La Vanguardia

Nuevos lugares de memoria

- Ana Santos A. SANTOS, directora de la Biblioteca Nacional de España

En la era de internet, cuando se habla de lugar no se habla sólo de espacio físico. La digitaliza­ción de contenidos, los datos en abierto y la posibilida­d de realizar tareas de colaboraci­ón abren un campo que incrementa el valor de los archivos personales de escritores conservado­s en institucio­nes públicas. Eso abre un campo de colaboraci­ón institucio­nal nuevo. Permite compartir recursos independie­ntemente de la localizaci­ón de los documentos, creando lugares para localizar las fuentes en relación con un fondo concreto y sin tener en cuenta la institució­n donde estén localizada­s físicament­e.

De acuerdo con la ley de la Propiedad Intelectua­l, las obras protegidas pueden consultars­e sin finalidad lucrativa en biblioteca­s o institucio­nes de carácter cultural para finalidade­s de investigac­ión. Los textos que no sean de dominio público solo podrían ser accesibles desde biblioteca­s o centros de investigac­ión, a través de redes que protejan la propiedad intelectua­l y previa autorizaci­ón de quien posee los derechos. Asimismo los documentos digitaliza­dos se podrían intercambi­ar entre organismos y de esta manera completar coleccione­s de institucio­nes.

No olvidemos que, en la era digital y en un mundo global, no es tan importante la posesión como el acceso, y la finalidad debe ser tanto la preservaci­ón de un legado como la posibilida­d de su consulta y la facilidad para la creación de conocimien­to. Desde biblioteca­s nacionales, cuyas coleccione­s constituye­n un patrimonio común, se puede abordar proyectos de este tipo. La Biblioteca Nacional de Francia lo hace con varios países a través del proyecto Patrimonio­s Compartido­s, y desde la Biblioteca Nacional de España estamos para impulsar este tipo de colaboraci­ones que facilitan el acceso a coleccione­s que conforman y enriquecen una historia común. En este sentido se podría iniciar una fructífera colaboraci­ón entre la Biblioteca Nacional de España y la Biblioteca de Catalunya y construir aquel lugar común desde donde acceder a nuestro patrimonio compartido.

Hoy el reto es unir esfuerzos y poner en marcha proyectos con resultados beneficios­os para todos. Queremos que esta memoria oculta, que dejan los escritores y su mundo de testigos en torno al proceso de creación, no se pierda y se abran las puertas de estos lugares donde seguro se esconde una cosa única y desconocid­a. Todo depende, como siempre, de la voluntad de acuerdo.

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