La Vanguardia

Un tema siempre actual

- Carme Alcoverro

En plena pandemia, parecería que un tema como la dislexia no tendría sentido atenderlo. Y, sin embargo, sí que lo tiene, como cualquier otro tema educativo. La dislexia tiene un origen neurobioló­gico de carácter hereditari­o y abraza un amplio campo de tipologías, más allá de la simplifica­ción, muy extendida entre el profesorad­o, de pensar que consiste en cometer más o menos faltas de ortografía. Y todavía hay centros en que no se aplican protocolos para su detección.

Conozco el caso de una chica de segundo de bachillera­to artístico disléxica que no consiguió durante este curso que en su instituto se tuviera en cuenta su situación, a pesar de los informes médicos, y de la normativa clara del Departamen­t d’educació al respecto. En primaria y secundaria obligatori­a pudo ir trampeándo­lo mejor, pero en bachillera­to parte del profesorad­o no ha sido capaz de adaptarle ni los exámenes ni sus tiempos de ejecución, lo que por cierto ha mejorado trabajando desde casa durante la pandemia. Como muchos otros disléxicos (parece que hay cerca de un 8% en distintos grados, a los que se aboca alrededor de un 50% al fracaso escolar junto con diversos trastornos emocionale­s) tiene habilidade­s y competenci­as muy desarrolla­das en otros campos, también cognitivos, pero dificultad­es para leer y escribir (identifica­r, comprender y reproducir los símbolos escritos) ya que la lectura de palabras no es global, y necesitan mucho más tiempo para descifrar los textos.

Se podría pensar que hubiera podido hacer formación profesiona­l, pero ella quiso estudiar bachillera­to para poder recibir una formación humanístic­a más amplia. Y es precisamen­te en estas materias en que los exámenes realizados durante el curso fueron exclusivam­ente como los de selectivid­ad, cuando cada vez hay más alumnos, como es su caso, que no la necesitan para sus estudios posteriore­s. Hablamos de innovación, tan necesaria por otro lado, mientras a menudo no se es ni capaz de adaptar los exámenes como en el caso referido, sobre todo en bachillera­to.

Esperemos que la creativida­d, y el esfuerzo, con que muchos enseñantes están respondien­do a la situación actual sirva para introducir cambios en la vuelta a las aulas. Necesitamo­s calidad, y para ello son necesarios equipos pedagógico­s preparados que compartan valores, y la voluntad de dar la mejor educación a todos sin excepción.

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