La Vanguardia

El sexto giro del caso Madeleine Mccann

El señalamien­to del sospechoso alemán de matar a la niña británica en el Algarve alimenta la esperanza de resolver el misterio 13 años después

- ANXO LUGILDE

Christian Brueckner, el alemán sospechoso de matar a Madeleine Mccann en el Algarve en el 2007, estuvo dos veces preso en Portugal por pequeños robos antes de la desaparici­ón de esta niña británica de tres años, según publicó ayer el semanario lisboeta Expresso. Ya con antecedent­es por pederastia en su país desde la década de 1990, Brueckner tiene ahora 43 años y está en la cárcel en Alemania por otro delito. Se marchó de Portugal poco después de que estallase el caso Maddie.

El contundent­e señalamien­to de este sospechoso por parte de las autoridade­s alemanas, secundadas por las inglesas y portuguesa­s, alimenta la esperanza de que trece años después se pueda resolver un misterio en cuya investigac­ión hubo hasta el momento seis radicales y en ocasiones dramáticos giros.

Todo empezó la noche del 3 de mayo del 2007 en Praia da Luz, un pueblecito costero próximo al telúrico cabo de San Vicente, la punta sudocciden­tal ibérica. En el restaurant­e Tapas del complejo Ocean Club un grupo de británicos cenaba junto a la piscina y hacía turnos para ir a vigilar a sus niños. En uno de ellos, Kate Mccann, médico como su esposo Gerry, alertó horrorizad­a de que en su apartament­o, el 5A, faltaba su hija Madeleine, que debía estar durmiendo junto a sus dos hermanos gemelos. Ahí comenzó el caos que se apoderó de las pesquisas, pues no se aseguró la integridad de la escena del crimen, que se llenó de un tropel de amigos, vecinos y agentes de la GNR.

El primer giro llegó cuando la Policía Judicial, que se hizo cargo de la investigac­ión, convirtió en imputado a Robert Murat, un inglés vecino de la zona, que se había ofrecido como traductor en el caso y cuya actitud despertó los recelos de algunos periodista­s. Una llamada no explicada, simultánea a la desaparici­ón de la niña, a su informátic­o, el ruso Sergey Malinka, puso a éste también en el punto de mira policial y mediático.

Desde el principio no dejaron de sucederse los supuestos avistamien­tos por todo el planeta de niñas rubias que podrían ser Maddie, identifica­ble por su peculiar marca en el ojo derecho.

En septiembre del 2007 se registró el segundo y más impactante cambio de guion, al ser imputados los Mccann, a quienes el coordinado­r policial, Gonçalo Amaral, atribuyó haber simulado el rapto para tapar la muerte accidental de la niña, cuyo cadáver habrían hecho desaparece­r, como señalarían sus contradicc­iones, rastros hallados por perros y pruebas de ADN que no eran concluyent­es. Con su campaña para mantener vivo el caso, los padres alimentaro­n al monstruo de la prensa amarilla que después los devoró. Acto seguido, regresaron al Reino Unido.

El tercer giro fue el de la destitució­n de Amaral, quien más tarde publicaría un polémico libro con sus tesis. En el cuarto, los Mccann, que serían desimputad­os, recurriero­n a detectives privados, como la agencia barcelones­a Método 3. Sin avances, el foco se fue poniendo sobre las redes transnacio­nales de pedofilia. En el quinto, ya en el 2011, como se cuenta en la serie de Netflix, los padres lograron que Scotland Yard reabriese las pesquisas, lo que también hizo la policía lusa, con un equipo nuevo.

El sexto y actual episodio, el de esta semana, remite a las dos casas próximas a Praia da Luz en las que Brueckner residió entre 1995 y el 2007. La policía alemana lo sitúa cerca del Ocean Club momentos antes de la desaparici­ón de Maddie, con una llamada a un teléfono cuyo titular se busca, al igual que a la mujer kosovar con la que vivió el sospechoso. También se sigue el rastro de la furgoneta Volkswagen blanca y amarilla y el Jaguar que usaba . En el 2005 cometió en Praia da Luz una violación por la que fue juzgado años después en Alemania. Ya apareció en el pasado en la investigac­ión, pero la pista actual habría surgido de una confesión de Brueckner en un bar viendo en televisión el décimo aniversari­o del caso Mccann, cuyo relato mediático se ha entrecruza­do todo el tiempo con la realidad.

En el amplio historial delictivo del sospechoso, por drogas, robos y crímenes sexuales, ha aparecido su posible implicació­n en la desaparici­ón de otra niña, en Alemania, donde la Fiscalía cree muerta a Madeleine, frente a la apuesta inglesa por mantener abierta la esperanza. Los tropiezos del pasado invitan a la cautela, pero el caso ha dado un vuelco significat­ivo.

Brueckner estuvo dos veces en prisión en Portugal por robos antes de que Maddie desapareci­ese

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FABIO MESTRINHO / EFE
 ??  ?? Un viejo conocido de la policía lusa Christian Brueckner de 43 años, vivió en esta casa próxima a Praia da Luz. Estuvo en prisión en Portugal por robos en 1999 y en el 2006. Salió poco antes de la desaparici­ón de Maddie.
Un viejo conocido de la policía lusa Christian Brueckner de 43 años, vivió en esta casa próxima a Praia da Luz. Estuvo en prisión en Portugal por robos en 1999 y en el 2006. Salió poco antes de la desaparici­ón de Maddie.

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