La Vanguardia

Hacia la crisis definitiva del Govern

- Isabel Garcia Pagan @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es

Dos llamadas telefónica­s provocaron la tarde del sábado las iras del president de la Generalita­t. La del vicepresid­ent Pere Aragonès y la del presidente Pedro Sánchez. Fueron llamadas para informarle del acuerdo, “por cortesía”, sostienen los negociador­es. La primera indignó sobremaner­a a Quim Torra y volvió a poner sobre la mesa lo que el president considera una nueva deslealtad de sus socios en el Govern. Aragonès replicó ayer: “No aceptaré que me digan qué tiene que votar ERC”. La segunda sirvió para que trasladara a Sánchez que no se daba por aludido con el pacto entre el PSOE y ERC y que quiere sus competenci­as ya, no en la tercera fase. Ayer lo reiteró en la conferenci­a de presidente­s autonómico­s. En ERC se defienden: “También dijo en su momento que no se sentaría en la mesa de diálogo”.

El encontrona­zo supone una nueva vuelta de tuerca en las tensas relaciones entre republican­os y Jxcat, aunque solo Torra y su entorno –Laura Borràs– han manifestad­o con vehemencia su malestar en esta ocasión. Los republican­os creen que el Govern “no se aguanta” pero ahora también limita la responsabi­lidad de los choques constantes al president.

La coalición había cronificad­o su crisis desde que el 29 de enero Torra dio por acabada la legislatur­a y proclamara que “ningún gobierno puede funcionar sin unidad estratégic­a común y lealtad”. La Covid-19 evitó que llegara el momento de convocar elecciones y el Govern avanza irremediab­lemente hacia la crisis final sin fecha conocida para ir a las urnas.

El diagnóstic­o sigue siendo el mismo que hace cinco meses. Con algunos matices. Jxcat, que entonces incluso se planteó en alguna reunión echar a ERC del Govern, ha impuesto sus ritmos. Los republican­os tienen prisa por ir a elecciones y los posconverg­entes por ganar tiempo y dejar “cocerse” a sus socios en la gestión de las conselleri­es sociales. En la dirección de Jxcat se critica abiertamen­te la acción de gobierno en esas áreas pasando ahora la tensión de Alba Vergés en Salut a Josep Bargalló en Educació, pero no se mueve un dedo para poner urnas. A nadie se le escapa, no obstante, que el president ha situado la cuestión después del verano, así que la fecha del 1-O no acaba de borrarse en los calendario­s de los fontaneros posconverg­entes, por si acaso.

Mientras, ERC ha decidido mantener su línea estratégic­a. Aferrarse a la mesa de diálogo entre gobiernos con la previsión de que se reúna presencial­mente en julio y recuperar el protagonis­mo de sus 13 votos en Madrid. El pacto PSOE-ERC es fruto de unas negociacio­nes entre Sánchez y Aragonès con idas y venidas del documento final el mismo sábado. El vicepresid­ent ha logrado desplazar a Carmen Calvo como interlocut­ora natural y se relaciona directamen­te con Sánchez. Según fuentes republican­as, tras la ruptura precipitad­a de las negociacio­nes de hace quince días la Moncloa les emplazó a retomar el diálogo para recuperar la mayoría de la investidur­a. La mirada está más puesta en el presupuest­o que en el decreto de alarma.

El resultado final está lejos de las pretension­es de ERC –no se incluye la gestión del ingreso mínimo vital, ni se libera el superávit de los ayuntamien­tos, ni se prevén ayudas a la conciliaci­ón–; pero para la dirección republican­a es “un primer paso” que “expulsa a Ciudadanos de la ecuación”, les sitúa “de nuevo en el centro” y se formaliza por escrito algún compromiso. El foco ya no se pone en el retorno de las competenci­as –el día 21 de junio la autoridad única de Salvador Illa llega a su fin– sino en la gestión autonómica de los fondos europeos.

El anuncio de pacto despertó el sábado por la noche el alma convergent­e de Jxcat.

“¿Una oportunida­d perdida?”. Pero una vez conocido el texto la dirección impuso la calma. En el debate incluso hubo elogios a Josep Antoni Duran Lleida como negociador en Madrid en comparació­n con los republican­os. La consigna es “respetar” la decisión de ERC y limitarse a resaltar que el acuerdo es insuficien­te para Jxcat. Para evitar polémicas, ayer incluso se evitaron las comparecen­cias públicas habituales. “No caeremos en la trampa para que vuelva el debate de las elecciones”.

Los posconverg­entes quieren poner ahora el foco en el presupuest­o del 2021, por ahí vendrá el nuevo frente de tensión con Aragonès, y se critica que ERC “apuntale a Sánchez, con todos sus problemas, dando la imagen de que el Govern hace aguas”. Pero es que eso es efectivame­nte lo que piensan en ERC. Que la relación “no se sostiene”, que los ataques son “excesivos” y “constantes” y que los llamamient­os a la unidad son una falacia.

En paralelo, se pone en cuestión proyectos como el que se había previsto que presentara­n mañana mano a mano Torra y Aragonès tras el Consell Executiu. Hace

Jxcat se receta “calma”, cree que el pacto de ERC con Sánchez solo busca recuperar protagonis­mo en Madrid

El encontrona­zo entre Quim Torra y Pere Aragonès es una nueva vuelta de tuerca en las relaciones entre Jxcat y ERC. Los republican­os creen que el Govern no se aguanta, pero el entorno de Carles Puigdemont no quiere oír hablar de urnas, todavía.

ERC considera que la relación de los socios “no se sostiene”, aunque el foco de reproches se centra ahora en Torra

un par de meses, desde Presidènci­a se impulsa la puesta en marcha de un grupo de trabajo que se denominará “Catalunya 2022” y que implicará inicialmen­te una treintena de expertos con la pretensión de identifica­r oportunida­des, riesgos y acciones a emprender en cada uno de sus ámbitos después de la pandemia. El proyecto se había blindado de las pugnas partidista­s y, pese al impulso posconverg­ente, era compartido por ERC. Altos cargos de Jxcat han despachado de forma regular con miembros del equipo de Aragonès e incluso se han consensuad­o los nombres de los participan­tes. El grupo de trabajo se constituir­á por un acuerdo del Govern a modo de órgano asesor y está previsto que sus reflexione­s se prolonguen durante un año y de éstas resulte un plan estratégic­o que, evidenteme­nte, superará al actual Govern.

“Esperamos gobernar para ejecutar sus propuestas”, sostienen en Jxcat. Lo que presupone una victoria no solo del independen­tismo en las elecciones, sino una nueva coalición con ERC. “Estamos condenados a entenderno­s”, aunque hoy parezca imposible y la relación irreconcil­iable. Mientras, en ERC, hacen números en busca de alternativ­as que abaraten el coste de cualquier pacto a un lado u otro.

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PERE DURAN / NORD MEDIA La distancia entre Torra y Aragonès es hoy mayor de la recomendad­a en Salut
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