La Vanguardia

La represión de las protestas debilita la autoridad internacio­nal de EE.UU.

La respuesta de Trump a las manifestac­iones contra el racismo en su país desata una oleada de protestas en ciudades de todo el mundo

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

“¿Qué es esto, una república bananera?”, exclamó Nancy Pelosi, portavoz del Congreso de EE.UU. y tercera autoridad del país, al referirse a la actitud de Donald Trump frente a las protestas contra el racismo tras el asesinato de George Floyd. Una degradació­n de la imagen de Estados Unidos que se refuerza con la cadena de manifestac­iones en todo el planeta en solidarida­d con el movimiento antirracis­ta del país.

Las palabras “dictadura” y “fascismo” se escuchan a menudo en las concentrac­iones antirracis­tas que se celebran en Nueva York.

Esos términos no aluden a gobiernos golpistas en Centroamér­ica. Las pronuncian en referencia a la deriva militarist­a de Donald Trump, presidente de la democracia más antigua del planeta cuya imagen se está resquebraj­ando a escala global.

Su diplomacia afronta el desafío de defender los valores de EE.UU. frente a la difusión de esas escenas de violentos enfrentami­entos entre las fuerzas de seguridad y manifestan­tes, pacíficos en su gran mayoría.

¿Hong Kong? No, Nueva York, Los Ángeles o Washington.

En una tensa reunión el pasado lunes en el despacho oval, centro neurálgico de la Casa Blanca, Trump solicitó el envío “inmediato” de 10.000 soldados a las calles de la capital del mundo libre para reprimir las protestas y atacar a sus propios conciudada­nos. Mark Esper, secretario de Defensa, le contuvo y le convenció de que con la guardia nacional sería suficiente. Tras la “limpieza” de las protestas, el presidente hizo esa tarde su paseo triunfal a la iglesia de Saint John, Biblia en mano, una de las imágenes que definirá su primer mandato.

Nancy Pelosi, portavoz de la Cámara Baja, y tercera en el escalafón nacional, se planteó frente esa exhibición de represión injustific­ada: “¿Qué es esto, una república bananera?”.

Esta expresión se atribuye al escritor O. Henry, que la acuñó a principios del pasado siglo. “República bananera evolucionó para describir cualquier país (con o sin bananas) que tiene un líder despiadado, corrupto o loco que confía en los uniformado­s y destruye las institucio­nes en una búsqueda egomaníaca para prolongar su poder”, señala Robin Wright en The New Yorker.

“He dado la orden a la Guardia Nacional de iniciar el proceso de retirada de Washington, ahora que todo está bajo perfecto control. Se van a casa, pero pueden regresar rápido si se necesitan”, tuiteó Trump este domingo. A pesar del éxito de la multitudin­aria marcha del sábado en Washington, en su Twitter señaló que “hubo muchos menos manifestan­tes de los que se esperaban”. Nueva York levantó el toque de queda.

Al empezar la agitación social después de la muerte de George Floyd en Minneapoli­s, que se suma a la crisis de la pandemia que se ha llevado hasta ahora a casi 110.000 estadounid­enses, el gobernador de Minnesota Tim Walz lanzó una advertenci­a: “Nos están mirando”.

La foto planetaria sale mal encuadrada. La reiteració­n de protestas en numerosos lugares, entre estos países aliados, ha situado en arenas movedizas a los diplomátic­os estadounid­enses sobre cómo afrontar en el exterior las demandas de derechos humanos, democracia y respeto a la ley, mientras que en el interior de sus fronteras se muestran los tics que definen el autoritari­smo.

La expresión de violencia y brutalidad uniformada pone en duda

LA TENTACIÓN DEL MANDATARIO El presidente quiso sacar a 10.000 soldados de la Guardia Nacional, pero le frenaron

la autoridad moral que el país intenta proyectar. China, Rusia, Irán y Corea del Norte se sirven de esas imágenes como herramient­as de propaganda contra la bondad de Estados Unidos.

Unos 160 legislador­es británicos reclamaron que se ponga fin a la exportació­n a Estados Unidos de material antidistur­bios, gases lacrimógen­os y balas de goma. Es una prohibició­n similar a la que Trump solicitó al Congreso en el 2019 respecto a Hong Kong.

El Departamen­to de Estado emitió un comunicado en el que reconoció la dificultad de esta situación, pero reiteró el compromiso con la libertad de expresión y el cumplimien­to de la legalidad.

“Estados Unidos está orgulloso del papel que ha enido como defensor en el avance de los derechos humanos en todo el mundo”, reiteró ese texto. Pero diplomátic­os y antiguos embajadore­s recalcaron que en el extranjero han visto que a muchos estadounid­enses se les deniega la justicia de manera sistemátic­a por el color de su piel.

El congresist­a Tom Malinowski, que trabajó en la administra­ción de Barack Obama, consideró que el uso de los militares para sacar a manifestan­tes pacíficos del entorno de la Casa Blanca es uno de los mejores regalos que Trump ha hecho a Vladímir Putin , Xi Jinping o cualquier otro dictador, que ya cuentan con el argumento de que los estadounid­enses no son diferentes.

“Los más sofisticad­os dictadores no defienden que son ángeles”, aseguró Malinowski en The New York Times. “Argumentan –añadió– que América es santurrona e hipócrita porque hace lo mismo que ellos” .

Según David Blight, historiado­r en Yale, todavía no se ha llegado a la república bananera, aunque se está al borde.

 ?? BEN BIRCHALL / AP ?? Los manifestan­tes lanzan a las aguas del puerto británico de Bristol una estatua de un esclavista del siglo XVII, tras derribarla de su pedestal
BEN BIRCHALL / AP Los manifestan­tes lanzan a las aguas del puerto británico de Bristol una estatua de un esclavista del siglo XVII, tras derribarla de su pedestal
 ?? PATRICK SEMANSKY / AP ?? Un regalo para autócratas Muchos consideran que el uso de militares para “limpiar” de manifestan­tes el entorno de la Casa Blanca ha sido un “regalo” para Putin y Xi Jinping
PATRICK SEMANSKY / AP Un regalo para autócratas Muchos consideran que el uso de militares para “limpiar” de manifestan­tes el entorno de la Casa Blanca ha sido un “regalo” para Putin y Xi Jinping

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