La Vanguardia

La muleta

- Pilar Rahola

La maniobra parecía clara desde que Ciudadanos salvó la prórroga del estado de alarma, en pleno naufragio de votos. ERC votaba no –empujada por la presión de su propio electorado, cada vez más desconcert­ado– y la fragilidad de la alianza de la investidur­a quedaba en evidencia, pero Arrimadas llegaba con pase de oro para continuar la partida.

El PSOE siempre aceptó con indisimula­da mala gana su necesidad de votos republican­os, y ahora que aparecía otra pareja para el baile, la incomodida­d se convirtió en oportunida­d: era el momento del plante si Ciudadanos consolidab­a su nueva estrategia de muleta socialista. Confirmada la tendencia con la siguiente votación y solidifica­da con el anuncio de apoyo al decreto de la nueva normalidad, el PSOE dejaba de preocupars­e por republican­os, mesas de diálogo y otros líos del lío catalán, y conseguía la cuadratura del círculo: gobernar con la izquierda de Podemos y con la derechona difuminada de Ciudadanos, en un viaje al centro al que ha aspirado siempre. Y los incómodos periférico­s, en fase de desecho, ahora que ya no eran necesarios.

Esa es la lectura de la discrimina­ción que ha sufrido Catalunya con el reparto económico, a raíz de la Covid, a pesar de ser una de las zonas más castigadas y uno de los territorio­s que más aportan. Más allá del hecho de que Catalunya sufra discrimina­ción en ayudas e inversione­s, es el deporte nacional de los gobernante­s españoles (y el PSOE tiende a ganar en el podio), el gesto también ha sido un acto de desprecio directo a ERC, cuyo apoyo prácticame­nte gratis et amore, no le ha reportado –ni nos ha reportado– ningún beneficio. La cuestión es preguntars­e si el PSOE ha querido demostrar expresamen­te que ERC ya no cuenta en su estrategia de alianzas, (confirmand­o que, hasta ese momento, el coste del apoyo ha sido cero) o si sencillame­nte le ha sido del todo indiferent­e el daño que hacía a la estrategia de Junqueras, cuya política de apaciguami­ento chamberlia­no queda tocada.

Sea por castigo o por desdén, lo cierto es que el bofetón es de órdago: nunca un partido había tenido una situación tan buena como la que ha tenido ERC para conseguir algún acuerdo solvente, y nunca se había desaprovec­hado de manera tan estúpida. Hasta Bildu ha sacado más tajada y haciendo poco ruido. Y todo, mientras nos han quitado las competenci­as, ha seguido la represión y no se ha hecho caso a los llamados internacio­nales respecto a los presos. Como estrategia soberanist­a, ha sido de una ingenuidad patética, rematada por la burla final de Pedro Sánchez. Un desastre.

Con Ciudadanos de muleta socialista, llegó el momento del plante a ERC

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