El fondo europeo de recuperación se atasca
En la cumbre de los Veintisiete celebrada ayer por videoconferencia para debatir sobre la creación del fondo de recuperación europeo, el presidente español, Pedro Sánchez, planteó la necesidad de lograr un acuerdo rápido. “Cuanto más tiempo perdamos, más profunda será la recesión”. Tiene razón. Pero chocó abiertamente con Mark Rutte, el primer ministro holandés, para quien no hay ninguna urgencia de activar esas millonarias ayudas.
La confrontación entre ambos líderes europeos ejemplifica el resultado de la cumbre de ayer, en la que se evidenciaron, tal como se esperaba, las diferencias de criterio entre el club de los países bautizados como frugales, que son la propia Holanda, Dinamarca, Suecia y Austria, y los países del club mediterráneo, con España e Italia al frente, que han sido los más afectados por la pandemia y, por tanto, son los que más necesidad tienen de las ayudas europeas.
El fondo de recuperación comunitario para luchar contra la profunda recesión que sufrirá este año la Unión Europea puede movilizar más de 750.000 millones en subvenciones y préstamos a los países miembros que más lo necesiten. A juicio de la canciller alemana, Angela Merkel, su activación constituye el mayor desafío económico de la historia de la UE. Ella, junto con el presidente Macron, es una de las principales defensoras del citado fondo. Lo considera imprescindible para poder superar la grave crisis actual y, en este sentido, se alineó con Sánchez en la demanda de un acuerdo rápido.
La canciller alemana aseguró que nadie discute que la Comisión Europea pueda emitir obligaciones para financiar dicho fondo. Serían los primeros eurobonos de la historia, a los que hasta ahora siempre se habían opuesto los países del norte, incluida la propia Alemania. En este sentido, el fondo, al financiarse por primera vez con endeudamiento garantizado por la propia Unión Europea, abriría el paso hacia la creación de una deuda pública europea y supondría un gran paso en la consolidación y el progreso del proyecto comunitario. Se trataría, en suma, de más Europa para hacer frente solidariamente a las dificultades actuales.
Hay desacuerdos, sin embargo, sobre el fondo de recuperación europeo. Estos giran sobre la cuantía definitiva de las ayudas, sobre su duración, sobre la proporción que se debe destinar a subvenciones directas –no reembolsables– y a préstamos, así como sobre los posibles compromisos que los países receptores deberían asumir para la ejecución de reformas económicas y ajustes fiscales. Los cuatro países llamados frugales son los que quieren reducir el volumen del fondo, restringirlo en su mayor parte a préstamos y condicionarlo a la exigencia de reformas económicas, ya que desconfían de los países del sur, que serían los principales beneficiados.
La Comisión Europea, asimismo, todavía debe decidir cómo incrementará sus ingresos para financiar sus presupuestos, que incluirán la carga de intereses del citado fondo de recuperación, sin tener que recurrir a un aumento de la contribución de los estados. En este sentido se plantea nuevos impuestos sobre el plástico, una tasa sobre las emisiones de carbono, la tasa digital o una mayor aportación fiscal de las grandes empresas.
El presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, cree que pese a las dificultades surgidas en la reunión de ayer emerge la posibilidad de un consenso. Pero aún está verde. Por ello los Veintisiete acordaron seguir negociando y volver a reunirse, esta vez de forma presencial, a mediados de julio. Hay que hacer el máximo esfuerzo para que el acuerdo se alcance en esta nueva cumbre, antes de las vacaciones, ya que ello dejaría el horizonte despejado para reforzar la recuperación económica. Hay muchas posibilidades de que esto pueda ser así. La Unión Europea no puede permitirse un fracaso en un proyecto tan importante para sus ciudadanos, muy castigados por los efectos económicos de la pandemia.
El presidente español advierte que cuanto más tiempo se pierda más dura será la recesión