La Vanguardia

Educación y salud

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La entrada en la fase 2, a partir de hoy, de Barcelona y su área metropolit­ana y de la región sanitaria de Lleida supone para estas zonas la reapertura de las escuelas, que en el resto de Catalunya ya se produjo hace una semana. Un regreso sin duda atípico, lleno de incertidum­bres y que durará pocos días, puesto que el curso escolar finaliza el próximo día 19.

Este hecho, y las dudas que siguen teniendo muchos padres y profesores sobre la viabilidad y la eficacia de las medidas de seguridad que deben implementa­r los centros escolares para que el regreso de los alumnos sea seguro, hacen prever que, como ocurrió hace siete días en el resto de Catalunya, la asistencia a las aulas sea bastante minoritari­a. Hay que recordar que no habrá clases lectivas, que abrirán todos los centros, desde escuelas infantiles hasta estudios postobliga­torios, pero no al mismo tiempo para todos los alumnos. Laºs ratios que aplicar para las distintas franjas educativas limitan el número de estudiante­s y priorizan a aquellos estudiante­s que cambian de etapa. Para el resto, solo habrá tutorías o acompañami­ento individual­izado.

Las enormes dudas que sigue suscitando la aplicación de las medidas sanitarias en los colegios han hecho que escuelas que ya abrieron la semana pasada hayan expresado su preocupaci­ón y desconcier­to porque afirman que no pueden garantizar­las todas, algo que posiblemen­te se repetirá ahora en colegios de Barcelona que, por sus caracterís­ticas y ubicación, tienen muy difícil cumplir todos los protocolos de higiene y distancia. La reapertura de las aulas ha causado un enfrentami­ento entre el Departamen­t d’educació y parte de la comunidad educativa y de los sindicatos, el mayor de los cuales ha pedido a la justicia que mantenga cerrados los colegios.

Si para algo deben servir estos días de reapertura de las aulas es para comprobar qué cosas se pueden hacer, cuáles no, con qué medios, en cuánto espacio y cuánto personal docente será necesario. Y ponerse a trabajar para buscar soluciones, porque lo importante es saber lo que hay que hacer e ir eliminando incertidum­bres. Los escolares catalanes han perdido un tercio del curso, y ello no debería repetirse en septiembre por falta de planificac­ión. El president Torra ha anunciado que habrá que contratar “miles” de profesores –luego la consellera Budó habló de 9.000– y que triplicar las aulas. Pues manos a la obra.

Si el virus no lo impide, el curso 2020-2021 será presencial. Pero será también un curso diferente en que alumnos, profesores y padres deberán ir adaptándos­e a la normalidad que permita la evolución de la pandemia. Hay que prepararse ya para esa nueva realidad, y estos días que quedan de vuelta al colegio deben servir de pequeño ensayo general para lo que nos aguarda en septiembre y corregir errores. Porque no se trata de tener que elegir entre educación y salud sino de hacer que ambas sean compatible­s.

La reapertura de escuelas debe servir para preparar las medidas que garanticen

el próximo curso

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