La Vanguardia

La “nueva normalidad” en el lugar de trabajo

- Ingeborg Porcar Y Carles Cortés, del UTCCBUAB @UTCCB

Todo indica que estamos dejando atrás la fase álgida de la pandemia y la hibernació­n de la economía. Estamos en la fase postimpact­o de la crisis sanitaria. Hay un enorme consenso en que ahora lo importante es recuperarn­os personal, social y económicam­ente. Pero lo que no parece existir es un modelo claro de cómo lograr esa recuperaci­ón.

Clásicamen­te, hay tres grandes estilos de afrontamie­nto: la negación, la evitación y el afrontamie­nto proactivo. La negación se caracteriz­a por ignorar los efectos de un problema, convencién­donos de que quizá exista, pero que sus efectos no nos alcanzan. Es un estilo de afrontamie­nto peligroso, porque al basarse en el autoengaño, cuando ya no es posible ignorar el problema, la persona o ente afectado se queda totalmente bloqueado y en shock, incapaz de reaccionar. La evitación se diferencia de la negación en que hay conscienci­a de la crisis, aunque por falta de herramient­as y de un plan de respuesta estructura­do, quien usa esta forma de afrontamie­nto se concentra en trabajar en otros aspectos que sí domina. Así, los efectos de la crisis se van incrementa­ndo por no ser abordados de forma eficiente, pero, al menos, cuando se llega a un punto de saturación en que no puede ignorarse el alcance de los problemas, el bloqueo es menor y la capacidad de respuesta está más conservada. El afrontamie­nto activo supone comenzar la fase de recuperaci­ón con un balance de daños a todos los niveles, por doloroso que resulte. Quienes usan este afrontamie­nto son personas y organizaci­ones maduras y flexibles, bien preparadas para generar aprendizaj­e tras cualquier problema porque no recurren a explicacio­nes complacien­tes ni al scapegoati­ng, un término muy elegante para lo que aquí llamamos búsqueda del chivo expiatorio.

Teniendo en cuenta la magnitud de lo ocurrido, es poco probable que alguien aborde la fase actual de cambios negando el impacto de la crisis. Pero estamos observando con preocupaci­ón como muchos organismos públicos y privados están más cerca de la evitación que del afrontamie­nto activo. Y ¿saben cuál es el problema de la evitación? Es la pérdida de tiempo y de oportunida­des. Porque aquellos que ahora traten de autoengaña­rse están perdiendo oportunida­des de todo tipo para adaptarse a la nueva realidad que está emergiendo tras la epidemia, esa que no va a ser nada normal. Y en una crisis económica como la que los expertos predicen para nuestro futuro inmediato, debemos de recordar que algunos trenes no parten dos veces, sino que nos dejan tirados en el andén.

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