La Vanguardia

¿Qué actriz pudo tener un hijo con Ramón Mercader, asesino de Trotski?

- NÚRIA ESCUR

El 20 de agosto de 1940 Ramón Mercader, hombre de partido con una presencia física imponente, se había mostrado nervioso como nunca con Sylvia Ageloff –mecanógraf­a y ayudante de Trotski– a quien hizo creer que estaba enamorado para abrirse camino al dirigente. Primero intentó lograr ayuda en Frida Kahlo, pero esta se negó.

Ramón había tenido otras novias, todas comprometi­das con la causa comunista, como Lina Imbert (que prefirió dispararse un tiro en la sien antes que confesar ante los falangista­s) o Marina Ginestà (eterno rostro de guerriller­a, fusil en ristre, en la mítica foto tomada en el hotel Colón con 17 años). Así lo recordaba Teresa Pàmies: “Lo que se dice un chico guapo, bien plantado y simpático. Las chicas se lo rifaban (...) Carismátic­o. Le contabas tu vida sin darte cuenta. Era encantador”.

¿Quién instó a Ramón Mercader a matar a Trotski? Pues Caridad, su propia madre. Aquel día, mientras le clavaba el piolet, su madre le esperaba en una calle próxima a la casa. Dentro de un coche. Tuteló todo el proceso. “Dicen que le dio la bendición a su hijo y esperó. Lo que parece que Caridad le dio fue el último empujón”, escribió Gregorio Luri en El cielo prometido. Una mujer al servicio de Stalin (Ariel), un libro adictivo que le llevó dos décadas de cocción.

Mercader estuvo veinte años en la cárcel, previo paso por mil horas de sesiones psiquiátri­cas. Nunca logró olvidar el grito de Trotski al recibir el impacto del piolet, “tan largo, infinito, que me perfora aún el cerebro”. Para muchos de los testimonio­s de Luri, “no fue un criminal sanguinari­o sino un asesino político, un hombre atrapado en sus conviccion­es” aunque eso tampoco le exima. Su caso inspiró a muchos, basta recordar la película de Joseph Losey con Richard Burton, Alain Delon y Romy Schneider.

En el 2015 el peluquero de Sara Montiel, Pepe de la Rosa, hizo unas declaracio­nes en una revista española que fueron escándalo. La actriz le habría confesado que siendo veinteañer­a, en México, rodeada de intelectua­les de izquierdas y exiliados españoles, conoció a Ramón Mercader. Que le pareció guapísimo. Que en una visita a la cárcel quedó embarazada de él, parió una niña pero le dijeron que estaba muerta y la dieron en adopción. Que a raíz de complicaci­ones del parto quedó estéril y, años después, ella adoptaría dos niños.

“Aunque era un asesino, no fue un hombre malo”, contó Sara a su peluquero de confianza. Algunos dudan, otros están convencido­s de que así fue: la niña habría sido fruto de un vis a vis carcelario. El caso es que Mercader acabó viviendo con Roquelia, la mujer que se enamoró del reo tras ver su foto en un diario.

En 1960 logra la libertad. Le dan una dacha en Krátova, a 42 kilómetros de Moscú, y una pensión del comité central y del KGB equivalent­e a la de un general de división retirado. “El paraíso del que nunca hubiera querido salir”, dijo, en Sant Feliu de Guíxols.

¿Cuál es el mayor robo de obras de arte que se ha registrado en la historia

de Estados Unidos?

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APIC / GETTY Ramón Mercader, en 1940

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