El confinamiento oculta la cifra real de abusos a menores
207 niños fueron atendidos por maltrato en Catalunya
La nueva ley de Protección a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia llega tarde para la niña de dos años que el fin de semana tuvo que ser rescatada de la habitación del piso compartido en Sants de la que apenas salió los tres meses de confinamiento y en la que fue maltratada reiteradamente. Los Mossos d’esquadra detuvieron a los abuelos maternos, de 41 y 61 años, mientras que la madre de la pequeña, de 21 años, logró huir y sobre ella pesa una orden de búsqueda y captura.
La pequeña de dos años está bien. Tras ser rescatada del infierno de esa habitación compartida en la que se instaló su familia en el estado de alarma, fue hospitalizada, curada de las lesiones físicas –las psíquicas tardarán en sanar– y trasladada a la dirección general de Atenció a la Infància i l’adolescència, que ha asumido su tutela.
A la pequeña le costaba dormir por las noches y sus llantos terminaban siempre en zarandeos, golpes e incluso con el sonido que hace cuando se presiona la boca con una almohada para que dejara de llorar. Agotada, la niña se pasaba el día durmiendo, apenas comía, y los gritos de la abuela se escuchaban en el resto de la comunidad. “Si le tienes que pegar, que no sea en la cara, que deja marca, dale en las piernas”, le dijo en una ocasión a su hija, madre de la criatura.
El caso anterior corresponde a uno de los 207 menores que han sido atendidos en Catalunya víctimas de la violencia durante el confinamiento, entre el 14 de marzo y el pasado 29 de mayo. Cada una de estas actuaciones requirió la presencia de una patrulla policial y se tramitó una denuncia. En el mismo periodo del año anterior, la cifra de menores víctimas fue de 285, un número mayor y coherente con la anomalía del periodo de encierro que el coronavirus ha obligado.
Lo cuenta la inspectora Montserrat Escudé, responsable del área central de proximidad y seguridad ciudadana de los Mossos. “El descenso de menores maltratados no es real, como tampoco lo es la bajada de un 35% en las denuncias por violencia doméstica (todas las del ámbito familiar menos la de género). El confinamiento nos ha impedido ver lo que realmente estaba pasando detrás de las puertas y ventanas de algunas casas”.
Unas casas en las que la angustia por la crisis económica, la tensión, la incertidumbre, el miedo y los problemas que se arrastraban de convivencia o maltrato se han agudizado durante el encierro, insiste Escudé. “Algunos rincones de determinados hogares han sido una olla de presión que han estallado sin que aún seamos conscientes de las consecuencias”. Casi el 80% de las violencias sexuales se ejecutan entre las cuatro paredes de la casa en las que el menor se sentía seguro y a manos de adultos de su familia en los que confiaban.
El estado de alarma alejó a los menores de la exposición pública y de los ojos de los agentes sociales capaces de detectar malos tratos a partir de su comportamiento. Del profesor en la escuela, al tendero de la tienda donde compra la merienda y los padres del compañero de clase. Pese al paréntesis de las vacaciones, los Mossos ya han alertado a través de las oficinas de relación con la comunidad de que hay que prestar atención a las casas de colonias porque los menores que han sido víctimas en el confinamiento saldrán del pozo en el que han estado encerrados y sufriendo.
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