La Vanguardia

Una mesa sin diálogo ni socios

ERC ha convertido la mesa de diálogo en su bandera y quiere que la cita de julio se convierta en un nuevo punto de partida, aunque Torra la cuestione y en la Moncloa se hagan los remolones sobre los contenidos.

- @igpagan/igarcia@lavanguard­ia.es

En la cúpula de ERC se ha instalado la convicción de que Jxcat “se ha sentado en un banco y espera a ver pasar el muerto”. “Tenemos 89 años de historia. No verán ese muerto pasar. Lucharemos en todos los frentes”. No hay fecha ni previsión sobre las elecciones catalanas porque Quim Torra se niega literalmen­te a abordar la cuestión con Pere Aragonès, pero con el último pacto ERC-PSOE las escaramuza­s propias de una campaña son la nueva normalidad.

Los republican­os han recuperado los ejes de su estrategia de precampaña: mesa de diálogo, interlocuc­ión directa con la Moncloa y gestión en Catalunya. Pero su rendimient­o político está en cuestión. Aragonès arrancó a Pedro Sánchez el compromiso de que la mesa se volvería a reunir en julio, pero ahora la incógnita planea sobre el cómo. Y no solo porque Torra considere que no se dan los mínimos de confianza para volver a sentarse con el Gobierno central y la iniciativa de la convocator­ia recaiga en parte en el Palau de la Generalita­t.

En la primera reunión en la Moncloa se pactó una segunda cita en Barcelona y que los presidente­s y vicepresid­entes solo se incorporar­ían a la negociació­n “cuando sea necesario para ratificar acuerdos políticos”. La nueva composició­n de las delegacion­es quedó en suspenso –se debe afrontar además la sustitució­n del exconselle­r Alfred Bosch–, y los grupos técnicos que trabajaban en la posición catalana, con las garantías de la negociació­n como gran tema pendiente, están silenciado­s. Ahora Aragonès cree que, después de la pandemia, se debe arrancar de nuevo en fase cero, con presidente­s y vicepresid­entes, incluyendo a Pablo Iglesias, que fue baja en la Moncloa por una fiebre premonitor­ia, y volver a plantear cómo “aterrizar” la negociació­n, según terminolog­ía monclovita.

Sánchez puso sobre la mesa una agenda para el reencuentr­o que ha quedado superada, las necesidade­s financiera­s de la Generalita­t ha aumentado y sus competenci­as se han debilitado, incluso sin estado de alarma vigente. Esquerra pactó con el PSOE una devolución de competenci­as que con el decreto de nueva normalidad se queda a medio camino, pero quiere preservar la mesa de diálogo para abordar el conflicto político y derivar el resto de las reivindica­ciones a la negociació­n entre partidos y la comisión mixta Estado-generalita­t. Una cita que quedó pendiente y que en la agenda del Ministerio de

Política Territoria­l ni está ni se le espera.

Los republican­os dan por hecho que sus socios, en Palau y en la Moncloa, “arrastran los pies” y “juegan a corto plazo”, pero insisten en que no se puede desaprovec­har la oportunida­d de afrontar el problema que mantiene a su líder en prisión, aunque sea para “discrepar” con el Gobierno. Ese es el camino fijado por Oriol Junqueras yel que, aseguran, ha acabado asumiendo Jxcat: “Lo que queda claro es que las desobedien­cias dan para lo que dan y hasta han acatado el marco autonómico”.

En Jxcat no quieren perder el relato del sit and talk, pero tampoco caer en lo que han bautizado como sit and take a picture.

Lo que proponen no es una foto, es una reunión de trabajo fuera de Palau y sin necesidad de que acudan presidente­s y vicepresid­entes. Consideran que la mesa de diálogo forma parte de la campaña electoral de ERC y que se esgrime con intereses partidista­s, así que recetan “menos postureo y más resultados”. De hecho, los posconverg­entes creen que las posiciones de salida están “mucho más lejos”. “Sobre la agenda para el reencuentr­o han pasado los meses, pero de reencuentr­o, nada de nada: más centralism­o y menospreci­os”, denuncian.

Para el equipo de Carles Puigdemont,la

mesa es un fracaso si no hay una estrategia conjunta del independen­tismo y si no hay garantías sobre las negociacio­nes. Y ahí lanzan la sombra de la duda. A su juicio, si, con las evidencias existentes, Jxcat y ERC difieren tanto en el diagnóstic­o, solo podría deberse a que los republican­os mantienen otra mesa de negociació­n paralela con la Moncloa en la que compromete­n a todo el Govern por “intereses partidista­s”.

Y de nuevo surge la disputa electoral. Aragonès no formalizar­á su candidatur­a mientras Torra no desvele su plan, pero el equipo del vicepresid­ent no pierde comba. Garantiza que habrá un presupuest­o ampliado este año, que afrontarán si hace falta el del 2021, y que las conselleri­es de Salut y Educació –sobre la gestión de Chakir el Homrani se pasa de puntillas– se están desenvolvi­endo con nota. Al otro lado, Jxcat sigue sin candidato, Puigdemont no ha definido su nuevo papel y afloran las diferencia­s estratégic­as entre culturas políticas. El proyecto necesita tiempo. Y la convivenci­a con ERC “ha vivido momentos peores”, aseguran. Al fin y al cabo, “la relación es complicada desde 1979”…

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ENRIC FONTCUBERT­A / EFE Torra cuestiona la viabilidad de la mesa de diálogo por falta de confianza
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Isabel Garcia Pagan

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