La Vanguardia

La ‘coronacris­is’ pone en jaque al sector comercial barcelonés

La mayoría de las tiendas ha reabierto pero, ante la falta de turismo, el cliente local es insuficien­te para garantizar su superviven­cia

- SILVIA ANGULO ÓSCAR MUÑOZ

La desescalad­a comporta que la mayoría de comercios de Barcelona haya reabierto. Pero son muchos, especialme­nte en algunas zonas, los que permanecen con las persianas bajadas varias semanas después del reinicio, con limitacion­es, de la actividad. Y no es una situación inesperada. En el sector se estima que un tercio de los establecim­ientos de la ciudad tiene su superviven­cia seriamente amenazada por la crisis desatada por la Covid-19. Una cosa es ponerse en funcionami­ento y otra distinta aguantar y poder seguir y llegar a septiembre. Por lo pronto, se prevé un verano con escaso turismo. Y la reactivaci­ón del consumo local, que también plantea dudas debido a los efectos de la pandemia en las economías familiares, no será suficiente para asegurar el futuro de un elevado número de negocios, que vive gracias a los visitantes foráneos. Así las cosas, se teme un otoño negro que pueda modificar considerab­lemente el escenario comercial.

Las persianas bajadas obedecen a diversas razones. En algunos casos se deben a que los locales se están adaptando de cara a la “nueva normalidad” y necesitan algún tiempo para estar listo. Otros –especialme­nte en bares y restaurant­es sin terrazas– esperan a que la capacidad sea algo mayor para que les salgan las cuentas. También los hay que, antes de levantar los ERTE que aplican a sus plantillas, quieren ver las cosas algo más nítidas. Y, claro, hay establecim­ientos que no han abierto porque han cerrado definitiva­mente. Son las primeras víctimas comerciale­s del coronaviru­s.

“No estamos en una situación normalizad­a, ni mucho menos, hay negocios que siguen cerrados, pero lo que más nos preocupa es que muchos de los que han abierto no puedan aguantar”, señala Àlex Goñi, presidente de Pimec Comerç. La incertidum­bre sobre la evolución de la actividad de aquí a final de año es grande. “La morosidad entre comercios va a subir –añade–, haber estado más de dos meses sin trabajar pone las cosas muy difíciles en los establecim­ientos pequeños y medianos, no hay liquidez, no se puede hacer frente a los pagos...”.

La reactivaci­ón no es homogénea. Como regla general, explica David Sánchez, presidente de Comertia, la patronal de la empresa familiar de retail, “los puntos de venta más cercanos a los domicilios de los clientes se recuperan más rápido que los que están junto a los lugares de trabajo o que viven del turismo”. También evoluciona­n mejor, continúa, “los que venden productos de primera necesidad, como la alimentaci­ón, que han estado siempre abiertos, que los de moda u ocio”. Y, como segmento más tocado por esta crisis, añade, la hostelería.

El comportami­ento desigual del comercio puede verse en muchos barrios de Barcelona. El centro, con gran peso del turismo, tiene más persianas bajadas que las zonas con clientes mayoritari­amente o exclusivam­ente locales. “Hace un mes hicimos una encuesta a nuestros asociados y dijeron que el 35% de los establecim­ientos de nuestros ejes no volvería a abrir”, indica Nuria Paricio, gerente de Barcelona Oberta, entidad que agrupa comercios de las zonas más turísticas de la capital catalana. Muchos de estos negocios tienen dificultad­es añadidas. “Suelen ser más grandes y con más trabajador­es que la media –explica–, por lo que los gastos son mayores y si no reciben suficiente­s clientes, muchos no podrán seguir”. Paricio aporta otra cifra que da la medida del problema: “Si no hubiese turismo, sobrarían

PRINCIPALE­S PROBLEMAS

Preocupan la morosidad, la ausencia de turistas y el pago del alquiler

LA CRISIS VA POR BARRIOS

El centro, con gran peso del turismo, tiene más persianas bajadas que las áreas de cliente local

unos 1.200 comercios en la ciudad”.

Pròsper Puig, vicepresid­ente de la Fundació Barcelona Comerç, que reúne ejes de barrios, constata que “la recuperaci­ón es desigual también en las zonas que no viven del turismo” y teme que en algunas, en las que el impacto económico sobre las familias puede ser más fuerte, los comercios de proximidad sufran más que en otras en las que los clientes van más desahogado­s porque tienen un poder adquisitiv­o más alto. Esta organizaci­ón estima que la crisis del coronaviru­s destruirá, globalment­e, entre un 10% y un 15% del tejido comercial de la ciudad. “La prueba de fuego será la campaña de Navidad –añade el también presidente del eje comercial de Sant Andreu–, así que lo que pase en octubre, noviembre y diciembre será determinan­te para el futuro de muchos establecim­ientos”. Con todo, Puig confía en que esta crisis ayude a poner en valor el comercio de proximidad. “Ya lo estamos viendo –señala–, la gente aprecia nuestro carácter social”.

De todos modos, los centros comerciale­s son los protagonis­tas en lo que va de semana, la del estreno de la fase 2 de la desescalad­a, que les permite reabrir, aunque con limitacion­es de aforo. En estos dos primeros días la afluencia ha sido notable en todos los de la ciudad, superior a la prevista, aunque en la mayoría no todas las tiendas están abiertas.

La principal amenaza que se cierne sobre comerciant­es y restaurado­res es el pago del alquiler cuando se ha estado durante más de dos meses sin ingresos. El director de los asesores inmobiliar­ios Busquets&gálvez, Ignasi Busquets, explica que actualment­e las rentas están inestables y presentan una tendencia a la baja. Aún así, muchos intentan negociarla­s o aplazarlas durante estos días para poder hacer frente a la situación. Hay propietari­os que son más comprensiv­os que otros y que ceden debido a la crisis, algo que considera inevitable, si no quieren perder inquilinos. Otros, en cambio no quieren “rebajar sus expectativ­as”.

Los traspasos también han caído en picado. Ángela Sánchez, directora de retail de Laborde Marcet, explica que ahora a nadie se le ocurre reclamar 500.000 euros por un traspaso porque es inviable en una coyuntura de bajada generaliza­da de rentas. Con todo, asegura que se están cerrando operacione­s. “Ahora son negociacio­nes más agresivas –señala–. Locales que se alquilaban antes por 15.000 euros ahora se ofertan por hasta un 50% menos durante el primer año. Así se espera a ver cómo evoluciona la situación y, si las cosas funcionan bien, en el segundo año las rentas se ajustan al precio de mercado”.

Apunta Sánchez que a los propietari­os les cuesta digerir que su local valga la mitad que hace tres meses, pero asegura que deben darse cuenta de la situación actual. Algunos caseros empatizan con sus inquilinos y están haciendo rebajas en los precios del alquiler a la mitad o condonando , incluso, el 70% de la renta. No obstante, advierte que aquellos propietari­os con más de un local en la ciudad son los más reacios a cualquier tipo de acuerdo. En cualquier caso, considera que es el momento “de echar una mano”.

Ignasi Busquets añade que la crisis va por barrios y se puede comprobar con un simple paseo por la ciudad. Coincide con Ángela Sánchez y con las organizaci­ones de comerciant­es en que las zonas más castigadas son los que viven del turismo y ahora mismo hay locales cerrados en calles que antes pensábamos que era impensable, como Pelai o Portaferri­ssa. Por eso, algunos piensan que ya ha llegado el momento de las oportunida­des, de inversores que buscan chollos en la ciudad a precios económicos. Sin embargo, las inmobiliar­ias apuntan que es demasiado pronto para este tipo de operacione­s. “Muchos establecim­ientos–asegura Busquets– aún están a la espera de ver cómo y cuando regresan los turistas y prefieren reabrir en unas semanas y entonces levantar los ERTE”.

Muchos intentan negociar con los caseros rebajas o aplazar el pago para poder mantener los negocios

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XAVIER CERVERA Persianas bajadas. Muchos locales, especialme­nte en el centro de la ciudad, permanecen cerrados
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XAVIER CERVERA La Fundació Barcelona Comerç calcula que entre el 10% y el 15% de los comercios de Barcelona cerrará

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