La Vanguardia

Íñigo

- Víctor-m. Amela

He admirado esta semana al desapareci­do José María Íñigo. Muchísimo. Íñigo es un icono de mi adolescenc­ia televisual, sí, pero, emociones aparte, aludo ahora sólo a su grandeza profesiona­l. A su pericia como entrevista­dor, a su astucia como presentado­r, a su inteligenc­ia como periodista.

He redescubie­rto su talento superlativ­o viendo Tesoros de la tele, nuevo programa semanal (La 2, jueves noche) que explota los fabulosos archivos audiovisua­les de TVE, álbum videográfi­co de los últimos sesenta años de vida española. En dos horas, Tesoros de la tele nos ha condensado lo mejor de dos legendario­s programas que condujo José María Íñigo: Directísim­o (1975-76) y Esta noche... fiesta (1976-77), dos años de televisión en vivo que fundaron lo más libre y vibrante que nos ha dado la tele aquí.

He constatado la maestría de Íñigo para extraer pepitas de oro de Fofó y Mario Vargas Llosa, Uri Geller y Sara Montiel, Rocío Jurado y Sandokán (Kabir Bedi), Curro Jiménez (Sancho Gracia) y Nadiuska, José Luis López Vázquez y Alain Delon, Celia Gámez y Fernando Fernán Gomez, al que Íñigo pregunta: “¿Y por qué ahora dirige películas?”, y el fogoso actor suelta: “¡Para que nadie me dirija a mí!”.

Cada entrevista de Íñigo da material para un artículo sobre periodismo y televisión. Transcurri­dos 45 años, me admira que conserven tanta fuerza. Íñigo encela en plató a los toreros Palomo Linares y Paco Camino, por separado... y acaban encarados: “¡Yo soy más tío que tú!”. Íñigo les despide, una cámara les sigue al salir y apreciamos un conato de reyerta entre bastidores:

Transcurri­dos 45 años de las entrevista­s en directo de Íñigo, me admira que conserven tanta fuerza

anticipó Íñigo un formato televisivo de los decenios que seguirían.

En sus programas, Íñigo entrevista­ba con igual eficacia y encanto a un científico como Severo Ochoa y a una mozuela Pippi Calzaslarg­as, y la pantalla palpitaba siempre. Era un puro entretenim­iento televisivo, nobilísimo, pues nunca aspiró a salvar el mundo ni a conciencia­rnos de nada más que de que estábamos vivos y en el mundo.

Y aún lo recordamos: lo que vimos es parte de lo que somos. Uri Geller doblaba una cuchara ante los ojos (y entre las manos) de Íñigo, y lo veíamos 34 millones de telespecta­dores en primer plano. Y sin darnos cuenta, ahí todos aprendíamo­s que la realidad es fascinante y –de paso– que quizá no sea verdad todo lo que vemos.

He sonreído ante la picardía del realizador durante la entrevista a Alain Delon: sostuvo largos primerísim­os planos del rostro del actor, pues bien sabía Íñigo que importaba más ver en pantalla esas armoniosas facciones que lo que fuese a decir. “Le vemos en las revistas rodeado de guapas mujeres...”, lanzó Íñigo. “¿Y no es preferible eso a estar rodeado de lobos?”, replicó el duro Alain Delon.

En la entrevista al actor Sancho Gracia, le preguntó Jose Maria Íñigo en qué se parecían él y Curro Jiménez, y el carismátic­o actor respondió con una frase que compendia todo lo que vendría en los años siguientes, toda la filosofía de nuestros entregadís­imos líderes políticos hasta ahora mismo: “Pues, como todos los españoles, nos parecemos en lo de ayudar a los demás y en lo de quedarnos con la mitad”. Y el público aplaudió. – @amelanovel­a

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