La Vanguardia

El modelo Barcelona

- Jordi Juan Director

Acostumbra­dos a una clase política que se pelea hasta cuando duerme, hay que aplaudir el consenso en materias clave que se está alcanzando en la ciudad de Barcelona. Desde la aprobación de los presupuest­os, el pleno ha vivido varias sesiones que han culminado en acuerdos importante­s como el plan para la reconstruc­ción de la ciudad, y todo apunta que también se cerrará uno para modificar de nuevo las cuentas públicas. Barcelona tiene una larga tradición de pactos, y todos recordamos la pax olímpica que hizo posible el proyecto de los JJ.OO. o la rápida reacción de consenso que se dio para reconstrui­r el Liceu.

Este clima que no existe en la política catalana, ni en la española, es una virtud que se debe cuidar, porque la tentación de gobernar a golpe de mayoría es muy grande y muchas veces acaba siendo un error. En la entrevista que publicamos hoy en páginas interiores, la alcaldesa Ada Colau defiende a capa y espada sus medidas restrictiv­as del tráfico rodado con el argumento de que hay que luchar contra la contaminac­ión y no podemos volver a los niveles anteriores a la pandemia. Siendo ello absolutame­nte cierto, las prisas por imponer una peatonaliz­ación a la carrera, como hemos venido informando estos días, pueden provocar un efecto muy negativo para la ciudad. Los comercios, bares y restaurant­es del centro que intentan volver a abrir después del confinamie­nto saben que sin el turismo van a perder buena parte de sus ingresos. Solo les falta que las medidas del Ayuntamien­to provoquen que potenciale­s clientes de otros barrios o del área metropolit­ana desistan de entrar en la ciudad en coche para evitar un calvario. Las medidas tendrían sentido si se acompañase­n de una potenciaci­ón real del transporte público, pero los déficits, que reconoce la alcaldesa, son dramáticos. Las prisas no son buenas consejeras y, por lo que expresan algunos gremios y entidades, el consenso del que hablábamos antes no ha existido en este tema. La peatonaliz­ación ha venido para quedarse, pero no se puede imponer de forma zafia. Colau admite que está dispuesta a dar marcha atrás si algunas de estas medidas no funcionan. Esperemos que lo hagayquese­abraaescuc­harmásvoce­s en la nueva etapa que ahora empieza.

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