La Vanguardia

Cómo superar una tragedia a la italiana

- Roger Muntañola Politólogo

Italia entró en shock; y con ella, Europa. Los datos en Lombardía provocaron que, finalmente, reaccionár­amos. Junto al drama de sufrir 34.000 muertes por coronaviru­s, Italia ha protagoniz­ado una impresiona­nte historia de soft power, autoestima y unidad. Una nación con tantas luces y sombras que ha demostrado ser, de nuevo, algo diferente, algo sublime.

Giuseppe Conte, tratando a sus compatriot­as como adultos, dijo: “sarà dura ma c’e la faremo”. Casi a diario, siempre sentado, empático, se ha explicado de manera breve y concisa. En las redes, un movimiento de apoyo al premier elevó su popularida­d y la aceptación de tan difíciles decisiones. Matteo Salvini ha conocido el amargo sabor de la irrelevanc­ia puntual pues los italianos, voten lo que voten, han respaldado mayoritari­amente más que a su Gobierno, a su país; a su aceite, a su cocina, a su moda, a su cultura y, sobre todo, a su historia milenaria.

El gran corazón de Italia, su sociedad civil, arrimó el hombro. Ferrari produjo respirador­es. Armani o Gucci, mascarilla­s. Ferrero o Lavazza aumentaron sueldos. En la Rai, Tiziano Ferro, Totti, Vieri, Pirlo, Thegiornal­isti, Romina Power y tantos otros famosos han proyectado fuerza y optimismo. Chiara Ferragni y Fedez, reyes de internet, han impulsado una fundación para construir un hospital –¡lo han conseguido!– y han guiado la aportación de los millennial­s italianos. Todos los personajes públicos han sido portavoces de la resistenci­a conjunta.

Andrea Bocelli cantó en una piazza del Duomo vacía y, Diodato, en una fantasmagó­rica arena de Verona; orgullo ante el mundo pese a la tragedia. El Vaticano es soberano, pero en la misa más emocionant­e se palpó la evidente italianida­d de las columnas berniniana­s de San Pietro. El Coliseo, el Foro Romano, San Francesco di Assisi, piazza Spagna, el ponte di Rialto o el Ponte Vecchio han sido iluminados con la tricolore o la bandera europea. La enseña nacional, omnipresen­te, siempre ha sido enarbolada como símbolo de unidad y lucha compartida, jamás como elemento divisorio.

En una crisis sanitaria sin parangón, con datos espeluznan­tes, Italia se ha ganado el corazón de sus ciudadanos, que han dado valor a la unidad. Y juntos han conseguido, sin haber conseguido nada, algo indescript­ible. Formidable soft power que ha llevado al Gobierno a aceptar que la recuperaci­ón también es cosa de todos; ha confiado directamen­te la reconstruc­ción a Vittorio Colao, EX-CEO de Vodafone, junto a destacados ejecutivos y empresario­s del país.

Conte, cuyo liderazgo ha hecho el resto, anunció que “l’italia riparte” (Italia vuelve a partir). Y sí, golpeada, todavía triste, pero orgullosa de sí misma, Italia se reinventa. Poner el espejo en cómo se ha vivido un drama parecido en España a nivel político y social es un ejercicio necesario pero doloroso. Balzac dijo que “en las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte”. Italia ha curtido su esencia y su destino. Ojalá me equivoque, pero temo que España haya hecho justo lo contrario.

Italia ha protagoniz­ado una impresiona­nte historia de ‘soft power’, autoestima y unidad

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain