La Vanguardia

‘I have a dream’

- SERGIO HEREDIA Barcelona

‘I can’t breathe’.

No puedo respirar.

La frase recorre el mundo. Sobrevuela nuestros espíritus, hundiendo el dedo en la llaga.

‘I can’t breathe’, balbuceaba George Floyd, asfixiado, el rostro aplastado contra el asfalto, mientras su vida se apagaba bajo la rodilla de Derek Chauvin.

Ocho minutos y 46 segundos dura la escena, la agonía. ‘I can’t breathe’. No olvidaremo­s la frase.

Hay más frases inolvidabl­es, palabras icónicas de la lucha contra el racismo. ‘I have a dream’, dijo Martin Luther King el 28 de agosto de 1963. Aquel era el título de su discurso en las escalinata­s del monumento a Abraham Lincoln, en Washington. “Yo tengo un sueño, sueño que todos seremos iguales”. Según muchos, aquel es uno de los mejores discursos de la historia. Asesinaron a Martin Luther King cinco años más tarde, en Tennessee.

Desde entonces no ha cesado la lucha contra el racismo, espoleada en momentos puntuales, como en las muertes de Rodney King (1991, episodio que hizo arder Los Ángeles) o Eric Garner (2014).

La lucha ha sido desigual, asimétrica, a veces en solitario. Y se ha desarrolla­do en todos los frentes, incluido el deportivo. Figuras como Jesse Owens, Tommie Smith y John Carlos o Muhammad Ali elevaron el debate, lo situaron en el mapa. Lo hicieron luchando a contracorr­iente. Todos ellos plantaron cara al establishm­ent bajo las condicione­s del segregacio­nismo. Durmieron en hoteles para negros. En los autobuses, se sentaron en las plazas de los negros. En los restaurant­es, entraban por la puerta de servicio. Si viajaban, debían seguir el ‘green book’, el libro verde.

¿Dónde duerme un negro? ¿Dónde le darán de comer? ¿Dónde será bien recibido? La respuesta está en el libro verde.

Hoy, se presume que soplan otros vientos. Barack Obama ha gobernado Estados Unidos. Tiger Woods ha liderado el circuito del golf. Y Lewis Hamilton, la F-1.

Soplan otros vientos y sin embargo ahí tenemos a los iconos negros del deporte actual, de nuevo hincados de rodillas, maldiciend­o su suerte y reclamando el respeto que merece todo ser humano.

–Ya hemos tenido suficiente– dice Michael Jordan.

–Estoy superado por la rabia– dice Lewis Hamilton.

–Seamos el mundo en el que puedan crecer mi hermana pequeña y mis hijos futuros– pide Patrick Mahomes.

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