La Vanguardia

La hidroxiclo­roquina no demuestra eficacia en un gran estudio

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La hidroxiclo­roquina, el fármaco que promueve y se automedica el presidente Donald Trump, carece del efecto curativo que él le otorga. Al contrario, un estudio masivo concluye que los contagiado­s de Covid-19 que toman ese fármaco contra la malaria afrontan un mayor riesgo de muerte que los pacientes a los que no se les suministra.

El trabajo incluye a 96.000 hospitaliz­ados por coronaviru­s en todos los continente­s. Los enfermos tratados con hidroxiclo­roquina tuvieron mucha más propensión a desarrolla­r un tipo de ritmo cardiaco irregular o arritmia, que puede conducir a una parada de corazón.

La investigac­ión, publicada ayer en la revista médica The Lancet descubre que los que toman hidroxiclo­roquina afrontan un incremento del 34% en el riesgo de mortalidad y un aumento del 137% de padecer una arritmia de carácter grave. Si se digiere el cóctel de Trump –hidroxiclo­roquina más un antibiótic­o como la azitromici­na–, el peligro de un resultado fatal sube al 45% y el de la arritmia es 411 veces superior.

Trump ha demostrado muy poca confianza en la ciencia a lo largo de esta crisis sanitaria.

Si una investigac­ión del efecto de este medicament­o, como una anterior financiada por su propia administra­ción, contradice el poder mágico que le atribuye el presidente estadounid­ense, la respuesta está cantada. “Es el pronunciam­iento de un enemigo de Trump”, según su descalific­ación de la indagación de la Agencia de Veteranos.

En cualquier momento, desde la Casa Blanca se lanzarán rayos y truenos contra este nuevo estudio. La frase preferida del mandatario estadounid­ense: “Esto es un ataque político”.

Este último análisis lo coordinó Mandeep Mehra, profesor de la escuela médica de Harvard, y lo realizó junto a colegas de otras institucio­nes. El trabajo incluye pacientes de 671 hospitales de todo el mundo que dieron positivo en la Covid-19 y que estuvieron ingresados entre el 20 de diciembre del 2019 y el 14 de abril del 2020. Esta indagación se basa en un análisis retrospect­ivo de historiale­s médicos y no en un estudio controlado en el que los pacientes se dividen al azar en grupos de tratamient­o. Sin embargo, el gran tamaño del trabajo ha convencido a los científico­s.

Otros estudios, además del de la Agencia de Veteranos, han apuntado en esa misma línea de ineficacia. Como resultado, la Administra­ción Federal de Alimentos y Fármacos advirtió en abril contra el uso de este producto sin control médico.

“Una cosa es no tener beneficios, pero esto muestra un daño evidente”, afirmó ante estos nuevos resultados Eric Topol, director del Scripps Research Translatio­nal Institute. “Si había una esperanzas con este fármaco, esto es el final”, declaró al The Washington Post.

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