¿Qué diría Delibes?
Ya en 1975, en su discurso de ingreso en la Real Academia, el escritor alertaba sobre los peligros del calentamiento global
Me preguntan los amigos cómo habría reaccionado Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) ante la pandemia del coronavirus. Celebramos este año el centenario del nacimiento del escritor castellano y me parece una buena pregunta el plantearse cómo habría reaccionado si estuviera aún entre nosotros. Es fácil imaginarse su primera reacción: entregarse de inmediato a contactar, a socorrer, a animar a todos sus familiares o a todos los amigos que hubieran contraído la enfermedad, más aún si se trataba de sus paisanos de Valladolid… Así había reaccionado en las grandes crisis con las que tuvo que enfrentarse en su dilatada existencia y pienso que también lo habría hecho ahora.
Pero pienso también que, después de esta primera y lógica reacción, Delibes
habría reflexionado sobre otros aspectos de la pandemia. ¿Era cierto que la boina de smog que se había instalado permanentemente sobre Pekín (hoy con más de veinte millones de habitantes) y que era responsable de miles de muertes cada año había desaparecido y que sobre la capital china lucía un sol espléndido? ¿Era cierto que la paralización del tráfico aéreo en Estados Unidos había mejorado la calidad del aire en todas las grandes ciudades americanas? ¿Era cierto que, en España, jabalíes y ciervos se paseaban de noche por las ciudades, como si la naturaleza recuperara territorios que durante mucho tiempo le estaban vedados? La tragedia que España ha vivido durante las últimas semanas, habría pensado don Miguel, hay que superarla cuanto antes…. Pero una vez hayamos superado esta situación, ¿no sería el momento de plantearse cómo queremos que sea nuestro futuro más inmediato?
Para especular sobre cómo podría haber sido la reacción de don Miguel me remito a sus propios escritos. Recuerdo que el día en que Delibes leyó su discurso de ingreso en la Real Academia, en aquella España convulsa de mayo de 1975, nos sorprendió a todos que el tema de su discurso fuera el Club de Roma y sus profecías sobre el calentamiento global, como si fuera eso –y no los últimos días de la dictadura de Franco– el verdadero problema con el que nos deberíamos enfrentar. El Club de Roma –esa reunión de sabios reunidos en Roma para discutir el calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero– proponía un crecimiento cero para todas las economías del mundo desarrollado. De aquí nuestro asombro ante las palabras que pronunciaba Delibes en aquel mayo de 1975, porque si había una cosa en la que franquistas y antifranquistas estábamos de acuerdo era en elevar nuestras tasas de crecimiento.
No me parece en absoluto casual que el último libro escrito por Delibes –en colaboración con su hijo el biólo
En ‘La tierra herida’, su último libro, explica cómo la especie humana está poniendo en peligro su propia existencia
go Miguel Delibes de Castro– fuera La tierra herida. El título mismo de la obra ya sugiere la influencia de James Lovelock que titula su última obra La
venganza de la tierra. Lovelock concebía la tierra como un ser vivo, en el sentido de ser un organismo capaz de autocontrolarse. El calentamiento global sería así la fiebre que ha contraído el planeta tierra y que debemos ahora entre todos intentar rebajar. La devastadora acción del hombre a lo largo y ancho de todo el planeta azul habría merecido lo que Lovelock llama la venganza de Gaya.
En este su último ensayo, Miguel Delibes no hace sino confirmar aquello que ya había diagnosticado treinta años antes en su discurso de ingreso en la Real Academia. Si antes había dado la voz de alerta, ahora proponía pasar a la acción. Confirmando las tesis de Lovelock, los Delibes nos explican que la tierra “no se está suicidando sino que nosotros la estamos matando”. Según las tesis de los Delibes, “la biodiversidad de nuestro planeta ha sido lo que le ha dado vida… Trillones de individuos de millones de especies interactuando entre sí… hacen que las condiciones de nuestro planeta sean favorables para la vida, de tal manera que la alarmante disminución de estas especies pone en peligro nuestra propia existencia”. La especie humana es la depredadora por excelencia de todas las otras especies de manera que al acabar con ellas estaría poniendo fin a su propia existencia.
Suele asociarse la figura de Delibes con sus historias del pasado, pero su mejor legado fueron sus historias de futuro, como esta que él no pudo vivir pero sí supo anticipar. A la hora de reconstruir España, como quiere ahora el Gobierno, escuchemos la voz de nuestro novelista.