Agradecida vuelta al dance-pop
Estos tiempos de pandemia, desescalada y fases varias han trastocado, entre otras muchas otras cosas, los timings musicales, los lanzamientos de las novedades, los formatos, la periodicidad. Las cataratas de singles se solapan prácticamente con los álbumes de los que forman parte, causando como mínimo la disminución del efecto sorpresa/expectación tanto de uno como de otro. Por ejemplo, en la última semana Lady Gaga adelantaba dos de los temas con más gancho del que iba ser su inminente álbum: el Rain on me elaborado junto a Ariana Grande, y pocos días después el Sour candy junto a las chicas de Blackpink. Y unas cuantas horas después, este entretenido Chromatica.
Una obra con la que regresa a esa estética dance-pop que la encumbró hace un decenio, y que había aparcado en los últimos tiempos con sus indagaciones e inmersiones en otros escenarios artísticos y sonoros (Joanne y, sobre todo, la banda sonora de A star is born). Chromatica es una vuelta a esa puesta en escena y a aquel exitoso abecedario sonoro, pero sin pretensión de darle la vuelta o ponerlo al día. Ello no quita que el acervo adquirido y su propia valía resulten agradables de apreciar en los temas de aroma tecno y house elaborados por productores de la talla de Bloodpop, Burns y Axwell. Pero paradójicamente, el disfrute es sobre todo intenso cuando emerge ella sola más allá de vistosos e innecesarios interludios de cuerda, alusiones literarias y colaboraciones de lujo.