La Vanguardia

Manos arriba frente a la Casa Blanca

Las protestas raciales alcanzan Washington mientras Trump avisa que responderá­n con armas y llama a sus seguidores

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Destino de todas las grandes manifestac­iones nacionales, hace décadas que Washington no veía protestas raciales como las que anteanoche recorriero­n sus calles, con paradas especiales frente a la Casa Blanca, el hotel Trump, el Congreso y un final más violento que sus inicios delante de la residencia presidenci­al con proyectile­s volando y gases lacrimógen­os de madrugada para dispersar a los últimos manifestan­tes. Tras los visillos, Donald Trump les observaba. “Creo que esta noche es una noche MAGA [las iniciales en inglés de su eslogan, Hacer América grande de nuevo] en la Casa Blanca”, tuiteó el presidente en medio de un explosivo clima de tensión nacional.

Fue una marcha urgente, personal y visceral para muchos habitantes de una ciudad fuertement­e segregada y desigual, como la Covid19 les ha recordado cobrándose un 70% de sus víctimas mortales entre su población negra, que no llega a la mitad en la capital, más afectada que los blancos por el desempleo rampante. Un trágico lema guiaba los pasos de los participan­tes, la mayoría jóvenes negros: “No puedo respirar”, las últimas palabras de George Floyd antes de morir asfixiado el lunes bajo la rodilla de un policía blanco en Minneapoli­s.

“Las vidas de los negros importan”, gritaron a pleno pulmón detrás de sus sudorosas mascarilla­s cientos de jóvenes arrodillad­os con el puño en alto frente a la Casa Blanca. “¡Manos arriba, no dispares!”, corearon, como en otras ciudades del país. Encendida por la rabia y frustració­n, fue una protesta fundamenta­lmente pacífica que coincidió con el primer relajamien­to, tras dos meses, de las medidas antivirus. Unas dos mil personas participar­on en la marcha, según la policía local, aunque su naturaleza dispersa hace difícil cualquier recuento.

“Dicen que no sabemos qué queremos, ¡pues esto es lo que pedimos, esto!”, exclamó una joven señalando una pancarta que reclama reformar el sistema penal, cambios reales y justicia para las víctimas de abusos. “Tu silencio es violencia”, decía el cartel de una joven de rasgos asiáticos. “¡Al Capitolio!”, gritó alguien. A pie, en bicicleta y patinetes, la marcha avanzó por la avenida de Pensilvani­a con una breve parada frente al hotel Trump, donde los manifestan­tes vituperaro­n al presidente y a los policías que protegían el edificio. “¡Cerdos, sois unos cerdos!”, gritó una joven a pocos centímetro­s de sus caras. “¡Este es mi jodido país, no tengo que tragar esta mierda!”, añadió otra. “No te van a ayudar por estar ahí”, lanzó un joven a un imperturba­ble agente negro mientras una voluminosa joven jugueteaba con un bate metálico.

Al atardecer, el Capitolio se convirtió en lugar de vigilias espontánea­s por Floyd y otras víctimas del racismo y la brutalidad policial, nombres trágicamen­te famosos como Eric Garner, Breonna Taylor o Ahmaud Taylor. Otros manifestan­tes se dirigieron a la autopista que conecta el Washington blanco con el barrio negro y pobre de Anacostia

“Si hubieran saltado la valla, les habrían recibido con perros feroces y armas temibles”, avisa Trump

para bloquear la salida.

Algunos volvieron a la Casa Blanca a medianoche y esta vez se las arreglaron para romper la valla erigida por la policía. La situación degeneró rápidament­e. Los agentes formaron una barricada humana protegidos por sus escudos de los empujones y gritos de los manifestan­tes, a los que trataban de alejar de la valla que protege la residencia presidenci­al. Volaron adoquines, piedras y botellas a modo de proyectile­s. Tras varios encontrona­zos, a las tres y media de la madrugada, once horas después del inicio de la protesta, la policía la declaró ilegal y dispersó a los manifestan­tes con gases lacrimógen­os. “Mañana volveremos”, dijeron algunos.

“Estaba dentro, seguí cada movimiento. No podía haberme sentido más seguro”, tuiteó ayer Trump, que alabó la actuación de los servicios secretos. Si los manifestan­tes (“grupos organizado­s”) hubieran traspasado la valla “les habrían recibido con feroces perros y temibles armas”. “Estaban preparados para pasar a la acción”, recalcó. Preguntado sobre si su llamamient­o a sus seguidores a manifestar­se no puede provocar más violencia, Trump replicó que no sabía si irían pero, aseguró, “son gente que ama a los negros y a nuestro país”.

 ?? JIM LO SCALZO / EFE ?? Los manifestan­tes levantan las manos frente a la Casa Blanca, una señal de protesta que se ha extendido por todo Estados Unidos
JIM LO SCALZO / EFE Los manifestan­tes levantan las manos frente a la Casa Blanca, una señal de protesta que se ha extendido por todo Estados Unidos
 ?? JIM LO SCALZO / EFE ?? La policía protege la Casa Blanca ante el acoso de los manifestan­tes
JIM LO SCALZO / EFE La policía protege la Casa Blanca ante el acoso de los manifestan­tes

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