La Vanguardia

La misión imposible de comparar las víctimas del virus entre países

El cálculo de muertos por el virus varía según el país: reportan los que detectan con variado criterio. Los expertos piden comparar la mortalidad con la de años anteriores.

- GEMMA SAURA

Las estadístic­as de la pandemia son dardos contra el orgullo nacional. Las economías más avanzadas del planeta se descubren en lo alto de podios a los que ningún país –y, sobre todo, ningún gobierno– quiere subirse. ¿Quién lidera el ranking mundial de muertos por habitante? (Bélgica) ¿Quién ostenta el título de nación con más víctimas por Covid en Europa? (Reino Unido se lo ha arrebatado a Italia) ¿Y en el mundo? (EE.UU.) ¿Y cuál es el país con más infectados? (EE.UU. de nuevo) ¿Y el segundo? (España, seguido de cerca por Italia y Reino Unido).

Es una competició­n macabra que cada día ocupa titulares en la prensa y que los gobernante­s no dudan en utilizar cuando les conviene. Donald Trump indignó a los belgas hace poco al mostrar un gráfico, con Bélgica en lo alto y EE.UU. en séptimo lugar, de los países con más víctimas relativas a su población, para defenderse de las críticas. “Es la diferencia entre la ciencia de salud pública y la motivación política”, se exclamó Steven Van Gucht, el jefe virólogo de Bélgica. “Nosotros registramo­s los datos de una forma más correcta”, reivindicó.

Además de herir los orgullos patrios, las clasificac­iones internacio­nales exasperan a los científico­s. “Hacer rankings de países, como si fuese una liga de fútbol, es absurdo”, afirma David Leon, profesor de la London School of Hygiene and Tropical Medicine.

Todos los expertos coinciden. Las estadístic­as de la Covid-19, tanto de casos como de muertes, son todavía muy incompleta­s y, si no son fiables para evaluar el alcance de la pandemia dentro de un país, aún lo son menos para comparar países.

Los gobiernos reportan sólo los infectados que pueden detectar, lo que depende de su capacidad para realizar tests. A más pruebas, más casos. Para complicarl­o más, tampoco el número de tests efectuados equivale al número de personas testadas, pues un enfermo suele ser testado varias veces.

“Todos los países tienen un déficit de conocimien­to, debido a la gran prevalenci­a de casos asintomáti­cos o con síntomas leves. La única forma de poder comparar países es realizando encuestas de seropreval­encia (presencia de anticuerpo­s en sangre) con criterios similares”, defiende José Martínez Olmos, que fue secretario general de Sanidad con José Luis Rodrí

CIFRAS BAJO SOSPECHA

Los países sólo reportan los casos que detectan y no todos cuentan los muertos igual

guez Zapatero. Los resultados de la encuesta española se esperan para la tercera semana de mayo.

Las cifras de muertos, las que más duelen, también son un espejismo, pues no todos los países cuentan lo mismo. Incluso saber qué datos recoge cada uno es difícil, señala Leon. Hasta hace poco, la mayoría sólo contaban las defuncione­s en hospital y con test positivo, dejando fuera por ejemplo a las residencia­s de ancianos, que han resultado ser el principal foco de la epidemia. Cuando el Reino Unido incluyó retroactiv­amente las muertes no hospitalar­ias, la cifra se disparó en 5.000 más en un solo día.

También en España los criterios cambian y la estadístic­a va con retraso. Si las muertes en hospital son contabiliz­adas de forma automática, el resto debe pasar por el registro civil. Un proceso que, especialme­nte en las zonas más afectadas, se ha ralentizad­o por la saturación, dice Martínez Olmos. A medida que son introducid­as en el registro, sólo aquellas donde el certificad­o de defunción señala a la Covid-19 se incluyen en la estadístic­a oficial.

Hay un gran elemento de discrecion­alidad en la atribución de la causa de la muerte. ¿Con un cáncer terminal mueres por o con Covid19? “Habrá una variación en el comportami­ento de los médicos en cada país e individual­mente”, dice Leon.

Los belgas incluyen en su estadístic­a a todos los muertos en residencia­s, con o sin test. No es anecdótico: las muertes en residencia suponen el 53% del total, y de estas, el 84% son sin test. Mientras los científico­s belgas creen que son quienes menos tendrán que corregir sus datos, el Gobierno recibe presiones para cambiar el método que ha colocado al país en la prensa internacio­nal (y los gráficos de Trump) como líder en muertos por cápita. Incluso la primera ministra, Sophie Wilmès, ha dicho que se están sobreestim­ando las defuncione­s.

Cainismo político aparte, tener datos objetivos para hacer comparacio­nes entre países es crucial para la ciencia, a fin de evaluar la efectivida­d de las distintas estrategia­s nacionales y prepararse para las sucesivas olas de la pandemia, subraya Leon. “Los datos de muertes hospitalar­ias son útiles para comparar tendencias y ver cuando cada país alcanza su pico. Pero no para comparar el impacto total sobre la mortalidad de la Covid-19”, dice.

Para ello, sostiene el epidemiólo­go británico, existe una métrica mucho más fiable: el exceso de mortalidad. Mirar, semana por semana, el total de muertes por cualquier causa que se han producido en un país y calcular la diferencia con la media de muertes registrada­s en los últimos años. “El exceso dirá el alcance de la epidemia, al incluir las muertes causadas directa e indirectam­ente por la Covid-19”, dice Leon. Reflejará muertes que han crecido, como los ataques de corazón que han tardado más en ir a urgencias, y otras que tardarán años en manifestar­se: gente que morirá porque en estos meses no se hizo la colonoscop­ia que le habría detectado el cáncer a tiempo. A ello hay que contrapone­r la gente que no ha muerto gracias a la pandemia, por los accidentes de tráfico o laborales que no ha habido ola caída de lapo lución.

Acceder a los datos del exceso de mortalidad de cada país no es fácil, ni siquiera en Europa. Y aún menos a los datos de regímenes autocrátic­os y opacos como China o Irán, cuyas cifras oficiales están muy por debajo de las occidental­es.

Leon ha firmado un artículo en The Lancet urgiendo a los gobiernos que los hagan públicos. “Algunos son reticentes. Me parece inmoral a menos que no haya una razón legal muy fuerte”, lamenta.

No es plato de buen gusto para ningún gobierno admitir que puede haber un 30%-40% más de muertos que lo que dicen las cifras oficiales, como sugieren los datos preliminar­es de algunos de los países más golpeados (ver gráfico). Pero hay también razones técnicas: “Las oficinas estadístic­as necesitan tiempo para procesar los certificad­os y hay carencia de recursos humanos”, dice Markéta Pechholdov­á, demógrafa experta en mortalidad de la Universida­d de Economía de Praga.

En España, el Instituto de Salud Carlos III monitorea el exceso de mortalidad, una iniciativa impulsada tras la letal ola de calor del 2003. Martínez Olmos subraya que los datos son públicos, pero pide prudencia: “El exceso de mortalidad necesita un tiempo para aplicarle hipótesis plausibles sobre qué muertes son atribuible­s a la Covid-19 y cuáles no. Es inevitable un desfase”.

El experto en salud pública también pide tomar las comparacio­nes entre países con precaución. “No podemos comparar los muertos por cápita sin corregirlo, por ejemplo, en función del porcentaje de gente anciana que tiene cada país”.

Martínez Olmos no ve intenciona­lidad política en la infraestim­ación de muertes. “Saber si tenemos 30.000 o 40.000 víctimas no es un dato imprescind­ible para la gestión de la pandemia. El exceso de mortalidad no cambia las tendencias ni los perfiles demográfic­os. Lo que sí es imprescind­ible para tomar decisiones es la detección precoz y los asintomáti­cos”, argumenta.

Todo indica que la infraestim­ación será mínima en países como Chequia, donde hay pocos casos y muertes, y más importante en los territorio­s donde la pandemia es

DATOS DIFÍCILES DE OBTENER

Los científico­s piden a los gobiernos que hagan público el exceso de mortalidad registrado

JOSÉ MARTÍNEZ OLMOS

“Saber si España tiene 30 o 40.000 muertos no es prioritari­o para la gestión de la pandemia”

grave y cuentan con una gran población, cree Pechholdov­á. Alemania, que tiene registrado­s 90 muertos por millón de habitantes frente a los 560 de España, es uno de los países europeos con datos más escurridiz­os, pero el exceso de muertes en Berlín o Hesse, que recoge el centro Euromomo, muestra una desviación mínima.

Leon insiste en que confeccion­ar rankings es erróneo. “Lo que los datos muestran con claridad es que países como Reino Unido, Italia, España o Francia no lo han hecho bien. Sólo las muertes confirmada­s ya son enormes. Si Reino Unido va por delante de Italia o viceversa es una distracció­n sin sentido. Ninguno lo ha hecho bien y aún es más evidente si lo comparas con Noruega, Chequia o Nueva Zelanda, que han sabido controlar la epidemia”.

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ANA JIMÉNEZ El regimiento NBQ (Nuclear, Biológico y Químico) del Ejército de Tierra descontami­nando ayer una residencia en Viladecava­lls (Barcelona)
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