Los museos catalanes reabren puertas
Pepe Serra, director del MNAC
Alo largo de estos tres meses de cierre forzoso, Pepe Serra (Barcelona, 1969) ha subido con frecuencia al MNAC, en cuyas terrazas, ahora vacías de turistas, ha estado charlando con los sintecho a los que el Ayuntamiento ha dado cobijo un poco más abajo, en el palacio Victòria Eugènia, donde el museo que dirige pensaba ampliarse el próximo año. “Me parece una gran idea y felicito al Ayuntamiento por su rápida capacidad de reacción”, dice, consciente de que la crisis ha trastocado las prioridades y que el sueño por el que viene luchando desde hace años deberá esperar un poco más. Está acostumbrado. Y es difícil que pierda su proverbial entusiasmo. La crisis no ha hecho sino dar un empujón a ideas que viene desarrollando desde hace tiempo.
El MNAC reabre hoy sus puertas. ¿Retomará su actividad donde la dejó?
No, en absoluto. Abrimos al completo todas las colecciones, 50.000 metros cuadrados, pero la única nueva propuesta que presentaremos este año es el proyecto de colaboración con la Fundació Suñol. Todas las demás se han aplazado o suspendido. Es una cuestión de solidaridad. Hemos tenido y tendremos una merma de ingresos muy importante, más de dos millones hasta final de año, y no es el momento de gastar más sino de preparar mejor el año que viene. Esperamos ahorrar con ello entre 800.000 y 900.000 euros.
¿Qué ha estado haciendo durante este tiempo?
Hemos aprovechado estos meses de parón para acelerar cosas que el museo ya tenía encima de la mesa y que habíamos reflejado en nuestro Plan Estratégico mucho antes de la aparición de la Covid. Básicamente se trata de equilibrar nuestra misión como museo de custodia y conservación de un patrimonio con la de servicio a la sociedad, de relación con la comunidad. Ya estábamos en ello y esto lo acelera. Trabajar con artistas, ampliar públicos, llegar a más gente, a gente más diferente.
En la batalla por las grandes exposiciones y los resultados de taquilla, ¿los museos habían apartado su mirada de su misión central, sus colecciones?
No es nuestro caso. El MNAC no pretende estar en el circuito de los blockbuster. Si tenemos una gran exposición, perfecto, pero nuestra colección es densa y tiene un potencial narrativo extraordinario. Lo que queremos es que llegue a la gente. Hay un 60% de la población que nunca ha ido a un museo, y ahí queremos concentrar nuestra energía. Estamos reformando completamente los planes educativos, no ya pensando en las escuelas sino en todo tipo de visitantes. No queremos limitarnos al público que ya nos es fiel. La cultura sigue siendo inaccesible para muchos y eso viene marcado no sólo por el precio de la entrada sino por el distrito en el que ha nacido. Ser un museo social no significa hacer proyectos para unos y otros, sino con los demás, representar los intereses de todos.
Usted había abogado por un museo gratuito.
Creo que como las bibliotecas, los museos públicos deberían ser de libre acceso. Insisto que no es la única barrera, hay una social aún mayor. Pero lo normal es que entres y salgas de museo treinta veces al año. Si yo me dirijo a los vecinos de Poble Sec, a los del Eixample o a los de Sabadell y les digo que pueden venir repetidamente, que hay programas para adultos, para niños, que se debaten los temas vigentes, que se habla de poder, que se habla de religión, que se habla de sexo, y que puedes venir tantas veces como quieras a las colecciones, que son suyas, lo normal es que entren y salgan y transiten por las colecciones como un espacio público más, como en una biblioteca.
Eso pone en crisis el sistema de financiación.
Ya está en crisis, era un sistema precario en el que los más débiles salen aún más débiles. Es una oportunidad para abrir un debate a fondo sobre el sistema cultural. Pensar qué museos tenemos, cuánto vale abrirlos, cómo se financian y qué características tienen. ¿Son un servicio público y por lo tanto están integrados en lo que la administración ofrece como servicio público, como los hospitales y las escuelas, o son museos que están en el mercado y tienen que autofinanciarse? ¿Qué cuestan de verdad sabiendo que ahora no hay turistas y que hay museos que no se podrían abrir?
¿Cómo se sostiene ese sistema? Puede ser con una tasa turística mejor, en Inglaterra se financian con el dinero de las loterías... Se puede buscar la fórmula. La Fundació Miró es un caso clarísimo. ¿Qué se le pide a la Miró, que gane suficiente dinero para que pueda abrir sin que le den dinero o que sea un centro de investigación mironiano, que preste servicio a las escuelas, que la gente conozca la colección, que la pueda visitar…? Cuando venimos de una crisis y nos encontramos con otra nueva tal vez es la ocasión para abrir el debate en canal.
¿Confía en que las administraciones querrán entrar en él?
No sé, pero es muy paradójico que exista una Generalitat, un Ayuntamiento y una Diputación cada una de ellas con su propia política cultural, cada una por su lado con sus museos. Hay una sola ciudad, un solo país, un conjunto de museos, de artistas, un tejido cultural... Es un único sistema, muy interrelacionado y complejo, que necesita de una política global, más valiente, compleja y sofisticada. Sobre la financiación, las estrategias a medio y largo plazo… No tiene ningún sentido funcionar como estamos funcionando y, aunque sea una anécdota, se ha vuelto a poner de manifiesto ahora que no hemos podido abrir los museos todos juntos como habíamos planeado.
EL EMPUJÓN DE LA PANDEMIA “La crisis de la Covid ha acelerado la idea de museo en la que ya estábamos trabajando”
POR UNA VISIÓN ÚNICA
“Es paradójico que cada administración haga su propia política; el sistema es único”
ACCESIBILIDAD
“Los museos públicos, como las bibliotecas, deberían ser de libre acceso, gratuitos”
FINANCIACIÓN
“Venimos de una crisis y nos encontramos con otra; tal vez es hora de abrir el debate en canal”