Vuelta al cole con pocos alumnos
La mayoría de las guarderías municipales del área metropolitana estarán cerradas
Los colegios de Barcelona y Lleida abrirán hoy, por orden del Departament d’educació, sumándose así a las escuelas del resto de Catalunya que ya lo pudieron hacer la semana pasada. La vuelta a las aulas no se prevé exenta de polémica. La necesidad de los niños de volver al colegio se ve obstaculizada por las enormes dificultades de las escuelas para acogerlos con las normas de prevención actuales, que han empequeñecido los colegios, exiliado a buena parte de los profesores y que las hace garantes del cumplimiento de las normas por parte de los menores. Por ello, la mayoría de las guarderías municipales del área metropolitana estarán cerradas esta semana aunque podrían abrir la siguiente si se relajan las normas.
En la polémica, las familias se sienten decepcionadas ante la continuidad online y la poca acogida de sus hijos de forma presencial. Los centros educativos, incluso aquellos con una marcada función social, se encuentran desamparados por la Administración e incomprendidos por la sociedad y con el temor de tener que dar cuenta a imprevisibles riesgos para la salud de los niños y la suya propia.
No obstante, la necesidad de abrir es grande. La apertura del área metropolitana de Barcelona es especialmente esperada por la dureza del confinamiento en la ciudad, con una densidad poblacional muy superior al resto del territorio. Pisos pequeños, poca luz, ruido de vecinos, contacto escaso con la naturaleza... Las vivencias y emociones han debido ser duras, con la percepción de un peligro a la vuelta de la esquina. Si no han tenido un familiar afectado, habrán sentido probablemente el miedo a la incertidumbre que expresaban sus padres.
Su suelo firme, tiembla. Por ello los padres reclaman una vuelta al cole lo más normal posible, donde se reencuentren con una voz serena y confiable como la de sus maestros y puedan encontrarse y compartir juegos con sus compañeros. Aunque sea un rato, con mascarilla, gel y distancias.
Con más razón, los más vulnerables que han vivido en una habitación confinados con el resto de la familia, o han sido víctimas de la violencia familiar. O aquellos que llevan tres meses “desaparecidos”. Porque quedan otros tres hasta septiembre.
La escuela abre hoy, pero no para todos ellos. Ni para todos los días. Las aspiraciones de la Administración
eran, la semana pasada, de que pasara por el centro entre el 30 y el 40% del alumnado en algún momento antes de finalizar el curso. En pequeños grupos o en tutorías individualizadas. Quizás se cumpla en la escuela concertada que, a tenor de los planes de apertura que han colgado en sus webs, darán más presencialidad a todas las edades, ampliando horarios y atendiendo a los estudiantes por turnos. Pero no en la pública. Ya se está viendo en ciudades y pueblos que pasaron la semana pasada a la fase 2.
Las instrucciones de la Generalitat ordenan la apertura pero dan margen a los directores para organizar la escuela en función de sus circunstancias. Lo primero que han visto los directores es que ya no caben todo el alumnado a la vez. A veces, ni la mitad, solo un tercio.
Las escuelas solo están obligadas a atender a los menores de 6 años cuyos padres trabajen de forma presencial. El resto de cursos (primaria, secundaria, formación profesional y bachillerato), lo están organizando en función de su habitabilidad y recursos. Se ha priorizado a los alumnos de 2.º de bachillerato para preparar la selectividad y los grupos que terminan etapa, como 6.º de primaria y 4.º de ESO, para los que los colegios han organizado al menos un encuentro para despedirse.
Hay escuelas con más posibilidades espaciales que otras por su capacidad de aulas, salas, pasillos para albergar a distintos grupos reducidos de alumnos. Y garantizar flujos circulatorios en los que se mantenga la distancia. En general,
en Barcelona, hay muchas escuelas pequeñas y sin jardines.
Los docentes tendrán que vigilar que se cumplen las normas sanitarias, inéditas para todos, y educar a los alumnos en la nueva normalidad de higiene que acompaña la lucha contra la pandemia. Un centro no es un hospital donde todos asumen los protocolos con gran celeridad y los servicios de limpieza ya están incorporados. Es una escuela, un espacio social, que se ve ahora sometido a unas reglas estrictas de asepsia con niños que, en la calle no las cuidan siempre.
Con todo, el tema más determinante para abrir a más o menos alumnos es la disponibilidad de profesores para dar atención presencial. Muchas escuelas e institutos ya están anunciando que estos días los tutores de determinadas clases no podrán estar, debido a su edad, y que sus alumnos serán acogidos por otro profesor.
Casi todos los centros tienen personal en grupos de riesgo, desde conserjes, secretarias, docentes y directores. Hay que tener en cuenta que algunas de las patologías que caracterizan el riesgo son bastante comunes como diabetes, hipertensión o asma. También mujeres embarazadas o, donde está el mayor problema, mayores de 60 años de los que hay unos 8.000 docentes en Catalunya, más del 10% de la plantilla general.
Y toda esta reorganización de la escuela ha debido realizarse en tan solo unos días. Las instrucciones del Departament d’educació llegaron el 21 de mayo, poco antes de las evaluaciones finales. Entonces, los directores ya midieron las aulas. Pero la información sobre la disponibilidad de docentes no la tuvieron hasta la semana pasada. Todo está siendo tan precipitado que algunos centros están recogiendo aún la información de los alumnos que estarían dispuestos a volver si se abren grupos. Muchas familias esperan este momento, en cambio otras prefieren ya esperar a septiembre.
La falta de espacio y de docentes define el plan de los directores para atender a los estudiantes