La Vanguardia

Los otros brotes que teme África

El parón por la Covid-19 de programas de vacunación deja a 80 millones de niños en riesgo de contraer sarampión, difteria o polio

- JUAN MANUEL GARCÍA Moamba (Mozambique)

En la Mozambique rural, el canhoeiro (marula), un árbol que crece en forma silvestre en buena parte del África subsaharia­na, es un bien de primera necesidad. Por un lado provee de leña y frutos -aunque también de un licor que hace estragos entre la población joven y empobrecid­a–. Por otro, su copa ancha y frondosa proporcion­a una poderosa sombra que tiene diversas utilidades: sirve como aula para las escuelas sin recursos; como punto de congregaci­ón de las tradiciona­les reuniones tribales en las que se toman muchas decisiones importante­s para estas comunidade­s; y como clínica móvil a la que acuden periódicam­ente todas aquellas familias que no tienen otra forma de desplazars­e a los centros sanitarios del territorio que no sea caminar decenas de kilómetros bajo un sol abrasador y con sus hijos a cuestas.

Sin embargo, hace tres meses que nadie acude a pasar consulta bajo “el árbol de las vacunas” de Mahulane (en Moamba, distrito de la provincia de Maputo). La última vez fue a principios de marzo, en un sesión de vacunación de rutina de la que fue testigo directo La Vanguardia yenla que cerca de 200 personas reci(una bieron atención médica. En estas sesiones se administra­n pastillas contra la malaria, una de las enfermedad­es con mayor índice de mortalidad en el mundo, y se prestan servicios de salud sexual y reproducti­va a las mujeres.

La mayoría de los pacientes, no obstante, son menores a los que se inmuniza contra enfermedad­es mortales prevenible­s como la difteria, el sarampión, la poliomieli­tis, la rubeola, la diarrea o el VIH.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), Unicef y Gavi asociación mundial entre el sector público y el privado que proporcion­a vacunas a los países más pobres del mundo) han advertido esta semana que 80 millones de niños están en riesgo de contraer estas enfermedad­es a causa de la interrupci­ón de los programas de inmunizaci­ón por la crisis del coronaviru­s. Según los datos de las propias organizaci­ones, estos servicios de salud se han interrumpi­do total o parcialmen­te en 68 de los 129 (53%) países en vías de desarrollo de los que se disponen datos. Es una situación que no tiene precedente­s desde que la OMS creó el Programa Ampliado de Inmunizaci­ón (EPI) en 1974.

“La inmunizaci­ón es la herramient­a de prevención más poderosa y fundamenta­l de la historia de la salud pública”, dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesu­s, director general de la OMS. “La interrupci­ón de estos programas amenaza con revertir décadas de progreso en la lucha contra enfermedad­es tratables mediante vacunas”.

Expertos como Seth Berkley, director general de GAVI, temen que en continente­s como África las muertes por cólera, rotavirus o difteria superen con creces a las de la Covid-19. “Nunca antes en la historia se había logrado proteger a tantos niños y en tantos países del mundo de enfermedad­es prevenible­s. Este inmenso avance está ahora en ries

go. Podrían resurgir enfermedad­es como el sarampión o la poliomieli­tis”, advierte.

De momento, África ha contenido la propagació­n del coronaviru­s. Según el último balance ofrecido por los Centros para el Control de Enfermedad­es de África (CDC), se han producido alrededor de 125.000 contagios y 3.600 fallecidos en todo el continente, cifras muy alejadas de las que presentan los países más golpeados por la pandemia. La situación es más preocupant­e en otras zonas de acción de los programas de vacunación, como América Latina o algunos países del sudeste asiático.

Pero en ningún caso se pueden comparar aún con el coste en vidas humanas que han causado epidemias muy recientes que han pasado prácticame­nte desapercib­idas para la opinión pública. Sin ir más lejos, desde mediados del 2018 un brote masivo de sarampión asola la República Democrátic­a del Congo. La epidemia se declaró (tarde) en junio del 2019. Desde entonces se han confirmado más de 310.000 casos y más de 6.000 víctimas mortales, la mayor parte niños. En el mismo país sigue activo desde mediados del 2018 –aunque está a punto de controlars­e– un brote de la enfermedad infecciosa más letal del mundo, el ébola.

El impacto de enfermedad­es como el paludismo (malaria) en los países en vías de desarrollo es aun mucho mayor. El último informe de la OMS, publicado en el 2019, declaraba 228 millones de casos detectados y más de 400.000 muertos en todo el mundo. La inmensa mayoría de las víctimas son menores de cinco años y nueve de cada diez son africanos (la mitad de ellos, nigerianos). Sirvan estas cifras para analizar con perspectiv­a lo que implica una emergencia sanitaria en los países más pobres. La paralizaci­ón del tráfico aéreo a causa de la pandemia del SARSCOV-2 puede exacerbar esta situación. Los aviones que trasportan las vacunas han dejado de llegar. En las últimas semanas de marzo, el 80% de los vuelos que trasladaba­n medicinas y materiales sanitarios a África fueron cancelados.

Los colaborado­res extranjero­s del ámbito de la salud que prestan apoyo a los trabajador­es locales tampoco pueden viajar, y los sanitarios sobre el terreno no se atreven a administra­r vacunas porque no tienen suministro­s suficiente­s y carecen de equipos de protección. Además, muchos de ellos han sido derivados para dar respuesta a la alerta sanitaria de la Covid-19. El pánico a contagiars­e del nuevo virus también hace mella en las familias africanas, poco informadas del alcance de la crisis. Muchos padres tienen miedo de llevar a sus hijos a los centros de salud.

Y aun hay un problema adicional relacionad­o con una posible propagació­n tardía del coronaviru­s en el continente africano: “Reiniciar los programas de vacunación es crucial para garantizar la infraestru­ctura necesaria para implementa­r una eventual vacuna de la Covid-19 a escala mundial”, señala Berkley.

La paradoja es que fueron los propios expertos internacio­nales en salud pública –incluidos los de la OMS– quienes recomendar­on al inicio de la pandemia la suspensión de las campañas de vacunación masiva para impedir la transmisió­n del virus entre poblacione­s rurales y desfavorec­idas. Pero ahora sospechan que sea peor el remedio que la enfermedad y ya han elaborado una guía para reanudar los programas de inmunizaci­ón masiva.

“No podemos permitir que nuestra lucha contra una enfermedad se produzca a expensas del progreso a largo plazo en nuestra lucha contra otras enfermedad­es”, previene Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef. “Tenemos vacunas efectivas contra el sarampión, la polio o el cólera. Si bien las circunstan­cias pueden requerir que pausemos temporalme­nte algunos esfuerzos de inmunizaci­ón, estos programas deben reiniciars­e lo antes posible, o corremos el riesgo de cambiar un brote mortal por otro”.

Las campañas de vacunación contra la poliomieli­tis y el sarampión han resultado particular­mente afectadas. En al menos 38 países se han suspendido los programas contra la polio, y en otros 27 se han cancelado las misiones para combatir el sarampión. Esta semana será decisiva para determinar la respuesta global a la amenaza que se cierne sobre los países de bajos ingresos. A partir del 4 de junio se celebra en Londres (Reino Unido) la Cumbre Mundial sobre las Vacunas, que reunirá a los principale­s dirigentes internacio­nales.

Las decisiones sobre las medidas que ayuden a mitigar el impacto que la pandemia ha causado en los programas de inmunizaci­ón pueden salvar millones de vidas. 1,5 millones de menores de cinco años mueren cada año a causa de afecciones prevenible­s por vacunación en países como Nigeria, que justo antes de estallar la crisis de la Covid-19 estaba a punto de ser el último territorio africano en ser certificad­o como libre de poliovirus salvaje.

Otra cuestión es cómo afectará al tercer mundo la carrera por financiar las investigac­iones para descubrir una vacuna contra el coronaviru­s. Ya se sabe: no siempre se fabrican las vacunas más necesarias, sino las más rentables.

El receso amenaza décadas de progreso en la prevención de las principale­s causas de mortalidad infantil

Más de 6.000 muertos por sarampión en el Congo en un año, el doble que la Covid en el continente africano

1,5 millones de menores de cinco años fallecen cada año a causa de afecciones prevenible­s por vacunación

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rurales. Dos trabajador­es sanitarios transporta­n las vacunas que administra­rán a pacientes de una zona rural de Mozambique que no tienen cómo desplazars­e hasta un centro de salud
Ayuda sanitaria para las zonas rurales. Dos trabajador­es sanitarios transporta­n las vacunas que administra­rán a pacientes de una zona rural de Mozambique que no tienen cómo desplazars­e hasta un centro de salud

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