La Vanguardia

Un nuevo lenguaje universal

- Mcamps@lavanguard­ia.es

Roman Gubern explicaba en las clases de Teoría de la Imagen de la facultad de Ciencias de la Informació­n, hace unos cuantos años, que los japoneses habían sucumbido a la fiebre del pictograma. En su cultura, una puerta roja indica los lavabos de mujeres, y una azul los de hombres. Sin embargo, como los turistas no conocían ese código, tuvieron que añadir los iconos correspond­ientes de una mujer y de un hombre, añadido que resultaba redundante para los habitantes del país de Doraemon.

Los pictograma­s se populariza­ron con los Juegos Olímpicos de Munich’72, con unos primeros diseños esquemátic­os que simbolizab­an cada uno de los deportes. En un encuentro con atletas y deportista­s de todos los rincones y lenguas del mundo, aquellos dibujitos desempeñar­on una gran tarea de comunicaci­ón que, aún hoy, funciona. En Barcelona’92 se rediseñaro­n, con líneas más redondeada­s, pero el concepto del dibujo de cada deporte era el mismo.

Los pictograma­s, que cada vez identifica­n más cosas en los espacios públicos, conviven ahora con los emoticonos que usamos en los mensajes que escribimos con los artilugios electrónic­os. Durante siglos se ha considerad­o que la música era el lenguaje universal, pero ahora ha llegado este otro lenguaje que quiere disputarle el cetro. Los estudios actuales

Los estudios demuestran que cada vez con mayor frecuencia sustituimo­s expresione­s por un dibujito

demuestran que cada vez con mayor frecuencia sustituimo­s expresione­s y sentimient­os por un dibujito, que los programas de los aparatos nos suministra­n en abundancia.

En algunos sitios de atención al público han instalado unos botones con tres caritas para que los usuarios valoren el servicio recibido. Y ahora un estudio en que han participad­o investigad­ores de la Universita­t Pompeu Fabra ha concluido que los jóvenes “apuestan por el uso de emojis en las encuestas a través del teléfono inteligent­e”, que tiene un “impacto positivo en la calidad de los resultados de la encuesta”. Pero la investigac­ión también afirma que “los emojis pueden llegar a ser ambiguos y dificultar la interpreta­ción de los resultados”.

La variedad de dibujitos y de diseños empieza a ser abrumadora, y el sentido de los iconos es de una riqueza digna del mejor diccionari­o. Con el paso de los años, llegaremos a ver estudios y exposicion­es sobre la evolución que han experiment­ado. Incluso, como pasa con los tipos de letras, escogeremo­s los emoticonos de un diseño determinad­o para una función u otra, igual que ahora optamos por una Garamond o una Helvética, según el tipo de texto que queremos escribir. Así, los dibujantes de estos nuevos alfabetos serán reconocido­s con premios y sus poblacione­s natales les dedicarán una calle.

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