La Vanguardia

El dragón ácrata

Recuerdo de veinte años de amistad en Barcelona, Frankfurt, La Cerdanya...

- SERGIO VILA-SANJUÁN

“Querido Sergio, Espero que estéis disfrutand­o en familia el tsunami nadalenc. Yo estoy de regreso en el hospital tras unas breves vacaciones en casa de semana y media. Mis reservas de entereza y fortaleza están como los pantanos esos en años de sequía donde asoman campanario­s y otras ruinas. Esta guerra le va consumiend­o a uno de mala manera y cada vez se hace más difícil plantarle cara.

Este 2019 ha sido tan horrible, al menos para nosotros, que confío en que el 2020 no sea todavía peor y nos traiga cosas buenas a todos. Fuerte abrazo para todo el clan y que entremos todos de buen pie en el nuevo año”.

El último e-mail que recibí de Carlos Ruiz Zafón, el pasado diciembre, resultaba estremeced­or pero aún dejaba una puerta abierta a la esperanza. En los dos últimos años había ido enviando noticias espaciadas de su lucha contra el cáncer. Carlos era un hombre reservado, nada amante de los excesos emotivos. Pero por lo poco que dejaba entrever estaba claro que el tema era serio.

En estos meses de confinamie­nto mi mujer, Mey, ha mantenido el contacto con Maricarmen, y estuvimos al tanto de sus avances y recaídas. “Quizás un milagro…”, comentamos. “Los milagros no existen”, me dijo un día que la encontré por la calle una de las personas más próximas al escritor, la agente literaria Antonia Kerrigan. Y en este caso no se produjo.

Han sido veinte años de trato, veinte años que contemplan el ascenso más espectacul­ar de las letras españolas contemporá­neas y el brusco final que deja un acervo de proyectos y promesas que ya no se concretará­n.

Llegó a la redacción de La Vanguardia a finales de la primavera del año 2001. Yo había leído La sombra del viento yme quedé fascinado, como le ocurriría después a tantos millones de lectores, por aquella trama oscura, desplegada de manera irresistib­le y absorbente. Hablamos un rato largo y luego el fotógrafo Jordi Belver se lo llevó por distintos espacios del Barri Gòtic para el reportaje. Lilian Neuman y yo comentamos la novela en el suplemento de libros; la foto de Belver le gustó tanto que la utilizó después para la contracubi­erta de las innumerabl­es ediciones de la novela que siguieron.

La amistad se afianzó con los almuerzos en La Mifanera y las tardes de tertulia en el bar del hotel Presidente. Largas conversaci­ones sobre cine, literatura, historia, política. Su visión era ácrata, compasiva y anticonven­cional.

La primera vez que vinieron a cenar a casa plantearon un problema de menú: Maricarmen era entonces vegetarian­a, Carlos, por su parte, proclamaba no estar dispuesto a ingerir bajo ningún concepto nada que saliera del mar. No les podíamos dar ni carne ni pescado. El tema lo resolvió un arroz. Su bebida era la Coca-cola Zero.

Cuando fuimos a la suya, nos enseñó su colección de dragones –figurillas, muñecos, insignias– y la amplísima de discos de jazz. Repetimos las citas en varias ocasiones, siempre marcadas por la extrema puntualida­d y el sentido del humor (era un excelente imitador).

Nos vimos en la feria de Frankfurt que le consagró internacio­nalmente, y en la mexicana de Guadalajar­a. Nos encontramo­s en verano en La Cerdanya, donde Maricarmen y él daban vueltas a la idea de comprar un apartament­o. Les gustaba Puigcerdà, en cuyo lago unas señalizaci­ones recuerdan párrafos de El juego del ángel.

Se mostraba reticente respecto al mundo cultural español, en el que pese al éxito nunca se sintió bien acogido. Por su carácter retraído, esquivaba bastante la vida social. Por eso aprecié que en varias ocasiones aceptara participar conmigo en entrevista­s y actos públicos. A cambio contaba en el ámbito editorial y periodísti­co con un grupo fiel de personas próximas. A estos amigos y seguidores les rindió homenaje, de forma que hoy vemos como premonitor­ia, en El laberinto de los espíritus.

En sus paginas realizan cameos Madame Currygan, agente literaria de Julian Carax (Antonia Kerrigan); Émile de Rosiers Castellain­e, director de Editions de la Lumière (Emili Rosales, su editor desde La sombra del viento) y sus colegas Revells y Badens (Carles Revés y Jesús Badenes, del grupo Planeta); el Profesor Albuquerqu­e (el periodista Sergi Doria); Fraülein Strausmann (Michi Strausfeld, editora alemana). Aparecen también Mariano Carolo, director de La Vanguardia ,yel periodista de este diario Sergio Vilajuana, con su hijo Nicolás. Fue el regalo que nos dejó a quienes le frecuentam­os.

“Yo por aquí voy entrando y saliendo del hospital cada dos semanas o tres a lo sumo –me escribió–. La última fue un episodio alucinógen­o y bastante horripilan­te de septicemia que me tuvo como 16 horas con un pie en el otro barrio. Ahora estoy de regreso en casa, aunque tengo médicos y pruebas casi todos los días, intentando batallar contra todo esto, que no es fácil porque dos años en esta trinchera desgastan lo que no esta escrito. (…) Mi mundo se paró en el 2017, así que ya soy una reliquia del mundo de ayer, que diría Stefan Zweig”. El mundo de hoy se ha vuelto más pobre y mucho más carente de magia sin uno de los autores realmente notables del siglo XXI.

“Mis reservas de fortaleza están como los pantanos en años de sequía donde asoman las ruinas”

 ?? PICTURE ALLIANCE / GETTY ??
PICTURE ALLIANCE / GETTY

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain