Los aeropuertos inauguran con 650 vuelos la apertura de fronteras
Los viajeros pasarán un triple control sanitario a su llegada a España
El Gobierno levanta esta medianoche las restricciones de fronteras con los países de la Unión Europea (excepto para Portugal), una fecha que el sector aéreo y turístico en general tiene marcado en rojo con la esperanza de salir del agujero negro en el que han caído desde que estalló la pandemia de Covid. La red de aeropuertos de Aena ya ha notado un leve repunte de la actividad para este mismo domingo, cuando están previstos 650 vuelos comerciales, de los cuales 325 serán llegadas desde el extranjero –pueden producirse cambios en la programación durante este sábado–.
Un pequeño incremento respecto a las operaciones registradas las últimas semanas –el tráfico de pasajeros en mayo cayó un 98,5%– , pero que queda muy lejos de las cifras de antes del coronavirus. El mismo día del año pasado la red de Aena operó 6.000 vuelos comerciales.
Los aeropuertos de Barajas y de El Prat concentrarán la mayoría de llegadas, alrededor de cincuenta cada uno. Es allí donde ya se han probado las medidas de seguridad sanitaria que ayer detalló el ministro del ramo, Salvador Illa, y a las que deberán someterse todos los viajeros que aterricen en los aeropuertos españoles. Se trata de un triple control que incluye rellenar un documento en el que los pasajeros declaren si han pasado el coronavirus, sus datos médicos y dónde localizarlos durante su estancia en España –los próximos días el documento en papel se sustituirá por una app y un código QR–, un control de temperatura a través de cámaras termográficas –en la imagen, una de las que ya funcionan en el aeropuerto de Barcelona– y una inspección visual. A partir de mañana, este control se extenderá al resto de aeropuertos y puertos. El plan piloto turístico que Baleares inició el lunes también sigue estas medidas. Personal de Sanidad Exterior y de la propia Aena se coordinarán para realizar los controles.
Tanto el Gobierno central como los autonómicos están preocupados por la vigilancia sanitaria de los viajeros. También la industria turística que, pese a la presión para reabrir la actividad, reconoce que un brote de coronavirus importado por visitantes de vacaciones podría dar la puntilla al sector. Los esfuerzos para que esto no ocurra son máximos.