo y largo. Gestionar el confinamiento de todo el país ha sido, con excepciones, relativamente sencillo. Hacerlo con el desconfinamiento se prevé más difícil, y el Ejecutivo advierte del peligro de un rebrote si vamos demasiado deprisa. Algunos empiezan a pensar ya más en la economía que en la sanidad cuando ambas cosas van de la mano y la prioridad sólo la puede marcar la evolución de la enfermedad.
En este nuevo estadio en que hemos entrado tras largas semanas encerrados en casa, la gente tiene ganas de ir recuperando parcelas de su vida de antes, aunque no serán iguales. Es lógico y natural. Y se puede hacer. A ello contribuirá en gran medida esa responsabilidad y madurez de las que hemos hablado antes. Estos días recibimos una avalancha de normas e instrucciones: esto se puede hacer, esto aún no, esto sólo de este modo, esto en este horario... Si la ciudadanía sigue comportándose de modo maduro y responsable como hasta ahora, todo será más sencillo y no debería ser necesario que el Estado nos vigile ni sancione.
El gran protagonista de esta crisis sanitaria es el ciudadano. Se ha sacrificado, ha obedecido y estamos seguros de que en esta nueva etapa responderá también con nota. Las informaciones y los consejos que facilita el Gobierno deben ser seguidos, pero el Ejecutivo debe entender que, si cumple las normas, la libertad del ciudadano es un elemento esencial de nuestro Estado de derecho.
Hemos demostrado ser una sociedad responsable. Si ejercemos nuestros deberes y derechos con civismo, la desescalada será más fácil. En los peores momentos la ciudadanía ha cumplido con una disciplina y sacrificio ejemplares. Ahora, en esta nueva etapa, responsabilidad y libertad deben ir juntas, porque una sin la otra no significan nada. Saldremos mejor con el empoderamiento de la ciudadanía que con medidas coercitivas.
Saldremos mejor de esta crisis empoderando
a la ciudadanía que con medidas coercitivas