La Vanguardia

¿Qué gran pintor y monje retrató a su amada novicia con el hijo de ambos?

- SÍLVIA COLOMÉ

La osadía del artista que nos ocupa todavía va más lejos. Siendo monje, no solo retrató a su amante, una joven y bella novicia,con el fruto de su relación en el regazo, sino que la representó como si se tratase de la Virgen María con el niño Jesús. Jaque mate. Y por partida triple. La pintura acabó convirtién­dose en su gran obra maestra y en la actualidad ocupa un lugar privilegia­do en la galería de los Uffizi. Su atrevimien­to permanece a la vista de todos.

No se puede decir que el pintor, uno de los más importante­s del Quattrocen­to florentino, tuviera mucha vocación religiosa. Más bien las circunstan­cias le llevaron a vestir el hábito. Huérfano desde los dos años, ingresó a los ocho en el convento de los Carmelitas, a dos pasos de su casa natal. Y fue allí donde el pequeño quedó maravillad­o con la obra que Masaccio, el primer gran pintor del Renacimien­to, ejecutaba en la capilla Brancacci. Su destino ya estaba trazado.

Pero el arte no fue lo único que atrajo su atención. “Se dice que era tan pasional, que viendo una mujer que le agradaba, para poder tenerla, le ofrecía todo su dinero; y no pudiendo, por estos medios, la retrataba, y con razonamien­tos la llama de su amor encendía. Estaba perdido por este apetito, tanto que las obras tomadas, cuando estaba en este humor, poco o nada ellas trabajaba”, explica Giorgio Vasari en sus célebres Vidas de los artistas.

Conocedor de este carácter, Cosme el Viejo lo encerró para que terminase una obra que le había encargado, pero en vano, según relata Vasari. El pintor logró escaparse para acudir a una cita. Con este historial incorregib­le no es de extrañar que algo debiera suceder cuando fue al monasterio femenino de santa Margarita de Prato, muy cerca de Florencia, a pintar un cuadro.

Cupido volvió a disparar sobre su agujereado corazón. Esta vez, la escogida era la novicia Lucrezia Buti. Y la convirtió, con permiso de las monjas, en la modelo de su obra, aunque acabaron arrepintié­ndose cuando se dieron cuenta de que la relación pictórica se había transforma­do en carnal.

Ella sería, según Vasari, la modelo de la famosa témpera sobre madera Virgen y niño con dos ángeles de Filippo Lippi, que destaca por mostrar una escena familiar. Ya sabemos por qué. El pequeño que se acerca a su madre sería el hijo de ambos y, por tanto, el futuro pintor Filippino Lippi, quien, ironías del destino, terminará de decorar la capilla Brancacci que la muerte temprana de Masaccio dejó inconclusa.

El discípulo más célebre de Lippi, Sandro Botticelli, tomaría buena nota de este cuadro, que influyó en sus propias figuras femeninas. Pero a la vez sufrió los amoríos de su maestro, que desaparecí­a y lo dejaba finalizand­o sus obras junto a otros aprendices. ¿Hacía referencia a él el mensaje que el autor de La

Primavera dejó escrito, medio oculto, en su obra San Agustín en su estudio sobre los escarceos de un monje en Prato? ¿O quizás Filippo Lippi creó más escuela que la pictórica?

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain