Europa y sanidad
El impacto de la pandemia de la Covid-19 en la economía mundial no tiene precedentes en la historia reciente. El único factor de esperanza se concentra en la convicción de que la recuperación será más rápida que la de las últimas crisis sistémicas. La necesidad de consolidar esta recuperación obligará también a diseñar políticas que corrijan los profundos desequilibrios que habrá generado la crisis. En esta fase se corre el riesgo de pensar, con la inevitable influencia de motivaciones ideológico-políticas, que hay que revocar en su totalidad muchos de los modelos vigentes, tanto a nivel internacional como interno. En el primer grupo se ubicaría el de la inviabilidad de la Unión Europea como consecuencia de la discrepancia norte-sur. La discusión sobre los eurobonos no nos tendría que hacer perder de vista que, al igual que en la Gran Recesión del 2008, la pertenencia a la UE será determinante para superar la crisis. La cantidad de recursos que aportarán las instituciones europeas (MEDE, BCE, BEI...) son de una magnitud inalcanzable para el Estado español sin la cobertura europea. El recelo en la implantación de los eurobonos es de hecho la expresión de la desconfianza que provocan unos desequilibrios macroeconómicos persistentes (deuda, déficit) que en los países del sur conviven con un gap de recaudación en relación con los del norte de cerca de 5 puntos menos según el PIB y con reformas estructurales permanentemente pendientes. El mejor argumento contra la inflexibilidad del norte sería aportar resultados positivos en estos campos.
En el ámbito interno, la política sanitaria ocupará el eje central del debate. En el Estado español la sanidad se caracteriza por la descentralización por autonomías en la gestión y en la dependencia de la transferencia de los recursos necesarios para financiarla. Una combinación que se ha revelado fuertemente inequitativa y que se tenía que corregir teóricamente con un nuevo modelo de financiación.
En el caso catalán, se añade un modelo sanitario con rasgos propios que descansa no exclusivamente en la gestión pública directa sino que se ha construido con arreglo a la colaboración público-privada. La debilidad del sistema radica en una infrafinanciación de 5.000 millones (La enfermedad de la sanidad catalana, G. Lopez-casanovas y M. Casanova) dado que el modelo de gestión ha sido valorado recientemente por la OMS como un modelo de éxito que puede servir de ejemplo en otros países. Esta infrafinanciación se repite también en el modelo de investigación catalán. La pulsión centralista del Estado español, puesta ostentosamente de manifiesto en la gestión de la crisis de la Covid-19, no puede impedir las reformas pendientes con el pretexto de la reconstrucción económica, en especial la reforma de un modelo de financiación que perpetúa una situación insostenible para el Estado del bienestar en Catalunya.
Como en la Gran Recesión, la pertenencia a la Unión Europea será determinante para superar la crisis