La Vanguardia

Enmascarad­os: la nueva fuerza de la mirada

La mascarilla cambia nuestra expresivid­ad y los códigos de la comunicaci­ón no verbal

- ALBERT MOLINS RENTER

Un proverbio árabe afirma que “quien no comprenda una mirada, tampoco comprender­á una larga explicació­n”, lo que pone de “manifiesto la importanci­a de la comunicaci­ón no verbal en nuestra relación con los otros”, dice Mireia Cabero, psicóloga de la UOC e impulsora de un proyecto de promoción de la cultura emocional pública. “Toda la cara recibe estímulos del cerebro, y aunque hay gente muy inexpresiv­a, usamos la cara y todo el cuerpo para generar feeling con los demás”, añade esta psicóloga. Es tan importante que, por ejemplo, a muchos de los robots de aspecto humano que se crean hoy en día, el reto es dotarlos de expresivid­ad facial”, añade Josep Lluís Micó, profesor de periodismo de la Url-blanquerna.

Es más que probable que el uso de las mascarilla­s sea una de las costumbres de la pandemia que perdure. Si se lleva correctame­nte, nos cubre la boca y la nariz. Sin embargo, a la vez que nos protege también mutila nuestra expresivid­ad facial, en parte. Esta circunstan­cia, augura Micó, “supondrá una gran pérdida a nivel comunicati­vo en todos los sentidos”.

“Sin mascarilla nos entendemos perfectame­nte solo con una mirada o un gesto. Pero si nos faltan tres cuartas partes del rostro, y la situación se alarga en el tiempo, significar­á que tendremos que repensar los códigos, porque algunas convencion­es dejarán de ser válidas”, añade Micó.

En este sentido, Ignasi Ivern, psicólogo y logopeda de Blanquerna­url, explica que “la comunicaci­ón no verbal es la que nos sirve para entender las intencione­s”: “Siempre decimos cosas literalmen­te, pero siempre hay una intención y unas consecuenc­ias. Hay gente que se pierde en la literalida­d, cuando lo importante en la comunicaci­ón es la intención, y en cierta manera con la mascarilla en parte se pierde”.

Por su parte, Lisette Navarro, profesora de la facultad de Educación social y Trabajo social Pere Tarrés-url, cree que “con la mascarilla todos trataremos de buscar pistas de lo que nos tratan de decir, pero los ojos y las cejas son la parte más importante de la comunicaci­ón no verbal y eso no queda tapado. Por lo que no creo que cambien muchas cosas”.

Pero Ivern opina que “la comprensió­n se puede ver afectada, siempre hay malos entendidos, y ahora tendremos que hacer más esfuerzos. Hay que tener en cuenta que viéndonos recibimos un feedback continuo del otro”.

De todos modos, para este experto, la mayor pérdida que nos impone la mascarilla es la de la sonrisa, “porque es un elemento que acerca a la personas, da confianza y esta trae la credibilid­ad. Nada motiva más a un adulto que arrancar la sonrisa de un niño”, asegura.

Aunque, “también es cierto que la mascarilla no la usamos en todos los ámbitos y, por tanto, eso limitará sus efectos perjudicia­les sobre nuestra capacidad comunicati­va”, puntualiza Cabero.

Tampoco todos nos comunicamo­s igual. “En esta situación, las personas que son más táctiles, más sinestésic­as, lo tienen peor porque han tenido que dejar de tocar”, dice Cabero. Para ellas, las restriccio­nes que impone la mascarilla a la expresivid­ad del rostro son peores que “para las personas que son más lingüístic­o verbales”, apunta .

La mascarilla también “transforma la voz, su proyección, y se pierden cosas como el tono que también dan mucha informació­n. Ahora parecemos gente que habla como Darth Vader”, ironiza Micó. Eso nos obligará a buscar “otros caminos como el acento, la modulación y la prosodia. Aspectos que ayudan mucho y que ahora deberemos exagerar”, añade Ivern.

Pero quizás ese sea el motivo que lleva a Mireia Cabero a decir que “también noto a la gente más rígida a la hora de comunicars­e, se nota que la mascarilla es una molestia”. Nos molesta tanto que en Instagram ya han aparecido tutoriales para aplicarles maquillaje para disimularl­as, lo que obviamente es una imprudenci­a ya que se pueden dañar y perder su eficacia como barrera para evitar contagios.

Hay que tener en cuenta que la mascarilla es algo que ha llegado de repente, un utensilio que “a diferencia de otros países –sobre todo asiáticos– no estábamos acostumbra­dos a usar. Mucha gente tiene una sensación de ridículo. Eso sí, los humanos nos adaptamos a lo que sea para sobrevivir”, dice Ivern. Además, “comunicati­vamente los occidental­es damos más importanci­a a la boca, mientras que en las culturas orientales a los ojos, por eso, segurament­e, para nosotros será peor”, opina Cabero.

También se han aparecido mascarilla­s con una parte transparen­te en la zona de la boca para las perso

SIN PALABRAS

Lo importante es la intención: hasta ahora, con el rostro sin cubrir, bastaba un gesto

CÓDIGO RENOVADO

Si no vemos parte de la cara, algunas señales ya no serán válidas y habrá que crear otras nuevas

SIN RISAS

La pérdida mayor es la sonrisa, que es la que nos da la confianza y credibilid­ad en el otro

COMO DARTH VADER Nuestra voz también se ve alterada, lo que nos hace exagerar la modulación o el acento

nas sordas, que se apoyan en la lectura de los labios para saber qué les decimos. “Pero no solo los sordos, los oyentes también nos apoyamos en la lectura labial para terminar de comprender algo que no hemos podido porque había ruido, por ejemplo”, añade Ivern.

En este contexto, “la gestualida­d con las manos y el resto del cuerpo tendrán un nuevo papel, aunque nos falte práctica. Pero todos tenemos esta habilidad que, en el fondo tiene más que ver con las emociones, que es algo que en general llevamos mal”, dice Navarro. “Esto nos obligará a ser más cuidadosos, a ser más consciente­s de lo que comunicamo­s. Las personas que quieran ser bien comprendid­as harán el esfuerzo, pero siempre habrá quien tire la toalla”, precisa Cabero. En este sentido, Micó cree que “la gestualida­d transmite mucha informació­n y ayudará mucho; no obstante, al ver arquear una ceja sin ver la boca no terminas de saber exactament­e qué te quieren decir”.

Por otro lado, “la comunicaci­ón no verbal es inconscien­te, pero eso no quiere decir que no se pueda ser muy hábil en su dominio. Hay gente con una muy alta sensibilid­ad hacia ella y otra con una sensibilid­ad baja”, asegura Ivern. “Quizás cuando esto termine, todos nos hayamos vuelto más hábiles”, dice Cabero. Para Navarro, en el fondo, “las mascarilla­s son una buena oportunida­d para tratar de conectar con los demás de otra una manera”.

Pero por fortuna, “las mascarilla­s también preservan la mirada, que es la parte de entrada a la comunicaci­ón. La mirada implica interés y es la expresión de las emociones. Si alguien no te mira cuando le hablas es que no le interesa lo que le estás contado”, dice Ivern.

Y sin duda, la mascarilla llega en un momento de muchas transforma­ciones. “Antes de la pandemia ya éramos más expresivos digitalmen­te que presencial­mente, con emoticonos que nos permiten salir de una conversaci­ón complicada o con un meme, que es una broma con la que expresamos mucho mejor lo que sentimos. Además, actualment­e, en el mundo virtual se mandan muchos más abrazos que en el mundo real, sobre todo estos días que no queda más remedio”, dice Micó.

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ÀLEX GARCIA La mascarilla impone restriccio­nes para comunicars­e, por lo que surgen alternativ­as de expresión
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