La Vanguardia

Xi Jinping

Presidente de China

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

La iniciativa de aplicar una ley de seguridad nacional china en el territorio autónomo de Hong Kong amenaza con liquidar el principio de “un país, dos sistemas” que se implantó en la excolonia británica a partir de 1997.

“Es el fin de Hong Kong”. Esta es, con diferencia, la frase más escuchada en la excolonia británica desde que Pekín puso en marcha sus engranajes para implementa­r en este territorio una controvert­ida ley de seguridad nacional. Su anuncio fue recibido con gran indignació­n e inquietud por los colectivos prodemocrá­ticos –convencido­s de que se usará para limitar sus libertades y acallar las voces críticas–, ciudadanos de a pie e incluso por la potente bolsa local, cuyo índice Hang Seng registró la mayor caída (un 5,6%) de los últimos cinco años.

El plan del Partido Comunista chino para imponer una ley de este tipo se interpreta como una toma de control directa sobre los asuntos internos de Hong Kong y un ataque a la yugular del principio “un país dos sistemas”, que otorga un mayor grado de autonomía al territorio desde su vuelta bajo soberanía china hace 23 años. “Confirma que el Hong Kong que conocemos ha desapareci­do (...), con el PCCH determinan­do cuáles son sus leyes y cómo se harán cumplir”, analizó el influyente sinólogo Bill Bishop.

El borrador presentado ayer ante la Asamblea Nacional Popular establece un marco legal para “prevenir, detener y sancionar” cualquier acto “de traición, secesión, sedición, subversión” y otros comportami­entos que pongan en peligro la seguridad nacional. Además, prohípráct­ica, be la “actividad de fuerzas extranjera­s y externas” que interfiera­n en los asuntos del territorio, una de las críticas más recurrente­s de Pekín hacia Londres y Washington y a sus representa­ntes en la región durante el último año de movilizaci­ones.

Uno de los apartados que mayores recelos provoca es el que establece que “cuando sea necesario, los órganos relevantes del Gobierno central establecer­án agencias en Hong Kong para cumplir con las obligacion­es pertinente­s”. En la se teme que otorgue poderes de actuación a los servicios de seguridad e inteligenc­ia de la China continenta­l, algo que en la actualidad les está vetado. Aún no está claro qué prerrogati­vas tendrían –tareas de vigilancia, arrestos, etcétera– o cómo se coordinarí­an con las autoridade­s locales. “Si los agentes chinos pueden operar en Hong Kong, podrían usar los mismos métodos que en China. Ese sería nues

tro final”, se quejó el activista Leung Kwok Hung.

Cuando Hong Kong volvió bajo soberanía china en 1997, se estableció que serían las autoridade­s locales las encargadas de implementa­r una ley de Seguridad Nacional. Su primer intento en el 2003 topó con una gran oposición y lo archivaron a la espera de tiempos mejores. Pero con los años y el empeoramie­nto de la situación, en Pekín crecen los temores a que las turbulenci­as en la excolonia se conviertan en una amenaza para su propia estabilida­d. El auge de lo que ellos califican como “fuerzas anti chinas”, la radicaliza­ción de parte de la juventud hongkonesa, las veleidades independen­tistas de algunos y la posibilida­d de que sus aliados pierdan la mayoría en el Parlamento local en las legislativ­as de septiembre parecen haber colmado su paciencia.

Las autoridade­s locales, consciente­s de su incapacida­d para sacar adelante una ley de esta naturaleza por sí solas, mostraron su “completo apoyo” a la medida. “Asegurará a largo plazo la prosperida­d y la estabilida­d” en la ciudad, dijo en un comunicado la denostada jefa del Ejecutivo local, Carrie Lam, de visita en la capital china. Mientras, los aliados de su gobierno también se esforzaban por mandar un mensaje de calma y negar que la ley suponga una erosión para su autonomía. “Este no es el fin del un país dos sistemas”, aseveró el actual presidente del Consejo Legislativ­o, Andrew Leung. Sin embargo, sus palabras no impidieron que se produjeran ayer nuevos altercados entre miembros de la bancada oficialist­a y la oposición en la cámara.

La onda expansiva también se sintió en el extranjero. Desde EE.UU., el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que el plan “sería una sentencia de muerte” para la autonomía prometida a Hong Kong en 1997. “Urgimos a Pekín a que reconsider­e

“ESTABILIDA­D”

Las autoridade­s locales muestran su “completo apoyo” al paso dado por Pekín

INCÓGNITA

La movilizaci­ón afronta el reto de plantar cara al Gobierno central directamen­te

su desastrosa propuesta”, añadió. Por su parte, la portavoz de Exteriores de la UE, Virginie Battu-henriksson, dijo que “le damos una gran importanci­a al principio de un país dos sistemas”.

En Hong Kong, las redes sociales y organizaci­ones de la ciudad llamaban a la movilizaci­ón, algo complicado por las restriccio­nes imperantes por el coronaviru­s. Para muchos, la pregunta que se plantea ahora es cómo plantarle cara directamen­te al Gobierno central de Pekín, visto como mucho más intransige­nte y presto a usar la mano dura para acabar con cualquier disensión. “Es difícil prever qué pasará, pero habrá que intentarlo”, dijo una usuaria de LIHGK, la red social por la que se coordinan los manifestan­tes. Es muy probable que este fin de semana se registren incidentes.

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ANTHONY WALLACE / AFP Miembros de la seguridad del Parlamento de Hong Kong sacando ayer de la Cámara a un diputado prodemocra­cia

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