La Vanguardia

Pascal Comelade

Músico

- E. LINÉS

El festival Docsbarcel­ona nos da hoy la oportunida­d de conocer o revisitar la heterodoxa obra de este músico francocata­lán. El certamen estrena en Filmin, a las 20 h, el documental Constel·lació Comelade, dirigido por Luis Ortas Pau.

Los que se perdieron su despedida de los escenarios como Pascal Comelade en las pasadas Festes de la Mercè, en memorable y algo lluviosa noche en la avenida de la Catedral junto a la Cobla Sant Jordi y numerosos colegas , hoy pueden recuperar algo de ella. Porque es hoy, a las 20 h, cuando el festival Docsbarcel­ona ofrece el estreno absoluto en Filmin del documental Constel·lació Comelade, en donde se ofrece una visión actual de la amplitud creativa del músico y artista francocata­lán.

Dirigida por el realizador mallorquín Luis Ortas Pau, la película supone un acercamien­to a una de los artistas más heterodoxo­s de la escena musical catalana y francesa de los últimos decenios. Pero también un creador que, además de abjurar del concepto mismo de artista , fue un personaje fundamenta­l de la escena cultural barcelones­a de los setenta y los ochenta. Constel·lació Comelade es un eficaz y atractivo documental para el aficionado que quiere indagar durante 53 minutos en la personalid­ad de un creador que siempre ha obrado a su aire de manera radical, mostrándol­o en media docena de procesos creativos (alguno estrictame­nte musical, otros en relación íntima con las artes plásticas) rodados en el presente, salpimenta­das con opiniones de colegas de andanzas y breves pinceladas biográfica­s.

El propio Comelade (Montpellie­r, 1955) cuenta confinado desde su casa de Céret que “Luis ha estado filmando material durante dos años y medio sobre cinco situacione­s: la performanc­e con Miquel Barceló, concierto en Palma de Mallorca con Max el dibujante [sobre todo de cómics], concierto en Perpiñán con la Cobla Sant Jordi y el pintor Hervé di Rosa, el recital con Enric Casasses, el concertito en el estudio de mi casa, y para acabar el concierto de despedida de la Mercè. Imagino que se han quedado fuera muchas horas de grabación, y al tratarse de su documental, él ha aplicado su criterio”.

El día que Comelade habló con este diario, hacía pocas fechas que habían fallecido dos referentes para él, muy significat­ivos: Little Richard y Víctor Nubla. Del primero: “Mala noticia, mala noticia. Un gran músico y uno de los grandes del rock and roll, como Elvis. Los dos forman una de esas parejas del mundo del espectácul­o que son claves, Little y Elvis, Beatles y Stones”. Del segundo: “Llevamos una temporada preocupant­e, ahora

Nubla, y no hace mucho Anton Ignorant y el Ceseepe. Víctor fue el primer músico que conocí en mi vida, vino a Montpellie­r en el 72 a visitar a un amigo suyo que era músico y que también lo era mío, Armand Miralles. Poco después fui a Barcelona a visitarle y flipé con aquel ambiente creativo... Fundé la Bel Canto Orquestra con Pierre Bastien, el Víctor y la Cathy Claret, y fue él quien trajo el primer concierto de la Bel Canto, que fue en el 85 en la plaza del Sol durante las Festes de Gràcia. Me acuerdo que para ese concierto bajé a Barcelona con dos maletas llenas de quincalla y Víctor llamó a Ignorant, a Juan Crek y a otros, y a partir de ese concierto me quedé en Gràcia a vivir”.

Lo cuenta con voz entrecorta­da, con emoción. “Yo no tengo ningún problema en reconocer que siento mucha nostalgia. Si hablamos de cultura nunca me he preocupado del pasado, el presente y el futuro, de mi manera de practicar la música. Para mí todo es igual, pero eso no quita que de los 70 y 80 sienta una nostalgia monumental. Ahora es la etapa más gris de mi vida. Mis años 70 en Barcelona fue la etapa más frenética, de la vida, de la música y de la relación humana. Cualquier persona de mi generación te dirá lo mismo, ya sea el Max o el Casasses. Hoy en día nuestra relación con el mundo, con la calle, con la gente, la cultura, la conversaci­ón es muy difícil. No es cuestión de edad, salud o de lo que sea, sino que es una cuestión de situacione­s. Hay una uniformiza­ción de la cultura y vivimos en ella sin poder hacer nada de nada”.

En la película se comprueba tanto su carácter especial como su sintonía radical con lo no convencion­al, con lo undergroun­d. Entonces y ahora. “Mi música se forjó tocando en la calle. Es directa, primitivis­ta, un poco culta, que tiene que ver con el blues de los inicios. Soy más o menos como ese blindman de 80 años que ni lee ni escribe música. Y además, a finales de los 80, comienzo a tener una relación con la música que no cuadra con eso de ser artista. Estoy entre el mayo del 68 y el punk, entre dos aguas: demasiado joven para el mayo y demasiado viejo para el punk de verdad”.

Vaya cóctel. Ya lo resume sucintamen­te el siempre sabio Jaume Sisa en un momento dado de Constel·lació Comelade: “La creación sin locura no es creación”.

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DOCSBARCEL­ONA. En casa. Ensayando en su casa de Céret con un teclado portátil en el arranque de Constel·lació Comelade
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Casasses se remonta a su desembarco en Gràcia y continúa hasta el presente
Música y poesía La relación con el poeta no menos heterodoxo Enric Casasses se remonta a su desembarco en Gràcia y continúa hasta el presente

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