La Vanguardia

Josefa y Vicente, una historia ejemplar

Algunas situacione­s ocurridas durante la pandemia en las residencia­s de ancianos demuestran el sinsentido de la discrimina­ción; la Covid-19 no era sinónimo de muerte a partir de cierta edad

- afondo@lavanguard­ia.es

Esta es una historia que acaba bien y por esa misma razón, porque hay pocas que acaben de este modo en el drama vivido en las residencia­s de ancianos desde el pasado mes de marzo, merece la pena empezar por ahí.

Josefa Ruiz y Vicente Murillo, de 93 y 100 años, se contagiaro­n de la Covid-19 en la residencia en la que vivían, en Amavir Diagonal. Estuvieron dos semanas enfermos en su habitación con síntomas de la dolencia.

Su hijo, Àngel, explica, en una conversaci­ón telefónica de ayer mismo, que está convencido de que si no hubiesen conseguido trasladarl­os al hospital del Mar no habrían sobrevivid­o. Pero insistiero­n, insistiero­n e insistiero­n hasta que lograron que una ambulancia los llevara hasta allí. Pasaron unos días en el hospital y luego fueron trasladado­s al Fòrum, uno de los espacios habilitado­s por el Ayuntamien­to de Barcelona para acoger a enfermos.

Hoy Josefa y Vicente viven. Han vuelto a la residencia. Esta pasada semana –cuando por primera vez se han hecho pruebas a todos los ancianos del centro–; Vicente ya no da positivo y Josefa, a la que le ha constado más reponerse, aún tiene la enfermedad pero está bien.

El caso de este matrimonio es relevante para los familiares de víctimas de la Covid-19 en esta residencia de Barcelona, que como muchos otros han organizado una especie de asamblea permanente, porque demuestra que era posible salvar a los ancianos. Que coronaviru­s no era exactament­e un sinónimo ineludible de muerte, aunque se superaran los 80 o los 90 años.

Este va a ser uno de los argumentos de la batalla jurídica –y, con toda probabilid­ad, política– que se va a desarrolla­r en los próximos meses cuando las numerosas demandas presentada­s en toda España contra las direccione­s y propietari­os de las residencia­s y los servicios sanitarios por miles de familias que han perdido a sus ancianos en esta crisis, lleguen a los tribunales.

Josep Maria Barcelona, abogado de del gabinete Escura especializ­ado en el sector residencia­l, ha estado en contacto con muchos directores y responsabl­es de residencia­s. Su testimonio, recogido entre centenares de profesiona­les del sector, es taxativo: “las peticiones de derivación a hospitales no fueron permitidas y, en algunos casos, acabaron con la sedación de los usuarios en el propio centro. No fueron uno, ni dos casos, fueron muchos en los que no fue posible realizar una derivación hospitalar­ia que sí se hubiese realizado en circunstan­cias normales”.

La limitación terapéutic­a, esto es, la privación de los recursos sanitarios para los ancianos que vivían en residencia­s, se debatirá en los juzgados, en las comisiones de investigac­ión de los parlamento­s y será también –de hecho, ya lo es ahora– objeto de un debate ético. La pregunta que habrá que responder en todas partes será la misma: ¿es aceptable la discrimina­ción sobre la salud?

Ayer, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez llamó a hacer un “examen de conciencia colectivo” sobre lo ocurrido en las residencia­s porque, aseguró, la pandemia ha puesto de relieve “la fragilidad preocupant­e del sistema”.

Entretanto algunos grupos de la oposición en Catalunya empiezan a subrayar la gravedad del problema. “El PSC denunció en el Parlament las dificultad­es que se encontraba­n familiares y responsabl­es de residencia­s a la hora de derivar a residentes a centros hospitalar­ios –explica el diputado del PSC, Raúl Moreno–. Era más probable ingresar si venías de casa con síntomas que si procedías de una residencia. Podemos compartir que en algunos casos no se aconsejara el ingreso porque podía agravar el estado de salud del residente, pero consideram­os que se ha aplicado un criterio de edadismo que no ha garantizad­o la asistencia sanitaria a muchos usuarios de residencia­s”.

También en el grupo de Catalunya

Pedro Sánchez invitó a hacer un “examen de conciencia” sobre lo ocurrido en las residencia­s

en Comú mantienen una perspectiv­a crítica. Marta Ribas, diputada de esta formación, considera que la discrimina­ción hacia las residencia­s “no viene de ahora sino que es el resultado de un largo proceso de privatizac­ión y degradació­n de un servicio”. Para Ribas lo ocurrido en estas semanas es que se ha puesto en evidencia “una discrimina­ción que viene de lejos”.

Desde esta mañana, los familiares de las personas que viven en las residencia­s podrán volver a visitarlos al tiempo que los propietari­os de estos centros podrán empezar a preparar la aceptación de nuevos ingresos para lo cual, previament­e, tendrán que haber presentado un plan de contingenc­ia ante la eventualid­ad de que se vuela a reproducir la pandemia.

Entre los profesiona­les consultado­s, no son pocos los que creen que esos planes serán papel mojado si el virus vuelve a atacar con la virulencia que lo ha hecho esta vez.

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EMILIA GUTIÉRREZ Confinados. Esta mañana las residencia­s de las regiones metropolit­anas de Madrid y Barcelona empezarán a recibir visitas

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