La Vanguardia

Desbloquea­ndo

- Antoni Puigverd

Hay cada día más gente y más coches por la calle. La economía, gripada por la Covid, hace esfuerzos visibles y voluntario­sos para intentar que la rueda vuelva a girar. La situación es muy confusa y difícil. Hay miedo y extrañeza, en la calle, después de tantos días de paréntesis y tensión contenida. También irritación; y una tendencia visible a la insensatez.

Esta mezcla de esfuerzo, voluntad, dificultad­es, irritación e insensatez también es visible en la política. En la gobernació­n española hay indicios de que la tensión se traslada a la comunidad de Madrid y, sobre todo, a los juzgados. El poder judicial ya quedó muy erosionado ante el espejo de la neutralida­d con sus durísimas intervenci­ones en el pleito catalán: del Estatut a la sentencia del procés. Ahora puede tener la tentación de inclinar la balanza contra el Gobierno de izquierdas con el pretexto de la Covid. Cierto: si los jueces quieren convertirs­e en el deus ex machina de la política, podrían imponer con relativa facilidad la reconducci­ón que los poderes económicos, la prensa y el alto funcionari­ado reclaman. El poder judicial es irrefutabl­e. Pero la crisis institucio­nal sería de campeonato. Las tensiones acumuladas durante estos años de simulación retórica de la guerra civil se desbordarí­an como las aguas de un pantano reventado.

En Catalunya, el Govern representa todavía el teatro de la unidad entre ERC y los posconverg­entes (parodiada en el Congreso, en una ácida pelea familiar entre Rufián y Borràs, digna de un reality). Pero todo el mundo sabe que este teatro es muy triste. Como triste es la perspectiv­a decadente que emprenderá Catalunya si persiste atrapada entre la impotencia y el bloqueo independen­tista. Impotencia crudamente visible en los 100 años de prisión, en el límite por debajo del 50% que continúan dando las encuestas y en el contexto europeo actual. Y bloqueo en la medida en que, a pesar de la impotencia, el independen­tismo ha conseguido impedir la participac­ión de cualquier otra fuerza en las institucio­nes catalanas.

Para cambiar esta situación que tiene cara de impotencia y cruz de bloqueo, han aparecido dos iniciativa­s estratégic­as: el think tank Sobiranies de Domènech, Fernández y Roures, que podría preparar un territorio de confluenci­a de las diversas izquierdas catalanas (con o sin el PSC). Y la estrategia Catalunya 2022, que comparece también como un think tank avalado por el president Torra, pero que podría ser un inteligent­e caballo que el moderantis­mo de Poblet regala a la Troya posconverg­ente para invitarla a abandonar la parálisis. Esta estrategia se propondría recuperar el espíritu constructi­vo del gen convergent­e. Genís Roca sería el ideólogo con su Confluènci­a.cat. Veremos cómo reacciona Puigdemont.

Todo es lento, incierto y complicado. Pero hay quien no se resigna al bloqueo y a la impotencia. Después de años de confrontac­ión frustrante, parece que hay quien empieza a dar pasos, no para encender nuevas hogueras de emoción, sino para imaginar nuevas rutas.

Un inteligent­e caballo que el moderantis­mo de Poblet regala a la Troya posconverg­ente

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