La Vanguardia

Las angustias de los más pequeños

- JOSEP PLAYÀ MASET

El Centre Socieducat­iu Poblenou es uno de los 28 que están adheridos a la Fundació Pere Tarrés y por primera vez desde que se inauguraro­n las reformas en noviembre del 2016 ha tenido que cerrar sus puertas por el coronaviru­s. Pero la actividad no ha cesado y el equipo de doce personas que atiende el centro ha realizado un seguimient­o telemático de los 156 menores y sus familias que utilizaban las instalacio­nes. Y desde esta semana se realizan ya encuentros presencial­es con cita previa en el centro.

Cristina López, directora del centro, explica como ha sido esa reconversi­ón del trabajo. “La primera semana hicimos un filtro de aquellas familias que podían tener más problemas, especialme­nte si se habían quedado sin trabajo, y por lo tanto sin recursos. Y ya en la segunda semana, tras hablar con ellas y detectar sus necesidade­s, se intentaba atender sus demandas en coordinaci­ón con los servicios sociales del barrio”. En ocasiones esas llamadas telefónica­s tienen un efecto casi terapéutic­o porqué permiten un cierto desahogo. Aunque solo sea para decir un “no tengo nada en la nevera” o “mi hijo se niega a hacer los deberes y no sé qué hacer”. A mediados de la segunda semana ya se empezó a explicar cuentos, canciones, juegos o manualidad­es, a través de Instagram, que pudieran entretener a los más pequeños, y generalmen­te con las madres se utilizaba Facebook para atender dudas o resolver cuestiones. Se detectó también que unos 25 niños no tenían ni ordenador ni internet y se pudieron repartir algunas tabletas.

Pero la labor de los educadores se ha ampliado. Puntualmen­te han distribuid­o packs alimentari­os en los domicilios o han tenido que solucionar cuestiones burocrátic­as, desde la solicitud de prórrogas de alquiler a resolver la preinscrip­ción del próximo curso. Hay que tener en cuenta que un 70% de las familias atendidas en ese centro del distrito de Sant Martí son inmigrante­s, con predominio de marroquíes, y no siempre dominan el idioma.

“Desde la tercera semana –continua explicando Cristina López– dos psicólogos del centro atendieron problemas relacionad­os con el confinamie­nto. Así como en el caso de los niños pequeños los problemas suelen ser de angustia, de dificultad para comprender el porqué del encierro, en el caso de los mayores se dan casos de chicos que no quieren salir de su habitación, ni incluso cuando pueden”.

“Niños que hablaban mucho, estaban callados, lo que indica que a nivel relacional han dado un paso atrás”

Nerea, educadora del centro, explica la dificultad de dialogar con los niños por teléfono o videoconfe­rencia. “Niños que generalmen­te hablaban mucho, estaban callados, lo que indica que a nivel relacional han dado un paso atrás”. Pero cuando las familias pudieron empezar a salir a la calle con los niños “se vio una mejora, sobre todo en aquellos que viven en pisos muy pequeños, que ya no estaban tan alterados”.

Ahora, se preparan los casals d’estiu, que empiezan el 22 de junio. La lista de inscripcio­nes ya está cerrada y las familias esperan su inicio con gran interés.

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Uno de los educadores del Centre Socioeduca­tiu Poblenou atiende a una madre y a sus hijas
MANÉ ESPINOSA Uno de los educadores del Centre Socioeduca­tiu Poblenou atiende a una madre y a sus hijas

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