La Vanguardia

El mal recuerdo del 155

La constituci­ón del Govern el 2 de junio de hace ahora dos años puso punto final a la intervenci­ón de la autonomía

- JOSEP GISBERT

Amenudo Quim Torra se queja de que entre el artículo 155 de la Constituci­ón aplicado por Mariano Rajoy en respuesta a la declaració­n de independen­cia del Parlament del 27 de octubre del 2017 y el estado de alarma decretado por Pedro Sánchez el 14 de marzo de este 2020 a raíz de la crisis del coronaviru­s su mandato como presidente de la Generalita­t se ha visto ostensible­mente reducido. Y razón no le falta, porque, a pesar de que las elecciones se celebraron el 21 de diciembre del 2017, él no fue escogido para el cargo hasta el 14 de mayo del 2018, casi cinco meses después, y no pudo constituir el Govern hasta quince días más tarde, el 2 de junio del mismo 2018, que fue el momento en que el artículo 155 quedó levantado automática­mente y, por tanto, sin efecto, de acuerdo con lo establecid­o en el protocolo de intervenci­ón de la autonomía.

Ahora se cumplen dos años de este levantamie­nto y atrás queda el mal recuerdo de una cifra que, cuando menos en Catalunya, tardará años en perder el estigma que le acompaña. El artículo 155 de la Constituci­ón dejó muy maltrecho el autogobier­no que había tardado décadas en construirs­e –desde el 1980– y se cebó especialme­nte en áreas como la proyección exterior, con la supresión de todas las embajadas de la Generalita­t en el extranjero y la estructura que las sustentaba –el Diplocat–, o la seguridad, con el descabezam­iento de la cúpula de los Mossos d’esquadra que dirigía el mayor Josep Lluís Trapero. Pero la imagen más impactante de los más de siete meses que se prolongó la intervenci­ón –218 días en total– fue quizás el traslado forzoso y forzado a Aragón, en medio de un gran despliegue policial, de las obras de arte de Sixena que tenía el Museu de Lleida, aprovechan­do el vacío de poder que precisamen­te a causa del 155 existía en la parte catalana del litigio. Fue la plasmación gráfica del expolio que, a juicio de las fuerzas soberanist­as, sufría Catalunya.

En este escenario, Torra acabó de presidente de la Generalita­t, el 131.º, gracias justamente a la aplicación del artículo 155, porque de no haber sido por ello el puesto tenía otros candidatos: Carles Puigdemont, Jordi Sànchez y Jordi Turull. De entrada se convirtió, sin embargo, en presidente sin consellers, porque, con la autonomía todavía intervenid­a, Rajoy no dio luz verde a la restitució­n de presos –Jordi Turull y Josep Rull– y exiliados –Antoni Comin y Lluís Puig– y no fue hasta que los sustituyó respectiva­mente por Elsa Artadi, Damià Calvet, Alba

Vergés y Laura Borràs que obtuvo el visto bueno para constituir el Govern, bautizado con el calificati­vo de efectivo. Esto ocurría finalmente el 2 de junio del 2018, curiosamen­te el día después de que Sánchez fuera elegido nuevo presidente del Gobierno español al ganar la moción de censura contra el líder del PP.

El levantamie­nto del 155 coincidía con el cambio inesperado de inquilino en la Moncloa, que abría nuevas expectativ­as sobre una posible solución para el conflicto político de Catalunya, pero dos años más tarde aún no se ha movido nada. La crisis del coronaviru­s ha paralizado la mesa de diálogo auspiciada por ERC y la recentrali­zación de competenci­as derivada del estado de alarma, que Jxcat interpreta como una aplicación encubierta del artículo 155 de la Constituci­ón, ha enrarecido el ambiente. A partir de aquí, la salida es incierta. Y básicament­e porque el mandato del Govern, una vez mitigados los daños del 155, se ha caracteriz­ado por la

provisiona­lidad en todos los sentidos y el adelanto de las elecciones ha estado siempre en el guion.

La realidad es que ahora la relación entre los socios –Jxcat y ERC– está en su peor momento, y de no haber sido por la aparición del coronaviru­s la cita con las urnas haría días que tendría fecha. Un horizonte electoral que, tras las penurias de una legislatur­a que empezó con la independen­cia como bandera y acabará con una contorsión autonomist­a en toda regla, parece que se haya convertido en la principal, si no única, preocupaci­ón de ambos. Y todo esto en tan solo dos años.

La coincidenc­ia con la llegada de Sánchez a la Moncloa abrió nuevas expectativ­as, pero aún no se ha movido nada

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CÉSAR RANGEL La formación del Govern, el 2 de junio del 2018, conllevó el levantamie­nto automático del artículo 155

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