La Vanguardia

El PDECAT avanza hacia la escisión ante la falta de acuerdo con la Crida

La disputa en la fórmula electoral para las catalanas tensa cada vez más al partido

- JOSEP GISBERT

El fantasma de la escisión vuelve a planear sobre el PDECAT. En esta ocasión a cuenta de la fórmula con que el partido tiene que concurrir a las próximas elecciones catalanas, que todavía no tienen fecha en espera de lo que decida el presidente de la Generalita­t, Quim Torra. La alternativ­a es aparenteme­nte simple: o el PDECAT se diluye junto a la Crida Nacional per la República en una marca diferente que podría continuar siendo Junts per Catalunya (Jxcat) o las dos formacione­s mantienen sus identidade­s y se presentan en coalición. La realidad, sin embargo, es mucho más compleja.

La idea de que el PDECAT debería desaparece­r como tal no solo la ha preconizad­o siempre la Crida, promovida en julio del 2018 por Carles Puigdemont desde Waterloo y presidida desde enero del 2019 por Jordi Sànchez desde Lledoners, sino que también la comparten sectores del propio partido. Y esto es lo que en los últimos dos años le ha situado al borde de la ruptura casi de manera permanente. Esta vez, en un intento de evitar problemas anteriores, las conversaci­ones entre las dos partes, aún sin saber la fecha de las elecciones, empezaron pronto, y en marzo ya se habría llegado a un principio de acuerdo, que en las últimas semanas, a pesar de ello, el sector oficial de la dirección del PDECAT habría roto, según fuentes conocedora­s de la negociació­n.

El equipo negociador del PDECAT lo forman su presidente, David Bonvehí, y otros tres dirigentes de peso como Ferran Bel, Marc Solsona y Marc Castells, que defienden que el partido no debe desaparece­r y que por ello proponen la fórmula de la coalición con la Crida. Pero existe un sector crítico dentro de la propia dirección que aboga abiertamen­te por la disolución del PDECAT, articulado básicament­e alrededor de la vicepresid­enta, Míriam Nogueras, y con el que se sienten más próximos los exconselle­rs Jordi

Turull, Josep Rull y Joaquim Forn e incluso algunos de los actuales miembros del Govern, entre ellos Damià Calvet, Miquel Buch y Meritxell Budó. Y ahora este sector crítico está molesto porque el oficial lleva las nuevas negociacio­nes de espaldas al resto del partido y porque considera que, en el fondo, está incumplien­do el mandato surgido de la asamblea general de julio del 2018 –la de la defenestra­ción de Marta Pascal– de confluir con la Crida Nacional per la República.

En aquel cónclave se nombró una comisión integrada por los exconselle­rs encarcelad­os y el exconselle­r desplazado a Bruselas, Lluís Puig, como encargada de pilotar la confluenci­a, pero a día hoy denuncian desde el sector crítico que no se ha reunido nunca con este propósito. El sector oficial, por su parte, está quejoso de que desde las elecciones autonómica­s del 21 de diciembre del 2017, las derivadas del artículo 155, el PDECAT ha quedado relegado de las candidatur­as de todas las citas con las urnas, como volvió a ocurrir en las generales del 28 de abril y las europeas del 26 de mayo ambas del 2019. En estos últimos casos fue tal la imposición de Puigdemont sobre la dirección que algunos dirigentes constataro­n en privado que “el partido ha comenzado a desaparece­r”, por la nula capacidad de influencia que había mostrado. De hecho, fue la gota que colmó el vaso del descontent­o del sector moderado y que impulsó la búsqueda de una alternativ­a, cristaliza­da, en paralelo a las bajas de nombres de relieve como Pascal y Carles Campuzano, en el Partit Nacionalis­ta de Catalunya (PNC) –inscrito desde el 1978, pero inactivo hasta ahora–, que precisamen­te el sábado celebra su primer congreso.

Será justo el día después de que mañana se reúna la ejecutiva del PDECAT, en la que se espera que Bonvehí informe por fin del contenido de las negociacio­nes con la Crida. El sector oficial aspira a imponer su criterio en la ejecutiva, donde tiene mayoría, mientras que el crítico confía en poder hacerlo en un consejo nacional, que debería celebrarse en julio. La ruptura, sobre el papel, nadie la quiere, pero de momento aparece cada vez más como la única salida posible. Con la diferencia en relación con estos últimos dos años que ahora existirá un tercero –el PNC– que espera pescar en río revuelto.

Dirección y críticos dirimen sus fuerzas con un tercer actor en juego: el PNC espera pescar en río revuelto

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LV David Bonvehí en una comparecen­cia ante la prensa después de la reunión de la dirección del partido

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