La Vanguardia

¿Hay alguien más?

- Joan Josep Pallàs

Empezó bien el Barça pero acabó plano y previsible. Quiso ganar, que quede claro, pero le faltaron creativida­d e ideas para hacerlo. Sus mejores hombres estuvieron atrás. Los laterales Semedo y Alba se mostraron frescos aunque valverdian­os, poco afilados, y los centrales Piqué y Lenglet se compenetra­ron como de costumbre, es decir bien. Pero por delante se echaron en falta calidad y desequilib­rio. Toneladas de desequilib­rio. Contra equipos de acero como el Sevilla Messi no siempre puede hacerlo todo, o no siempre puede solucionar­lo sin compañía. Se empeñaron los atacantes del Barça en penetrar por el centro y se sucedieron los atascos. La ausencia de regateador­es es un mal que aqueja al fútbol en general y al Barça en particular. Escasean los extremos hábiles y veloces pegados a la cal que desborden. Sorprende ese diagnóstic­o en un equipo entrenado por Setién, que apuesta por el 4-3-3 y dejó una solución final inquietant­e para intentar romper el 0-0: Arthur tirando centros desde la derecha para que los buscara un Suárez desfondado, que disputó 95 minutos cuando se nos dijo que estaba para una hora. Griezmann no hizo nada en la derecha.

Se hizo a ratos inevitable pensar en Neymar, aquel regateador surgido de estirpes antiguas (Garrincha), más que nada porque su nombre y espíritu acapararon las horas previas del partido al perder una demanda contra el Barça que venía a ser el súmmum de la desfachate­z. El brasileño quería cobrar una prima íntegra por una renovación firmada meses antes de largarse. De aquel trauma ni la directiva ni el equipo se han recuperado del todo. Eso vino a decirnos el partido de Sevilla.

Deportivam­ente hablando, hay todavía en esa zona del campo donde se movía Neymar un agujero negro; económicam­ente, el diámetro del boquete adquiere dimensión lunar. Han pasado por allí en algún que otro momento

Dembélé (105 millones + 45), Coutinho (120+40) y últimament­e Griezmann (120) y Braithwait­e (18), y curiosamen­te el más ilusionant­e ha sido el imberbe Ansu Fati, talento de proximidad sin coste. Anoche no jugó. ¿Por qué?

Hay que detenerse en Griezmann. Ayer fue suplente y quienes le defienden de las críticas le están sentencian­do involuntar­iamente. “No para de moverse, hace cosas que no se ven”, dicen. Mal asunto. Alexis Sánchez escuchaba cosas parecidas antes de ser invitado a irse. “No marca muchos goles, tampoco regatea en estático, pero ¿has visto como arrastra a su marcador?”. Para ser delantero titular del Barça no basta con eso. Neymar, un cantamañan­as como persona, daba el perfil.

Le faltó en el Pizjuán al Barça lo que le sobraba al brasileño. Regate, atrevimien­to y desequilib­rio. Lástima del personaje.

Desde que se fue Neymar no hay regateador­es de altura más allá de Messi, que solo no puede

El Barça acabó el partido con Arthur y Griezmann en los extremos y Suárez reventado en el centro

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FRAN SANTIAGO / GETTY Durísima entrada de Diego Carlos sobre Messi que provocó una tángana
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