Un servidor público

Isabel, su esposa, y Marina, su hija mayor, le recuerdan como una persona afable, que tenía amigos y conocidos en todas partes, muy casero, poco amante de los deportes más clásicos como el fútbol pero que en cambio, no se perdía cualquier exhibición de artes marciales. Eso sí que le gustaba.

Joan Miró llevaba treinta años en el cuerpo de los Mossos d’esquadra hasta que la Covid-19 acabó con su vida el 26 de marzo. Su compañero de patrulla también se contagió y aún ahora está de baja, recuperándose.

Que se sepa Joan Miró fue el primer agente de los Mossos fallecido a consecuencia de la enfermedad. Nació en Barcelona pero en el primer año de vida la familia se trasladó a Badalona. Allí creció y acabó trabajando en la policía autonómica. Sirvió en las comisarías de Poblenou, Badalona y finalmente en Premià de Mar, su último destino mientras sus dos hijas, Marina y Ruth se iban acercando a la mayoría de edad. Marina tiene ya 17 años y quiere ser educadora infantil. A su padre le gustaba la elección de su hija, que, no obstante, en alguna ocasión se ha llegado a plantear seguir la carrera de Joan. “Me gustaba lo que nos contaba de su trabajo y además él siempre estaba atento, vigilante, protegía”.

Al morir, sus compañeros recaudaron dinero para la familia ante el temor de que su fallecimiento no sea reconocido como un accidente laboral. Entre gente muy diversa reunieron 30.000 euros. /