La Vanguardia

Catalunya: la elección más incierta

Los sondeos apuntan a un reforzamie­nto de la mayoría independen­tista, pero con la pugna irresuelta entre ERC y Jxcat

- CARLES CASTRO LAURA ARAGÓ

Las próximas elecciones catalanas podrían parecer una cita a ciegas con las urnas, ya que el principal enigma es, sobre todo, la fecha de su convocator­ia. El resto de incógnitas quedan ocultas bajo el probable avance del voto soberanist­a que, aunque modesto según los sondeos, permitiría reforzar la mayoría de ese signo en el Parlament: de los 70 escaños actuales hasta 74 (pero sin superar el 50% del sufragio). Eso sí, la pugna por la hegemonía nacionalis­ta entre Esquerra y Jxcat se perfila como el otro gran enigma sin resolver.

Las encuestas difundidas desde diciembre pasado, tras la celebració­n de las elecciones legislativ­as del 10-N, dibujan varios cambios en el mapa catalán. Por un lado, la caída de Ciudadanos, que cedería al PSC la condición de primera fuerza contraria a la secesión, y, por otro, una mayor fragmentac­ión del voto españolist­a, dividido entre el partido de Arrimadas, el PP y Vox.

Hay otro dato que debería considerar­se consolidad­o a la luz de los sondeos: la victoria de Esquerra. Sin embargo, y más allá del precedente del 2017, cuando el partido de Puigdemont se impuso en el último momento al de Junqueras, la inestabili­dad del electorado independen­tista deja abiertas todas las opciones. Es verdad que ningún sondeo pone a Jxcat por delante de ERC, pero las oscilacion­es que exhiben los diversos estudios dejan muy cerca del empate técnico a ambas fuerzas.

La ventaja de Esquerra es de apenas un punto y medio en uno de los sondeos, lo que se traduce en una diferencia de solo un escaño: 32 para ERC, y 31 para Jxcat. Y aunque otros estudios sitúan la ventaja de

Esquerra en hasta 13 puntos (y 19 escaños), la mayoría cifra la distancia entre tres y cinco puntos, y entre cuatro y seis diputados. Además, el resultado de las europeas de hace un año, cuando Puigdemont se impuso por un margen de 250.000 votos a Junqueras, evidencia la imprevisib­le conducta del electorado independen­tista en un contexto de frustració­n de expectativ­as y de tensión constante con el Estado.

Lo que, en cambio, parece bastante seguro es el relevo de Ciudadanos como primera fuerza opuesta a la secesión y como partido más votado en las últimas autonómica­s. Ese relevo no supondrá, sin embargo, que el PSC pueda repetir la proeza de la formación naranja en el 2017, convertida por un instante en el “pal de paller” contra la independen­cia y única formación de ámbito estatal que ha ganado unas elecciones catalanas también en escaños.

Según los sondeos, el PSC mejorará entre tres y seis puntos (y entre seis y diez escaños) su resultado de las últimas autonómica­s, pero, como mucho, puede aspirar a convertirs­e en segunda fuerza (sobre todo en votos) si, finalmente, ERC se impone con claridad a Jxcat.

En paralelo al avance socialista, la evolución de los comunes no augura grandes progresos. Algún sondeo adjudica a ECP un alza de más de tres puntos y cinco escaños, pero la mayoría le atribuyen mejorías de un punto y dos o tres diputados.

Finalmente, la otra gran mutación se producirá en el espacio españolist­a, con un retroceso de Ciudadanos que podría afectar a entre dos tercios y la mitad de su electorado del 2017 (cuando Arrimadas superó el millón cien mil sufragios). Esa caída dejaría la cosecha parlamenta­ria de Cs reducida a un tercio de los 36 escaños que obtuvo el 21-D, aunque sus mejores expectativ­as le adjudican hasta 17.

La principal consecuenc­ia del derrumbe de Ciudadanos es la dispersión del voto anticatala­nista. Si en el 2017 la correlació­n fue de 36 diputados para Cs y cuatro para el PP, ahora el reparto podría llegar a alrededor de 15 escaños para el partido naranja; ocho para los populares, y entre dos y cuatro para Vox. Eso supondría un total de 27 parlamenta­rios frente a los 40 del 2017, cuando Cs se hizo con mucho voto de centroizqu­ierda asustado ante la deriva soberanist­a. Pero el futuro, como siempre, nunca está escrito.

El PSC relevaría a Cs como primera fuerza opuesta a la secesión, aunque en un escenario más fragmentad­o

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