La Vanguardia

Siempre el primer voluntario de La Garriga

- I. Orovio

Si hubiera podido ser enterrado con normalidad, las exequias de Salvador Solà –alias Vadó– habrían llenado la iglesia de La Garriga. En todos los pueblos existe una persona a la que todo el mundo conoce y quiere, y en esta localidad del Vallès Oriental esa persona era Vadó Solà.

Pero Vadó Solà murió a finales de marzo, a los 86 años, y a su entierro apenas pudieron asistir su hermano y su sobrino, Lluís y Oriol Solà. Del sepelio se hizo un reportaje fotográfic­o y de video que recoge el digital lagarrigad­igital.cat: solo de esta manera pudo asistir el pueblo a la ceremonia.

Nacido en 1933, Vadó entró pronto a trabajar como hombre-para-todo en la multinacio­nal Franck Khel, donde durante tres o cuatro décadas, hasta que se jubiló hace veinte años, se encargaba de toda clase de gestiones y recados. “Era un trabajador incansable”, explica su sobrino, Oriol Solà. Esa misma energía le vinculó durante toda su vida, siempre soltero, con toda clase de entidades y actos de la localidad.

Siempre era el primero en ofrecerse para actuar en los ‘pastorets’, para colgar carteles del Club Basket La Garriga, para echar una mano cubriendo de pétalos las calles en las fiestas de Corpus o cortando el tráfico en las carreras atléticas.

Vivía en la residencia Asil Hospital de La Garriga, donde el virus causó estragos. Tras detectárse­le la enfermedad, Vadó falleció en apenas cuatro días, el 28 de marzo. /

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