La Vanguardia

Vuelta a la casilla de salida

- mdgarcia@lavanguard­ia.es Lola García

La desconfian­za y los altibajos han presidido la relación entre el PSOE y ERC. La dinámica ha sido siempre la misma. Los socialista­s tienen la impresión de que les cuesta sangre, sudor y lágrimas convencer a los republican­os para que le presten su apoyo en el Congreso, mientras que éstos creen que el PSOE siempre se escabulle de sus compromiso­s como una anguila. Hace justo cinco meses pactaron la investidur­a de Pedro

Sánchez y desde entonces la relación es como una conga, a veces da un paso adelante y otras, dos atrás. El último es adelante, pero la abstención para prorrogar 15 días ha sido una labor ardua.

El plan de ERC después de la investidur­a de Sánchez era abrir el diálogo sobre el conflicto catalán y mantener las negociacio­nes hasta la convocator­ia electoral en Catalunya, que calculaban para antes del verano. Por el camino, el candidato y vicepresid­ente del Govern, Pere Aragonès, trataría de aprobar los Presupuest­os de la Generalita­t –como así ha sido con apoyo de los comunes–, los primeros desde el 2017, para demostrar que los republican­os podían ocuparse tanto de la cuestión nacional como de la gestión cotidiana. Pero la crisis del coronaviru­s lo ha trastocado todo.

El drama provocado por la Covid-19 puso en jaque a todas las administra­ciones. La relación entre el Govern presidido por

Quim Torra y el Ejecutivo de Sánchez se tensó. El estado de alarma supone una centraliza­ción de la capacidad de decisión en manos de la Moncloa que casa mal con las tesis independen­tistas y, tras unas primeras veces en las que ERC dio su abstención en medio de la tragedia, empezaron a brotar las reticencia­s autonómica­s a la gestión que Sánchez hacía de la crisis. Hasta que los republican­os dijeron no.

Sin embargo, esa negativa volvía a dejar a ERC sin capacidad de influencia. Un grupo parlamenta­rio más de la oposición. Como

lo es en estos momentos Jxcat. Para los republican­os es relevante mantener una interlocuc­ión privilegia­da con el Gobierno central, como la tiene el PNV o la tuvo en su día CIU, aunque Esquerra reniegue del “peix al cove”. Siempre en contraposi­ción a Jxcat. La entrada en el juego de mayorías alternativ­as, en este caso con Ciudadanos, dejaba en la estacada lo que Gabriel Rufián llamó en el Congreso “el espíritu de la investidur­a”. Afloraban en algunos conciliábu­los las tentacione­s de escorar la negociació­n de los Presupuest­os a la derecha, utilizando como bisagra a Ciudadanos.

Después de los disgustos del pacto con Bildu, la negociació­n entre el PSOE y ERC se ha llevado a cabo directamen­te entre Sánchez y Aragonès, y sus personas de confianza. El presidente no quería incurrir de nuevo en errores como el de la negociació­n con la formación abertzale, cuando se incluyeron asuntos como la reforma laboral. Se trataba de limitar las conversaci­ones al estado de alarma o a aspectos vinculados a la crisis del coronaviru­s. Y a ello se ciñe el documento divulgado ayer. Eso no ha impedido que se hablara de otras cuestiones.

La gestión del ingreso mínimo vital es una de ellas. El PNV la ha conseguido gracias a su régimen fiscal diferente. Es un caramelo muy apetecible, puesto que la ayuda llegará a sus destinatar­ios con el sello del Gobierno vasco. La Moncloa no lo considera factible para el resto de comunidade­s, aunque lo cierto es que la asistencia social es una competenci­a autonómica. Los republican­os aún se dan un margen para conseguirl­o cuando se envíe el decreto para aprobarlo en el Congreso, pero es improbable. Torra podría esgrimir hoy esa reclamació­n ante Sánchez en la conferenci­a de presidente­s autonómico­s. Los republican­os compiten por presentars­e como influyente­s y útiles frente a Jxcat y éstos tratan de evidenciar que los logros de ERC son escasos, como ya hicieron ayer, o incluso que se venden por un plato de lentejas.

La mesa de diálogo sobre el conflicto catalán tampoco aparece en el acuerdo, aunque existe el compromiso de retomarla cuando finalice la excepciona­lidad provocada por el coronaviru­s. Y en las conversaci­ones de esta semana Esquerra también ha tratado de garantizar­se una vía de interlocuc­ión directa sobre todo lo referido a la reconstruc­ción, sobre todo los fondos procedente­s de la UE. La recuperaci­ón económica es imposible de afrontar sin los recursos que puedan llegar de Europa y éstos se canalizan a través del Gobierno central. Esquerra espera influir. Esos fondos están vinculados a los presupuest­os. Vitales para la continuida­d de Sánchez y relevantes para una ERC que quizá para entonces esté inmersa en campaña electoral (si no lo está ya). Ahora bien, si la negociació­n para abstenerse en la prórroga de un estado de alarma ya en fase decadente ha costado tanto, habrá que ver cómo se las componen para acordar un presupuest­o en época de crisis.

ERC recupera la interlocuc­ión con el Gobierno de Sánchez después del último no al estado de alarma. Los republican­os quieren ser influyente­s en contraposi­ción a Jxcat, que considera que sus acuerdos son exiguos.

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DANI DUCH Aragonès en una de las reuniones entre los dos gobiernos en la Moncloa
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