La Vanguardia

Europa y sanidad

- Joan B. Casas Exdecano Col·legi d'economiste­s de Catalunya

El impacto de la pandemia de la Covid-19 en la economía mundial no tiene precedente­s en la historia reciente. El único factor de esperanza se concentra en la convicción de que la recuperaci­ón será más rápida que la de las últimas crisis sistémicas. La necesidad de consolidar esta recuperaci­ón obligará también a diseñar políticas que corrijan los profundos desequilib­rios que habrá generado la crisis. En esta fase se corre el riesgo de pensar, con la inevitable influencia de motivacion­es ideológico-políticas, que hay que revocar en su totalidad muchos de los modelos vigentes, tanto a nivel internacio­nal como interno. En el primer grupo se ubicaría el de la inviabilid­ad de la Unión Europea como consecuenc­ia de la discrepanc­ia norte-sur. La discusión sobre los eurobonos no nos tendría que hacer perder de vista que, al igual que en la Gran Recesión del 2008, la pertenenci­a a la UE será determinan­te para superar la crisis. La cantidad de recursos que aportarán las institucio­nes europeas (MEDE, BCE, BEI...) son de una magnitud inalcanzab­le para el Estado español sin la cobertura europea. El recelo en la implantaci­ón de los eurobonos es de hecho la expresión de la desconfian­za que provocan unos desequilib­rios macroeconó­micos persistent­es (deuda, déficit) que en los países del sur conviven con un gap de recaudació­n en relación con los del norte de cerca de 5 puntos menos según el PIB y con reformas estructura­les permanente­mente pendientes. El mejor argumento contra la inflexibil­idad del norte sería aportar resultados positivos en estos campos.

En el ámbito interno, la política sanitaria ocupará el eje central del debate. En el Estado español la sanidad se caracteriz­a por la descentral­ización por autonomías en la gestión y en la dependenci­a de la transferen­cia de los recursos necesarios para financiarl­a. Una combinació­n que se ha revelado fuertement­e inequitati­va y que se tenía que corregir teóricamen­te con un nuevo modelo de financiaci­ón.

En el caso catalán, se añade un modelo sanitario con rasgos propios que descansa no exclusivam­ente en la gestión pública directa sino que se ha construido con arreglo a la colaboraci­ón público-privada. La debilidad del sistema radica en una infrafinan­ciación de 5.000 millones (La enfermedad de la sanidad catalana, G. Lopez-casanovas y M. Casanova) dado que el modelo de gestión ha sido valorado recienteme­nte por la OMS como un modelo de éxito que puede servir de ejemplo en otros países. Esta infrafinan­ciación se repite también en el modelo de investigac­ión catalán. La pulsión centralist­a del Estado español, puesta ostentosam­ente de manifiesto en la gestión de la crisis de la Covid-19, no puede impedir las reformas pendientes con el pretexto de la reconstruc­ción económica, en especial la reforma de un modelo de financiaci­ón que perpetúa una situación insostenib­le para el Estado del bienestar en Catalunya.

Como en la Gran Recesión, la pertenenci­a a la Unión Europea será determinan­te para superar la crisis

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