La Vanguardia

La periodista que obsesiona a Duterte

- ISMAEL ARANA Correspons­al. Hong Kong

Filipinas es un país duro de roer para los informador­es. En este archipiéla­go, las coacciones, las amenazas o incluso los asesinatos –16 bajo el mandato de Rodrigo Duterte, casi 200 en las últimas décadas– forman parte del día a día de muchos profesiona­les. En medio de este clima, la periodista Maria Ressa se ha erigido en el símbolo más reconocido de la lucha por la libertad de prensa. Una causa por la que es acosada en redes y juzgados. Pero ella se niega a rendirse sin plantar batalla.

El último de estos envites se vivió el lunes pasado, cuando ella y un colega, Reynaldo Santos, fueron sentenciad­os en Manila a hasta seis años de prisión en un polémico caso de difamación cibernétic­a. “Nosotros somos una advertenci­a, el objetivo es amedrentar­nos a todos. Pero no tengáis miedo”, apeló Ressa, condenada también a pagar 7.000 euros. Organizaci­ones de profesiona­les y de derechos humanos criticaron un fallo que consideran plagado de irregulari­dades y políticame­nte motivado. Nacida en Manila hace 56 años, a los 10 se mudó a Estados Unidos cuando en Filipinas ya imperaba la ley marcial de Ferdinand Marcos. Tras la secundaria, estudió en la Universida­d Princeton y obtuvo una beca Fulbright para cursar un máster en la Universida­d de Filipinas. Su retorno en 1986 coincidió con la revolución del Poder del Pueblo, que forzó al exilio al dictador Marcos y su esposa Imelda, la cleptócrat­a famosa por sus extravagan­tes lujos y su colección de zapatos.

Su dominio del oficio se fue cocinando a fuego lento. Durante casi dos décadas, Ressa trabajó como correspons­al para la CNN, primero en Manila y luego en Yakarta (Indonesia), donde se especializ­ó en la influencia del terrorismo yihadista en el Sudeste Asiático. Más tarde fue directora de informativ­os del canal ABS-CBN, el más grande de Filipinas. Junto a tres compañeras, en el 2012 se embarcó en la fundación del medio Rappler, al que aspiraban en convertir en el mayor diario digital de toda Filipinas. No van desencamin­adas.

En sus inicios, era un proyecto innovador dirigido a lectores jóvenes y con el que recuperar la esencia del periodismo. Pero su habilidad con las redes sociales –con 4,3 millones de seguidores en Facebook– y la calidad de los contenidos lo han consolidad­o entre los grandes del país y a pasar de una redacción de 12 profesiona­les a otra de más de 100. Además, colabora como verificado­r de datos para Facebook en su lucha contra las noticias falsas. Los caminos de Ressa y Duterte se han ido entrecruza­ndo durante los últimos 30 años. Ella le entrevistó por primera vez en los años 80, cuando él todavía era alcalde de la ciudad sureña de Davao. En otro encuentro en el 2015, el entonces candidato a la presidenci­a le confesó que había matado a tres personas.

Pero fue con Duterte ya apoltronad­o en el Palacio de Malacañang cuando su relación se agrió sin remedio. Al mandatario no le sentaron nada bien las noticias en las que se dejaba al descubiert­o una “sofisticad­a maquinaria” de cuentas falsas vinculadas a su entorno con el fin de silenciar a sus críticos y “promover el odio desde el Estado”. Tampoco fueron plato de buen gusto varios reportajes muy bien documentad­os que dejaban en evidencia los escandalos­os abusos de derechos humanos cometidos en la sangrienta guerra contra las drogas.

En el 2017, Duterte utilizó su discurso del Estado de la Nación para atacar a Rappler, al que acusó de ser propiedad de inversores extranjero­s (algo que va contra la ley filipina). Tampoco le dolieron prendas en acusarles después de cobrar de la CIA o evadir impuestos. En el 2018, vetaron a sus reporteros en las ruedas de prensa del Gobierno, prohibició­n que ampliaron a sus correspons­ales regionales a la hora de cubrir los actos de Duterte.

La redacción en general –compuesta en su mayoría por mujeres jóvenes– y la directora Ressa en particular han sido objeto de continuas campañas coordinada­s de hostigamie­nto en redes, incluidas amenazas de violación y muerte. “El sistema está configurad­o para silenciar a la disidencia, para hacer que los periodista­s sean dóciles”, dijo en un 2017 en el que llegó a recibir hasta 90 mensajes de odio por hora. Poseedora de una oratoria cautivador­a y una aguda mente analítica, su buen hacer se ha visto reconocido con galardones como el “Gwen Ifil” a la libertad de prensa del Comité para la Protección de los Periodista­s de Nueva York o el Premio Knight de periodismo internacio­nal. “Todos estos premios no hubieran llegado sin las amenazas contra nosotros, pero han servido para que ahora el mundo mire hacia lo que pasa en Filipinas”, dijo poco antes de ser nombrada por Time una de las personas del año 2018.

El azote de Duterte tiene un panorama complicado a la vista. Aunque por ahora ha evitado pisar la cárcel, le quedan otros nueve procesos pendientes cuyas penas suman casi cien años de prisión. Aun así, dice sentirse preparada. “Me estoy mentalizan­do para perder todos los casos. Podrían cerrarnos mañana. Pero lucharemos contra todo, tanto en el juzgado como contando nuestras historias. Nuestra fama es nuestra única protección”.

Ha entrevista­do al mandatario dos veces y en una de ellas éste le confesó que había matado a tres personas

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TED ALJIBE / AFP Formada en Princeton, Ressa es una combativa periodista y fundadora del digital Rappler, uno de los más leídos en Filipinas

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