La alegría de volver a encontrar pasajeros
Sandra Carta volvió a volar hace dos domingos tras varias semanas en tierra. Fue una de las tripulantes de cabina de pasajeros de Air Nostrum asignadas a la recuperación de los vuelos interinsulares entre Mallorca, Menorca y Eivissa. Con antelación y antes de su regreso al trabajo, esta jefa de cabina tuvo que hacer el test de la Covid-19 a petición de la aerolínea. “Salió negativo y me quedé muy tranquila. Evidentemente estos días he tenido temor al virus, temor a contagiarme o a contagiar a los demás y por eso me he tomado la cuarentena muy en serio”, explica por teléfono desde València, su base habitual y sede de la compañía. “Ahora que vuelvo a volar, sigo también todas las recomendaciones sanitarias que se exigen dentro y fuera del avión”, aclara.
Carta recuerda como a medida que avanzaban las últimas semanas de febrero y las primeras de marzo se empezaba a notar claramente algo en el ambiente: menos pasaje que el habitual, la aparición de algunas personas con mascarillas en vuelos internacionales y un exigente protocolo de higiene a bordo. “Reconozco que a finales de marzo estábamos muy preocupadas ante lo que parecía estar llegando”, indica. “A medida que avanzaba el mes íbamos viendo que cada vez viajaba menos gente y tras el estado de alarma seguimos con vuelos puntuales unos días más hasta el 29 de marzo, cuando terminaron todas las operaciones”. Esta parada total de la flota ha sido inédita en la de historia de Air Nostrum, nacida en 1994 como compañía independiente, para pasar a operar vuelos regionales para Iberia unos años más tarde.
Su operación nutre el hub de Barajas, aunque también sirve mercados muy específicos como los vuelos interbaleares, las rutas que salen desde Melilla y otros dentro de la Península que evitan Madrid como de València a Euskadi o desde Catalunya a los aeropuertos de Castilla y León.
Con 20 años volando en la misma casa, Carta aclara que no le suele preocupar el futuro y todavía se ve trabajando en Air Nostrum. “Ya hemos pasado varias y creo que esta crisis la superaremos como otras, aunque esta sea diferente. ¿Me reinventaría si dejo de volar? Claro que sí. No hay otra”, aunque en realidad su deseo es seguir volando mucho más por el sentido que tiene su profesión: “No imagino los aviones volando sin TCP. No tan solo somos necesarios en caso de emergencias: somos la cara visible de la empresa y nuestra presencia tranquiliza a los pasajeros, aunque ahora llevemos máscara”.
Cuando volvió a arrancar su andadura aérea, el pasado domingo, la sobrecargo distinguió caras conocidas entre sus pasajeros: viajeros habituales de los vuelos interinsulares, que en Balears son lo equivalente a subir a un autobús con alas para saltar a la otra isla y realizar cualquier tipo de gestión. En el primer Palma-menorca, uno de los pasajeros les expresó la alegría de poder volver a verlas.